Batacazo electoral
Una pareja se arriesga a 30 a?os de c¨¢rcel por fundar un falso partido pol¨ªtico para trapichear con el censo
Debajo de las alfombras del denominado Partido Espa?ol Dem¨®crata (PED) s¨®lo hab¨ªa mugre, falsedades y un objetivo tan mercantil como inconfesable: conseguir las identidades y domicilios de millones de espa?oles y trapichear con ellos. O lo que es igual, venderlos a firmas comerciales para que ¨¦stas luego inundasen de inesperada publicidad millones de hogares. El PED se defin¨ªa como "progresista", postulaba "el pluralismo y la igualdad" y apostaba por potenciar "las relaciones externas" y el "idioma de cada regi¨®n..." En realidad, su existencia era una farsa bien maquillada, seg¨²n se desprende de la investigaci¨®n judicial que ha desarrollado el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 36 de Madrid.Los presuntos cerebros de esta f¨®rmaci¨®n pol¨ªtica, que lleg¨® a participar en nueve Jornadas electorales entre 1986 y 1993, siempre con id¨¦ntico fin, fueron Angelina G¨®mez Rueda, de 52 a?os, y Francisco Juncas Alas, de 54. Ella era en realidad gerente de una agencia de publicidad, y ¨¦l due?o de un videoclub de Barcelona.
La idea de crear el PED surgi¨® en 1983. En su programa electoral tambi¨¦n reivindicaba, parec¨ªa un mal presagio, la "agilizaci¨®n de la justicia y la reinserci¨®n del penado en la sociedad". El volumen de falsedades que el juez instructor atribuye a esta pareja ha obstaculizado la siempre exigible celeridad (concluir el sumario, 3.000 f¨®lios, 12 tomos, ha costado casi tres a?os de investigaci¨®n). No obstante, el otro punto del programa -la reinserci¨®n del penadopuede ser ahora de utilidad a esta pareja si el tribunal que les juzgar¨¢ dentro de unos meses entiende que el fiscal del caso lleva raz¨®n. Es decir, que ambos merecen una condena de 33 a?os de prisi¨®n por asociaci¨®n Il¨ªcita y falsedad continuada.
La trama ideada -enga?ar a la Junta Electoral para conseguir el censo, siempre seg¨²n los investigadores judiciales- funcion¨® a la perfecci¨®n durante muchos a?os y muchas elecciones.
Angelina compatibiliz¨® durante parte de esos a?os la presidencia del PED con la gerencia de la empresa de publicidad y mercadotecnia Angoru (en el n¨²mero 26 de la madrile?a calle De Julio D¨¢vila).
En esa oficina, lo mismo se ve¨ªa un folleto electoral ("En el resto de Europa, los pensionistas viven; en Espa?a, sobreviven", rezaba el eslogan, acompa?ado de una gran fotografila de Angelina) que misivas dirigidas a compradores potenciales de datos. Uno de esos escritos, rubricado por la candidata Angelina, dec¨ªa: "Distinguido' se?or, el motivo de la presente es para ofrecerle a su empresa la m¨¢s extensa base de direcciones con etiquetas adhesivas, Estados, disquetes... Para mayor informaci¨®n, ll¨¢menos a los tel¨¦fonos...". La oferta de Angoru no era ninguna broma: a cambio de dinero proporcionaba, seg¨²n la documentaci¨®n decomisada, ficheros sobre 14.020 arquitectos, 65.000 ejecutivos, tres millones de ni?os, dos millones de comerciantes, 2.400 periodistas, 22.700 aparejadores, 58.000 taxistas, 123.000 enfermeros, 8.190 dentistas, 950.000 universitarios y 58.500 abogados... En una ocasi¨®n, quiz¨¢ porque alguien le hac¨ªa competencia, envi¨® una carta a la Junta Electoral Central advirti¨¦ndole que hab¨ªa empresas en Espa?a que vend¨ªan el censo por 20 millones de pesetas.
Si Angoru era en Madrid la tapadera de esta intricada trama, el videoclub de Barcelona -situado en la calle de Virgili, 63, y regentado por el tambi¨¦n acusado Francisco Juncas, a la saz¨®n secretario de Organizaci¨®n Nacional del PED- constitu¨ªa otro importante eslab¨®n de la cadena. De algunos clientes del videoclub consiguieron los procesados fotocopias de sus documentos de identidad que luego utilizaron para confeccionar las falsas listas electorales.
Otros candidatos surgieron de personas que acud¨ªan al reclamo de ofertas de trabajo de empresas afines o propiedad de los encausados. Si concurr¨ªan por muchas provincias y les faltaban candidatos para rellenar las listas, se serv¨ªan de otro truco: creaban una asociaci¨®n ben¨¦fica (contra la droga, a favor de la protecci¨®n de los animales..., el anagrama del PED era la cabeza de un perro pastor alem¨¢n) y transformaban en candidatos pol¨ªticos a asociados de buena fe.
?C¨®mo consigui¨® el PED el visto bueno de la Junta Electoral Central para presentarse por primera vez a unas elecciones, en concreto a las de mayo de 1986? Se limit¨® a cumplir la ley. Es decir, basta que tres personas figuren al frente de un partido, se inscriban como tal y presenten su estatuto. En los siguientes comicios, las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 1987, encontraron algunos obst¨¢culos, ya que para participar en ellas la ley establece dos posibilidades: si no hay un partido ya inscrito, los interesados deben reunir 15.000 firmas de apoyo y concurrir como una agrupaci¨®n de electores (as¨ª lo hizo Ruiz-Mateos, por ejemplo); si el partido existe y est¨¢ inscrito (como fue el caso del PED) es imprescindible conseguir la firma o aval de 50 cargos p¨²blicos en activo.
La tarea no fue f¨¢cil, pero el obst¨¢culo se salv¨®. ?C¨®mo? Dos empleadas de la empresa, bien parecidas, se patearon m¨¢s de una decena de min¨²sculos municipios de Madrid en busca de firmas de alcaldes y concejales. "Tenemos un proyecto pol¨ªtico, pero neces¨ªtamos su aval para poder ponerlo en marcha...", explicaban.
En poco tiempo, los dirigentes del PED tuvieron sobre su mesa el aval de media corporaci¨®n municipal del municipio madrile?o de El Molar; de concejales de Paracuellos del Jarama, Humanes, de Morata de Taju?a, de Belmonte del Campo, de Gri?¨®n... Fueron las segundas elecciones del PED. Luego llegaron seis m¨¢s, regionales, locales, generales...
Concurr¨ªan a las zonas m¨¢s apetitosas comercialmente. Antes de cada convocatoria enviaban escritos a las respectivas juntas electorales con las listas de candidatos y la aceptaci¨®n de cada uno de ellos. "Se?or presidente de la Junta Electoral Central. Por la presente le confirmo mi aceptaci¨®n a estar incluido en la candidatura que presenta el PED...". Era Angelina quien enviaba esas cartas, pero las firmas eran falsas en su mayor¨ªa, copiadas de documentos de identidad, seg¨²n las pesquisas.
La Audiencia de Madrid, donde se celebrar¨¢ el juicio, est¨¢ verificando ahora la autenticidad de esas r¨²bricas. En una ocasi¨®n, el PED lleg¨® a presentar 300 candidatos y en el trasiego de listas y nombres hubo algunos repetidos.
Adem¨¢s de en las elecciones europeas de 1987, el PED intervino en las generales de septiembre de 1989 (con listas por Almer¨ªa, C¨¢diz, Ciudad Real, C¨®rba, Cuenca, Girona, Granada, Huelva, Lleida, Madrid, M¨¢laga, Segovia, Sevilla, Tarragona, Valladolid, Toledo y Guadalajara); en las de junio de 1993..., en las auton¨®micas de Andaluc¨ªa y Madrid de mayo de 1989 y abril de 1991... Tras ocho falsas campa?as (con intervenciones en espacios gratuitos de televisi¨®n), las generales de junio de 1993 fueron la puntilla del PED. Una mujer observ¨®, anonadada, que hab¨ªa figurado como candidata en unas elecciones europeas. Su abogado, Pablo la Blanca Mart¨ªnez, mir¨® debajo de la alfombra y sac¨® la mugre.
Angelina, que ha negado ante el juez haber falsificado firmas o vendido el censo que obtuvo del Instituto Nacional de Estad¨ªstica, vivi¨® su ¨²ltima jornada electoral desde la c¨¢rcel. Y su compa?ero de fechor¨ªas, desde la libertad provisional. Pronto se sentar¨¢n ambos en el banquillo de los acusados.
100 millones de gasto en papeletas
La andanzas del PED han salido muy caras. El Estado se gast¨®, para que las papeletas del PED estuvieran en las muchas circunscripciones a las que acudi¨®, m¨¢s de 100 millones. En unas elecciones al Parlamento europeo, el PED present¨® 60 candidatos (casi todos falsos). Tras formalizar los: tr¨¢mites, reclam¨® el censo. En este caso, "y por razones aje nas a los procesados" no se le entreg¨®, pero s¨ª se hicieron cientos de miles de papeletas con sus siglas. En las elecciones locales y auton¨®micas celebradas en Catalu?a y Madrid en 1991 s¨ª consiguieron su objetivo. La Junta Electoral Central le facilit¨® 42 cintas magn¨¦ticas con registros de ocho millones de personas. S¨®lo las papeletas para Madrid del PED costaron entonces a la Comunidad seis millones. Tambi¨¦n le sali¨® caro este partido a la Generalitat de Catalunya y a la Junta de Andaluc¨ªa.
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