Infierno fr¨ªo
"TODO EL mundo habla del tiempo, pero nadie hace nada al respecto". El aforismo atribuido a Mark Twain hace ahora un siglo conserva a¨²n su validez, porque el tiempo sigue estando fuera del control del hombre. Ha avanzado extraordinariamente su previsi¨®n, pero la fiabilidad de los pron¨®sticos meteorol¨®gicos no sobrepasa los tres d¨ªas. El temporal de fr¨ªo, nieve y lluvia que azota a la parte superior del hemisferio norte viene a recordarnos que la naturaleza a¨²n domina al hombre. Las tragedias individuales y colectivas que est¨¢ provocando el temporal en Espa?a y en otros pa¨ªses reflejan que, si mucho se ha progresado en el combate contra los efectos del mal tiempo, a¨²n queda m¨¢s por hacer.En Espa?a, a pesar de que estos temporales generalizados constituyan excepciones, resulta sorprendente c¨®mo este mal tiempo ha sorprendido, a las autoridades p¨²blicas. ?stas, ya sea en materia de tr¨¢fico o de lucha contra las inundaciones, se han visto sobrepasadas: los pueblos aislados, las carreteras cortadas, los puertos cerrados o las inundaciones son hoy la realidad. ?Por qu¨¦ hay ciudades o zonas que anta?o sufr¨ªan inundaciones y que han logrado evitarlas? Porque han hecho las inversiones necesarias -es cuesti¨®n de prioridades en el gasto p¨²blico-, aunque no todo se pueda evitar.
La situaci¨®n requiere ante todo prudencia. No basta ponerle buena cara al mal tiempo. No hay que tentarle, especialmente ante los peligros que llevan consigo los desplazamientos por carretera. Si el progreso ha tra¨ªdo unos medios de locomoci¨®n m¨¢s seguros, tambi¨¦n los ha hecho m¨¢s r¨¢pidos, m¨¢s numerosos y, sobre todo, m¨¢s perentorios, con la aceleraci¨®n del tiempo vital. El mal tiempo se casa mal con las prisas. Y en d¨ªas como ¨¦stos toda prudencia es poca.
Toda solidaridad tambi¨¦n, cuando el temporal tiene efectos desiguales seg¨²n los ingresos de los afectados. Como ocurre siemp e con las grandes cat¨¢strofes naturales. Los indigentes muertos en las calles son hechos que no deber¨ªan ocurrir en sociedades que se dicen desarrolladas. La apertura nocturna a los sin techo de la es taci¨®n de metro de Atocha, en Madrid, constituye s¨®lo un paliativo, que adem¨¢s pierde valor si se les expulsa de madrugada, cuando m¨¢s fr¨ªo hace, para hacer la limpieza. La capital necesita de m¨¢s albergues para unos mendigos que se han multiplicado con la crisis econ¨®mica. El Estado del bienestar no ha cubierto todas las necesidades que ha dejado de afrontar la caridad.
Tras a?os de sequ¨ªa en una gran parte de Espa?a, y tras las aguas del invierno pasado, este temporal puede aportar reservas hidr¨¢ulicas que necesitaremos en el futuro. Lo que supone, a pesar de que cause p¨¦rdidas ahora, una contribuci¨®n futura a la riqueza y bienestar de esta Espa?a en la que combatir un invierno inclemente era incomparablemente m¨¢s duro hace no tanto tiempo. El recalentamiento general de la Tierra -la temperatura media ha subido este siglo en m¨¢s de medio grado- no es, como se ve, incompatible con estos s¨²bitos arrebatos de tiempo polar. La mitolog¨ªa ha creado en Islandia un infierno fr¨ªo. El nuestro es caliente. Por mucho que el Mediterr¨¢neo se vista de ?rtico en estos d¨ªas.
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