?Entrenadores o enterradores?
Despu¨¦s de una hora de achiques, presiones, anticipaciones, choques y maniobras de cierre, el partido Deportivo-Barcelona no hab¨ªa dejado en la memoria absolutamente nada.En el descanso hac¨ªamos el ¨²ltimo intento de buscar alguna muestra de virtuosismo, alguna filigrana, alguna miserable viruta de calidad, y s¨®lo encontr¨¢bamos ese forcejeo pastoso, hecho a la medida de capataces y masajistas, que los entrenadores suelen llamar trabajo de equipo. Los chicos se afanaban todo lo que pod¨ªan, pero lo que nos hab¨ªa sido presentado como el primer partido del siglo del nuevo a?o no merec¨ªa un lugar ni en la historia del f¨²tbol ni en la historia del s¨¢bado.
?D¨®nde estaba la clave de tan absurdo prodigio? Los hechos eran contundentes: la suma de Ronaldo, Renaldo y Rivaldo, m¨¢s Figo, Guardiola, Sergi, Amunike, Djukic, Fran, Martins y Mauro Silva, una tonelada corrida de cracks, no daba ni un solo gramo de f¨²tbol. Considerado como un objetivo de la ciencia, aquel resultado, sin duda inasequible a los bioqu¨ªmicos del Instituto Pasteur, estaba siendo fielmente cumplido por dos ga?anes procedentes del Museo Brit¨¢nico: Bobby Robson y J. B. Toshack. Siglos despu¨¦s de la desaparic¨ª¨®n de Cagliostro, estos afilatuercas hab¨ªan necesitado s¨®lo una hora para invertir el sue?o de los alquimistas. Por fin, hab¨ªa logrado transformar el oro en plomo. Habremos de reconocer que, llevado a alguna escuela de entrenadores, aquel concurso de torniller¨ªa habr¨ªa hecho las delicias del profesorado. ?Has visto qu¨¦ disciplina? Mira, mira qu¨¦ bien ocupan el espacio entre l¨ªneas. F¨ªjate c¨®mo vuelve menganito despu¨¦s de perder el bal¨®n. Pero, al margen de esta farfulla sudorosa, ning¨²n equipo hab¨ªa conseguido hilvanar cuatro pases y, a¨²n peor, ning¨²n mago del regate consegu¨ªa dar cuatro pasos. S¨®lo una servidumbre humana pod¨ªa salvarnos de la desesperaci¨®n: el viejo milagro de la fatiga. Tarde o temprano, los jugadores comenzar¨ªan a acusar los efectos de la asfixia y el aburrimiento. Entonces se desprenter¨ªan de la mara?a t¨¢ctica, recordar¨ªan sus verdaderos nombres y se pondr¨ªan a ganar el partido.
De pronto apareci¨® Ronaldo y sac¨® petr¨®leo de un barril de escabeche, y Rivaldo convirti¨® los pepinos en balones de reglamento, y el azar se encargaba de poner las cosas en su sitio: hora y media despu¨¦s, Toshack y Robson tuvieron lo que merec¨ªan. Gracias a un zafio gol de rebote, uno hab¨ªa perdido la imbatibilidad y el otro hab¨ªa ganado tres puntos suspensivos. Dicho con otras palabras, los dos hab¨ªan perdido el tiempo.
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