Entre cielo e infierno
Un balc¨®n de La Pedriza domina el alto Manzanares, a caballo entre las nieves y la llanura calcinada
En el Siglo de Oro, vituperar al Manzanares era un deporte tan difundido que hasta los cisnes de la corte se enlodaban la pluma con tal de echarle una flor. ?sta, por ejemplo, es de Lope de Vega: "Manzanares, claro / no peque?o, 1 por faltarle el agua, / corre con fuego". Y esta guirnalda de Francisco de Quevedo: "Manzanares, Manzanares, / arroyo aprendiz de r¨ªo... / Muy h¨¦tico de corriente, / muy angosto y muy ra¨ªdo, / yo soy el no avariento, / que en estos inflemos frito, / una gota de agua sola para remojarse pido".En este siglo de oropel, otros son los p¨¢jaros que insultan al m¨¢s castizo (y castigado) de nuestros r¨ªos. Todas las ma?anas, a partir de San Juan, familias numeros¨ªsimas de Dominguerus hispanicus (subespecie matritensis) emigran desde la ciudad hasta las pozas del alto Manzanares, en La Pedriza: all¨ª bullen, rebullen, se zambullen y, cuando a la ca¨ªda de la tarde regresan a sus nidos de hormig¨®n, lo dejan todo lleno de guano. No s¨®lo no han le¨ªdo a los cl¨¢sicos: no leen ni los carteles que, como el a?o pasado, prohib¨ªan el ba?o aguas abajo de la Charca Verde por razones sanitarias. La salmonella, para ellos, debe de ser una variedad de trucha no comestible.
Precisamente las truchas son los ¨²nicos seres que se aventuran Manzanares arriba en oto?o, cuando arrecian las lluvias y el r¨ªo se sacude las miasmas de la can¨ªcula desmelen¨¢ndose en docenas de cascadas. Y en invierno, ni siquiera ellas: s¨®lo cuatro excursionistas que suben a Cerro Ortigoso para escuchar el grito del agua reci¨¦n nacida en los neveros de Cuerda Larga, despe?¨¢ndose a sus pies.
A 1.420 metros de altura, en la ladera oriental de la Maliciosa, Cerro Ortigoso es un balc¨®n entre el cielo n¨ªveo de las. cumbres pedriceras y el infierno de la llanura.
Un balc¨®n para solitarios, que se acercan de ma?ana a La Pedriza a conocer las mocedades del Manzanares, ¨¦sas que no gozaron Lope ni Quevedo, ¨¦sas que nunca gozar¨¢n, como es debido, los domingueros estivales.
Desde Canto Cochino, el excursionista se echar¨¢ a andar carretera arriba hasta el primer desv¨ªo a la, izquierda, que cae a 300 metros del aparcamiento, para ganar suavemente altura por el bosque de pino laricio que puebla esta vertiente de la sierra de los Porrones, Tres kil¨®metros m¨¢s adelante, en la primera curva pronunciada a mano izquierda, abandonar¨¢ el asfalto y seguir¨¢ de frente por una pista de tierra con estupendas vistas de La Pedriza, del embalse de Santillana e incluso del infierno de la capital. Otros dos kil¨®metros, y llegar¨¢ a una nueva revuelta, que tambi¨¦n obviar¨¢ para seguir unas rodadas en la direcci¨®n que tra¨ªa y que le conducir¨¢n, en un periquete, hasta las praderas que alfombran Cerro Ortigoso.
Rodeado por las nieves estratosf¨¦ricas de Cabezas de Hierro, al norte; el espinazo p¨¦treo de las Milaneras, al este, y el macizo de La Pedriza anterior, al sureste, el excursionista sentir¨¢ abolirse el tiempo mientras se zampa las provisiones en lo m¨¢s alto del promontorio. De la siesta subsiguiente, arrullado por el fragor del Manzanares precipit¨¢ndose en el vecino abismo de los Canalizos, nada cabe decir, salvo que pocos sue?os se parecen tanto al coma profundo.
Ya de tardecica, el caminante regresar¨¢ siguiendo la cerca de piedra que corre hacia el sur desde Cerro Ortigoso hasta casi la Charca. Verde, y luego la pista que bordea el Manzanares. Y, con el sol ya bajo y un poco de suerte, contemplar¨¢ uno de esos crep¨²sculos ¨ªgneos que s¨®lo se ven en La Pedriza. Como aqu¨¦l de 1915 que enamor¨® a Constancio Bemaldo de Quir¨®s: "El espect¨¢culo maravilloso de aquel color pur¨ªsimo de generosa sangre corriendo sobre la superficie de la monta?a dur¨® breves segundos, menos que nuestro estado de suspensi¨®n completa. Nunca hemos vuelto a ver sonrojada a La Pedriza. Pero desde aquel punto, nuestra opini¨®n se ha modificado profundamente en cuanto a ella, crey¨¦ndola, en definitiva ' m¨¢s humana y benigna, mas mujer que antes pod¨ªamos suponerla".
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