El hombre del momento
El joven Tiger Woods revoluciona el mundo del deporte
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Oyendo cont¨¢rselo a su padre, el viejo Earl Woods, teniente coronel de los boinas verdes en la guerra de Vietnam, Eldrick Tiger Woods significa algo m¨¢s de lo que aparenta en la distancia, un mucho m¨¢s que la imagen que da de telepredicador metido a golfista. Oyendo a cualquier especialista en marketing de Nike, la marca que le equipa a precio de ri?¨®n y medio, Tiger Woods es tambi¨¦n algo m¨¢s de lo que aparenta, un jugador de golf joven y tremendamente dotado. Oyendo a sus rivales, los curtidos y veteranos profesionales, el tigre que se les ha ca¨ªdo encima es algo m¨¢s que el jugador que les ha derrotado en uno de cada tres torneos que ha disputado. Para el p¨²blico, que asiste m¨¢s que nunca a los torneos en los que participa, el jugador de 21 a?os reci¨¦n cumplidos es mucho m¨¢s que cualquier otra figura actual o no. Y, en realida, ?qu¨¦ tiene Tiger Woods para ser m¨¢s de lo que aparenta ser?Su padre y los de Nike, con quien el golfista ha firmado un contrato de cinco a?os por 40 millones de d¨®lares (unos 5.300 millones de pesetas) hablan de trascendencia y de momento; el p¨²blico, de carisma; sus rivales, de imposici¨®n; la prensa, de todo un poco, pero tirando por alto. Ya el SportsIllustrated, la revista deportiva de referencia en Estados Unidos, pide la sangre de aquellos que dudaban que Woods mereciera el t¨ªtulo de deportista del a?o que le concedi¨® la publicaci¨®n por delante de Michael Johnson. Ni siquiera la irrupci¨®n en los a?os 70 de Severiano Ballesteros, el pen¨²ltimo hombre en llevar sangre fresca a las moquetas de los campos de golf, le llegar¨ªa, en t¨¦rminos de repercusi¨®n, a los talones al ruidoso estruendo provocado por el joven californiano. Eran otros tiempos, no est¨¢bamos tan cerca del fin del milenio, el primer enganche para la trascendencia del tigre. Y tampoco el c¨¢ntabro pod¨ªa alardear de llevar sangre de cinco razas en sus venas, el punto ecum¨¦nico de la personalidad de Woods: sangres cherokee, china, europea y africana, por parte de padre, y tailandesa de madre. Y una piel negra que brilla en el blanqu¨ªsimo mundo del golf. Justo cuando m¨¢s se le necesitaba, cuando el golf languidec¨ªa en su mediocridad, o sea, en su momento.
Puede ser que Mozart causara id¨¦ntico revuelo en las cortes del siglo XVIII. No se quedan cortos los ex¨¦getas de Woods, no. Se dice que en vez de sonajero llevaba un putter serrado cuando andaba a gatas; que a los ocho meses golpeaba la bola con estilo; a los dos a?os ya apareci¨® en un programa de televisi¨®n como ni?o prodigio; a los cinco en otro, el famoso Esto es in cre¨ªble; despu¨¦s gan¨® cinco mundiales j¨²nior; luego tres Open de Estados Unidos para aficiona dos; pas¨® al circuito profesional a finales de agosto, con 20 a?os. Antes de dar el primer golpe pagado, y aconsejado por McCormack, el agente que cre¨® la IMG, el tercer poder del deporte, ya firm¨® el s¨²per contrato con Nike que le da m¨¢s dinero publicitario que a cualquier otro golfista, y otro de 20 millones de d¨®lares con las bolas Titleist; en cinco meses ha jugado nueve torneos del circuito, ha ganado tres y ha superado la barrera del mill¨®n de d¨®lares. Asusta a sus rivales: su ¨²ltimo triunfo, hace ocho d¨ªas, lo consigui¨® antes incluso de dar a la bola en el desempate de La Costa; su rival, Tom Lehman, que ha logrado llegar a la cima a los 37, tembl¨® tanto con el hierro seis en su mano que tir¨® la suya al agua.
O sea, Mozart, pero mejor: toda su energ¨ªa es creadora, no sabe lo que significa autodestrucci¨®n. "Tengo claro que quiero ser un modelo para la sociedad", dice Woods. Su primer anuncio para Nike fue una denuncia del racismo en el golf que puso nerviosos a los ejecutivos de la PGA. Con ello saldaba parte de su cuenta con la marginaci¨®n sufrida de chaval por el color de su piel. La otra parte la quiere saldar ganando todos los torneos en los que participa. Una asociaci¨®n pro comida sana le ha pedido a Woods, que declara que su comida favorita es la hamburguesa, que no haga publicidad de McDonalds. Son, oyendo a su padre, sin duda, los primeros pasos de su trascendencia m¨¢s all¨¢ del deporte. "S¨¦ que mi hijo ser¨¢ el personaje m¨¢s in fluyente en la historia de la humanidad", dice su padre, inflamado con una visi¨®n c¨®smico-m¨ªstica de la vida. Un aura de predestinaci¨®n al que tambi¨¦n aporta sus granos Kultida, la madre del golfista, a quien ha transmitido su budismo. Ella, a quien un sacerdote le augur¨® que se dedicara a lo que se dedicara su hijo ser¨ªa el mejor en todo.
Dicen que el buda de madre perla que guarda en un caj¨®n y el de oro que cuelga de su cuello son los que le dan al golfista la tranquilidad sobrenatural en el momento de apuntar, colocar su cuerpo y golpear la bola m¨¢s lejos que nadie. Y que el valor se lo da su apodo: se llama Tigre por que as¨ª lo quiso su padre en honor a otro Tigre, un conmilit¨®n survietnamita desaparecido en combate. Y que nadie se lo discuta a su padre, a Nike, al p¨²blico, a la PGA, a la prensa: la historia no es falsa.
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