?A por ellos, que son de regad¨ªo!
En el diario La Vanguardia del ¨²ltimo s¨¢bado se recuerda la arenga que, seg¨²n la tradici¨®n, Ram¨®n Cabrera y Gri?¨®, el general carlista, dirigi¨® a los suyos cuando desde lo alto de un cerro pelado divisaban a sus pies un valle feraz que era su pr¨®ximo objetivo: "?A por ellos, que son de regad¨ªo!". Dicen que as¨ª es tambi¨¦n el grito de guerra de los juramentados en la plataforma digital. En todo caso, es un peque?o episodio, como tantos otros, que conviene salvar del olvido y de la tergiversaci¨®n si hemos de cumplir los deberes de guardar la memoria democr¨¢tica prescritos por el siempre certero profesor Jos¨¦ Vidal Beneyto. De la serie de ejemplos que adujo en el art¨ªculo que public¨® EL PA?S en su p¨¢gina 13 el 26 de octubre de 1996, con los que pretend¨ªa confirmar su tesis sobre la ola de asimilaci¨®n tergiversadora de la historia que nos invade, s¨®lo aparece un reproche inmerecido. El que se refiere al Premio de Periodismo Salvador de Madariaga, que cada a?o convocan la Representaci¨®n del Parlamento Europeo y la Representaci¨®n de la Comisi¨®n Europea y que entrega la infanta do?a Cristina. El profesor debe saber que quienes propusieron nombrar el premio citado con esa advocaci¨®n han recordado sin escamoteos en cada convocatoria el entero perfil pol¨ªtico de Salvador de Madariaga como luchador c¨ªvico para la recuperaci¨®n de las libertades, conculcadas durante d¨¦cadas por la dictadura franquista, as¨ª como su papel protagonista en el contubernio de M¨²nich.Aquel contubernio pretend¨ªa para Espa?a algo tan revolucionario como la convocatoria de elecciones generales libres. Intento que llev¨® a sus valedores a la deportaci¨®n, al exilio, a la exclusi¨®n social y a la difamaci¨®n p¨²blica impuesta por aquel r¨¦gimen del que tantas cosas vienen. La adversidad pol¨ªtica desatada entonces hacia los afines del Movimiento Europeo llev¨® a algunos a preferir el desenganche. Se produjeron algunas bajas de gentes que despu¨¦s alcanzar¨ªan a ser muy notables. Los m¨¢s atemorizados se borraron incluso de la AECE (Asociaci¨®n Espa?ola de Cooperaci¨®n Europea). Claro que, por una vez, gracias a la tenacidad de Joaqu¨ªn Satr¨²stegui la memoria de aquellos intentos qued¨® registrada de modo fidedigno en un volumen, que edit¨® Tecnos bajo el t¨ªtulo Cuando la transici¨®n se hizo posible. Aquel contubernio lo recordaba Fernando ?lvarez de Miranda el pasado 10 de enero en la Asamblea del Consejo Federal Espa?ol del Movimiento Europeo reunida para elegir presidente a Jos¨¦ Mar¨ªa Gil Robles y Gil Delgado y relevar al dimitido Carlos Mar¨ªa Br¨² Pur¨®n.
En estos d¨ªas se anuncian las conmemoraciones del 60? aniversario de Radio Nacional de Espa?a. Tal vez ser¨ªa una buena oportunidad para empezar por cambiarla de nombre, de forma que dejara de evocar la Espa?a sublevada de los franquistas frente a la Espa?a de la legalidad republicana. ?Qu¨¦ tal, en adelante, llamarla Radio Espa?a?, ahora que la emisora con ese nombre ha quedado bajo bandera mexicana. Otra opci¨®n ser¨ªa la de Radio Espa?ola, siguiendo la estela de la vecindad compartida en Prado del Rey con la Televisi¨®n igualmente apellidada. En todo caso, deber¨ªa evitarse que la emisora cumpla los 60 a?os administr¨¢ndonos recuerdos recalentados bajo una ¨®ptica hemipl¨¦jica, que conduce de modo inevitable a la falsificaci¨®n. Esas parcialidades y amnesias, aunque suelan adobarse de entra?able afecto a los mayores recubiertos por la inocencia de la ancianidad, est¨¢n f¨¦rreamente prescritas para ahorrar incomodidades a quienes todav¨ªa activos en la pol¨ªtica o en la profesi¨®n period¨ªstica protagonizaron o se lucraron de aquellas ¨¦pocas mientras arrojaban impasibles a las tinieblas exteriores a cuanto desafecto ten¨ªan al alcance, que, una vez convertido en v¨ªctima, permit¨ªa reclamar un salto en la escala de las lealtades inquebrantables y retribuidas.
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