En familia
, La novillada se celebr¨® en familia. Pese al loable fin del festejo y el asequible precio de los boletos, no m¨¢s de 500 personas acudieron a la plaza. O sea, cuatro gatos mal contados.
Ante tan escasa concurrencia, el novillero local Eduardo Flores desaprovech¨® una buena oportunidad de relanzar su carrera a las mismas puertas de Madrid. Se le vio con el l¨®gico poco sitio de quienes andan ayunos de contratos y, lo que de verdad es grave, corto de valor. La novillada le vino grande. Aunque ah¨ª qued¨® el gesto de actuar gratis y ante novillos en apariencia ¨ªntegros.
Hizo lo mejor de la funci¨®n con el noble tercer novillo, en una faena basada casi exclusivamente en la mano izquierda. Con airosos doblones se lo sac¨® a los medios y all¨ª le dio tres tandas de naturales -unos templados y con enjundia, otros deslavazados- y dos buenos pases de pecho, relajada la figura. Se tir¨® a matar por derecho y cobr¨® un pinchazo y una estocada, de la que sali¨® trompicado.
Seis ganader¨ªas / Flores
Novillos de Ceferino Capilla, Saboya, Alejandro V¨¢zquez, Dolores Aguirre, Cuadri y Jos¨¦ V¨¢zquez: desiguales de presentaci¨®n, manejables excepto 2?, bronco; 4?, de Aguirre, bravo y encastado.Eduardo Flores, ¨²nico espada: ovaci¨®n y saludos; silencio; oreja; silencio; leve petici¨®n y oreja; leve petici¨®n y oreja. Sali¨® a hombros. Plaza de San Sebasti¨¢n de los Reyes, 2 de febrero. Novillada matinal a beneficio de los refugiados de Zaire. Escasa entrada.
El cuarto, de gran trap¨ªo, fue un novillo excelente. Derrib¨® en un largu¨ªsimo primer puyazo, a pesar de la carioca del picador, y apret¨® en un segundo encuentro, en el que recibi¨® tres puyazos m¨¢s, y lleg¨® a la muleta con boyant¨ªa. Flores no lo entendi¨®.
Tampoco a los restantes novillos, que no se com¨ªan a nadie, excepto el segundo -terciado pero astifino- que desarroll¨® mucho peligro y con el que Flores pas¨® algunas fatigas.
El pe¨®n Brice?o se llev¨® un buen susto. Al iniciar la brega del cuarto novillo, cay¨® ante la cara del animal; esper¨® a que se le arrancase y se hizo ¨¦l mismo el quite desde el suelo con el capote. Eso se llama torear tumbado.
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