Los deberes escolares, caballo de batalla electoral en el Reino Unido

, Los deberes escolares han encontrado nuevos adeptos en el Reino Unido fuera de las aulas. En pleno periodo preelectoral, Tony Blair, jefe de la oposici¨®n laborista, los ha presentado como una de las tareas intr¨ªnsecas de la educaci¨®n. Tanto le gustan al candidato a primer ministro brit¨¢nico, que ha propuesto convertirlos en una actividad obligatoria: 30 minutos diarios para los alumnos de primaria y 90 minutos en la secundaria. El Gobierno conservador, que comparte esta querencia por el trabajo despu¨¦s de las lecciones, ha rechazado con iron¨ªa la idea. No se puede imponer un horario a las decisiones de cada profesor. La pol¨¦mica est¨¢ en la calle y educadores, padres y pupilos han aprovechado la ocasi¨®n para hacerse o¨ªr.Todos reconocen las virtudes del estudio a solas, "independiente" seg¨²n la terminolog¨ªa educativa, siempre que est¨¦ bien estructurado. Si los deberes impuestos son demasiado dif¨ªciles o sobrepasan ciertos l¨ªmites, precisamente de tiempo, para ser realizados, entonces pueden ser contraproducentes. "No me gusta que los pol¨ªticos impongan un horario de esta clase. Los deberes acabar¨¢n convirti¨¦ndose en un ingrediente m¨¢s de la burocracia escolar", ha dicho David Hargreaves, experto en educaci¨®n de la Universidad de Cambridge y partidario de los mismos.

Un a?o m¨¢s

Seg¨²n sus propias investigaciones, las escuelas que los piden con rigor acaban a?adiendo un a?o m¨¢s' a los cinco de la secundaria. "Si no se preocupan, es como si . el alumno perdiera ese mismo a?o", a?ade. De modo que cree en su validez y eficacia siempre que el volumen del trabajo exigido sea decidido en cada centro docente.

A los padres siempre les han gustado los deberes porque mantienen a sus hijos ocupados y lejos de la calle, sobre todo en barrios deprimidos. Sin embargo, el propio Hargreaves advierte que no todos los hogares son el mejor lugar para el estudio en silencio.

Para no marcar a¨²n m¨¢s las diferencias de clase en una sociedad tan consciente de su existencia como la brit¨¢nica, ¨¦ste y otros expertos patrocinan la apertura de centros municipales o clubes donde se pueda trabajar a gusto. Con todo, las tareas fuera del horario lectivo s¨®lo ayudar¨¢n al menor en su desarrollo intelectual si fomentan su inter¨¦s y capacidad de elecci¨®n.

Hace un siglo, cuando empezaron a imponerse en los internados brit¨¢nicos, s¨®lo serv¨ªan para aprobar ex¨¢menes oficiales centrados en la memorizaci¨®n. Con el tiempo, se han ido transformando en una manera de estimular la b¨²squeda de fuentes de informaci¨®n externas al aula.

Desde 1986, a?o en que el Ministerio de Educaci¨®n estren¨® su control de calidad con las listas de los mejores y peores centros, el mayor problema es el tama?o de la carga depositada a diario sobre cada alumno. "Son esenciales para su educaci¨®n. Consolidan las lecciones aprendidas y preparan para las nuevas", en palabras de James Sabber-Clare, director de Winchester, una escuela que env¨ªa alrededor de 50 inscritos anuales a Oxford o Cambridge.