Pol¨ªtica y Estado en Am¨¦rica Latina
Hace unos d¨ªas se llev¨® a cabo en el pueblo de Tepoztl¨¢n (M¨¦xico) la tercera reuni¨®n de un grupo de pol¨ªticos y acad¨¦micos latinoamericanos que buscan redefinir los t¨¦rminos de una alternativa al actual esquema regional en materia econ¨®mica, social y pol¨ªtica. Organizado por el pensador brasile?o Roberto Mangabeira Unger, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard, y el autor de este art¨ªculo, dicho grupo se hab¨ªa reunido anteriormente en la ciudad de M¨¦xico y en San Jos¨¦ de Costa Rica con el prop¨®sito de construir coincidencias entre pol¨ªticos de Am¨¦rica Latina, tanto de centro como de izquierda, y de acad¨¦micos de diversos ¨¢mbitos ideol¨®gicos, y proponer un camino diferente para las sociedades de la regi¨®n. De esta reuni¨®n de M¨¦xico se comienzan a desprender algunas convergencias, tenues pero significativas, en torno a determinados puntos de fondo.El primero consiste en la l¨®gica de la propuesta. A diferencia de los temores o de las esperanzas esgrimidas en ciertos c¨ªrculos sobre una especie de reacci¨®n populista trasnochada contra los fracasos de las reformas econ¨®micas en la regi¨®n, el intento del grupo en cuesti¨®n reside en dise?ar una nueva propuesta, que sea a la vez diferente del esquema actual, del llamado consenso de Washington y del proyecto populista de antes, y tambi¨¦n de una versi¨®n socialdem¨®crata edulcorada o con conciencia social. Su sentido consiste justamente en la novedad del tema, no en la repetici¨®n de andamiajes te¨®ricos y pol¨ªticos ya existentes, ya sea locales, ya sea procedentes de Europa o de Asia oriental.
Antes de rese?ar los nombres de algunos participantes argentinos, brasile?os, chilenos y mexicanos que han asistido a las reuniones conviene destacar dos o tres de las tesis centrales hacia las cuales parece orientarse el grupo. En primer t¨¦rmino, se ha discutido ampliamente el tema del refinanciamiento del Estado latinoamericano. No hay oposici¨®n entre una econom¨ªa democratizada de mercado y un Estado fuerte y enriquecido. Al contrario, en un contexto social caracterizado por desigualdades extremas y un medio econ¨®mico marcado por oligopolios, carteles y nepotismo, un Estado actuante es una condici¨®n de un funcionamiento adecuado del mercado. Para lograr ese refinanciamiento de un Estado fuerte tienen que descartarse las opciones tradicionales: la captaci¨®n de rentas extraordinarias mediante la nacionalizaci¨®n de ciertos recursos naturales o actividades, el endeudamiento externo o el recurso a d¨¦ficit presupuestarios abultados.
De all¨ª que s¨®lo exista la opci¨®n de financiar al Estado mediante impuestos, como en todas partes del mundo, tomando en cuenta que las cargas tributarias en casi toda Am¨¦rica Latina son terriblemente inferiores no s¨®lo a las de Europa o Estados Unidos, sino tambi¨¦n ¨¢ las de Asia oriental. Pero como la elevaci¨®n del impuesto sobre la renta entra?a todo tipo de inconvenientes y obst¨¢culos, el grupo ha contemplado la posibilidad de gravar mucho m¨¢s fuertemente el consumo, sobre todo a trav¨¦s del IVA. Se parte de un hecho indiscutible: si bien los impuestos indirectos como el IVA son los m¨¢s regresivos, tambi¨¦n es cierto que los efectos redistributivos m¨¢s notables de la pol¨ªtica fiscal se dan del lado del gasto, no de la recaudaci¨®n.
As¨ª, es bien sabido que las naciones de Europa occidental, en las que los impuestos sobre el consumo como el IVA representan una parte preponderante de la recaudaci¨®n, tienen sociedades mucho m¨¢s igualitarias que Estados Unidos, donde no existe un impuesto nacional sobre el consumo, donde el impuesto sobre la renta es el m¨¢s importante, y que tiene la sociedad m¨¢s desigual de todas las naciones industrializadas.
El segundo punto de convergencia inicial del grupo ha sido en torno a la idea conocida de los derechos sociales. En la mayor¨ªa de los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, la educaci¨®n, la salud, la vivienda, la ayuda a la ni?ez, una pensi¨®n digna y alg¨²n tipo de ingreso m¨ªnimo
o bien son inexistentes -a determinados grados de calidad- o bien se encuentran estrechamente vinculados al empleo. Se sigui¨® el esquema europeo af¨ªn a sociedades que antes gozaban del pleno empleo. La idea diferente consiste en establecer paquetes crecientes de derechos sociales para todos los ciudadanos, desvinculados del empleo, financiados con los recursos procedentes de la mayor carga tributaria. Tendr¨ªan coberturas universales, pero enfatizando a los sectores donde su impacto ser¨ªa mayor: la ni?ez, las mujeres, las familias dirigidas por mujeres solteras. Dichos derechos sociales combinar¨ªan lo mejor del sistema norteamericano de entitlements, es decir, no estar sujetos al empleo, con el Estado asistencial europeo, es decir, la universalidad de los derechos, sin limitaciones testamentarias (s¨®lo para pobres, s¨®lo para negros, s¨®lo para madres solteras, s¨®lo para ni?os de hogares encabezados por mujeres). Ser¨ªan tambi¨¦n exigibles y permanentes, es decir, no sujetos a recortes presupuestales. Esto liberar¨ªa a las empresas de una parte de las cargas sociales transfiri¨¦ndolas a la sociedad en su conjunto.
El tercer punto clave, sin embargo, se refiere justamente a la insuficiencia de cualquier pol¨ªtica social compensatoria, ya sea. en su vertiente corrupta y autoritaria como Solidaridad en M¨¦xico, ya sea siquiera en su aspecto m¨¢s socialdem¨®crata como en Brasil o Chile. Para el grupo amplio de pol¨ªticos que se ha venido reuniendo desde febrero del a?o pasado, no existe lucha eficaz contra la desigualdad que no parta de un combate productivista y "duro" contra el dualismo de las econom¨ªas latinoamericanas.
En efecto, desde hace tiempo, pero sobre todo de manera reciente, las econom¨ªas de la regi¨®n se han ido escindiendo en dos: un sector moderno, orientado hacia fuera, competitivo y pr¨®spero, pero de dimensiones min¨²sculas en cuanto a empleo y capacidad de absorci¨®n del mismo; y
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otro, abocado hacia el mercado interno, de baja productividad e ingresos, pero donde trabaja o vive la enorme mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Sin un esfuerzo deliberado, descentralizado y productivista, basado en una alianza entre empresa privada, Estado y trabajadores, ser¨¢ imposible lograr la incorporaci¨®n de la retaguardia a la vanguardia. Sin ese empe?o, ha sido imposible, por ejemplo, que S¨¢o Paulo absorba a la poblaci¨®n del noreste brasile?o, o que la industria maquiladora del norte de M¨¦xico aumente sensiblemente la proporci¨®n de insumos nacionales que consume desde 1965. Sin duda, para ello, como para lograr el consenso tributario indispensable para el refinanciamiento del Estado se requiere de una transformaci¨®n del Estado latinoamericano, el grupo examin¨® un programa m¨ªnimo de democratizaci¨®n de la pol¨ªtica y del Estado en Am¨¦rica Latina. Incluye la reforma del financiamiento de las campa?as electorales, la reestructuraci¨®n de los medios masivos de comunicaci¨®n, la introducci¨®n de diversas iniciativas ciudadanas como referendos y la revocaci¨®n de mandatos, y una gran reforma en materia de responsabilidad gubernamental.
Por ¨²ltimo, el grupo latinoamericano ha procurado fijar los par¨¢metros estrictamente pol¨ªticos de su cometido. En una palabra, se trata de lograr un recambio de alianzas a escala continental. All¨ª donde el centro del espectro pol¨ªtico se ha aliado principalmente con la derecha durante estos ¨²ltimos a?os habr¨ªa que lograr que ese centro se desplazara hacia la izquierda. Esta ¨²ltima, en la mayor¨ªa de los casos, ya sabe que no podr¨¢ ganar sola una elecci¨®n presidencial, sobre todo ahora que en todos los pa¨ªses del continente -con la excepci¨®n de M¨¦xico y Venezuela- prevalece el sistema de dos vueltas. Y el centro comienza a percatarse de que termina por hacer la pol¨ªtica de la derecha, ya que ¨¦sta dispone de aliados internos y externos mucho m¨¢s poderosos. Existen, por tanto, alicientes para esta sustituci¨®n de alianzas, que podr¨ªan fincarse en un esbozo program¨¢tico como el que se ha se?alado.
El grupo que se ha reunido, y en el cual no siempre figuran los mismos personajes, abarca a pol¨ªticos que van desde el ex presidente de Brasil Itamar Franco hasta Luis Ignacio da Silva, Lula, en Brasil; desde Ciro Gomes, del Partido Social Dem¨®crata Brasile?o, hasta Jos¨¦ Dirceu, presidente del Partido de los Trabajadores; desde Chacho ?lvarez y Graciela Fern¨¢ndez Meijide, del Frepaso argentino, hasta Pilo Bord¨®n, candidato a la presidencia por el Frepaso en 1995, y Federico Storani, vicepresidente de la Uni¨®n C¨ªvica Radical; desde Vicente Fox, de Acci¨®n Nacional en M¨¦xico, y los independientes Manuel Camacho y Adolfo Aguilar Zinser, David Ibarra del PRI; desde Carlos, Ominami, en Chile, ¨¢lter ego I, del socialista Ricardo Lagos, puntero en todos las encuestas para la pr¨®xima elecci¨®n presidencial, hasta John Biehl, actual embajador democristiano de Chile en Washington.
Nada garantiza el ¨¦xito de un esfuerzo de esta naturaleza. Pero el hecho de haber podido comprometer a pol¨ªticos de primera l¨ªnea con tesis, documentos y una estrategia de largo plazo, y de poder desarrollar esas tesis con imaginaci¨®n y sin dogmas, es ya un paso adelante. Faltan muchos, pero los primeros ya se han dado.
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