Asuntos normales
Los dementes del crimen del rol planearon hacerse los locos en el caso de que fueran apresados. Quiz¨¢ en alg¨²n momento de lucidez recordaron la m¨¢xima sobre la mujer del C¨¦sar, que adem¨¢s de ser honrada ten¨ªa que parecerlo. Los psic¨®patas viven en un mundo, el nuestro, que es el suyo, donde est¨¢n obligados a llevar vidas de personas normales, as¨ª que no hay manera de que nos detectemos mutuamente. El loco principal de toda esta historia era un estudiante modelo. A la sociedad le tranquilizan mucho los buenos estudiantes. Cualquiera que sea capaz, suponemos, de permanecer horas sobre las p¨¢ginas de una asignatura, rumiando cosas que no tienen nada que ver con la realidad, ha entrado en el sistema dejando de ser peligroso.Uno ha visto algunos libros de texto pensados para adolescentes y cree que entre esas materias (o su modo de transmitirlas) y la realidad no existe ning¨²n v¨ªnculo posible. Hay que estar algo ido, pues, para sacar matr¨ªculas de honor todo el rato (piensen en la Thatcher, por poner un ejemplo no nacional de n¨²mero uno de su promoci¨®n). Quiz¨¢, en fin, el alarmante grado de fracaso escolar que padecemos constituya un signo de salud mental por parte de los individuos, aunque un s¨ªntoma de enfermedad consuntiva para la sociedad productora de suspensos.
As¨ª que muchos locos disimulan su enfermedad ejerciendo de buenos estudiantes, magn¨ªficos trabajadores, esforzados padres de familia. Se ajustan, en fin, al patr¨®n de normalidad vigente y luego, cuando los cazan, no dan con la manera de demostrar su desvar¨ªo. Ah¨ª tienen a los muchachos del juego del rol. O al "violador de Pir¨¢mides", Arlindo, un tipo homologado que llegaba a las ocho de la ma?ana en punto a su trabajo y ayudaba a los vecinos a colocar la goma del Butano sin cobrarles un duro. Obligado desde el colegio, para que las chicas no se rieran de ¨¦l, a aparentar una normalidad extra?a a sus intereses, consigui¨® violar a 40 mujeres en tres a?os. A ver c¨®mo demuestra ahora que est¨¢ loco con ese matrimonio tan normal y ese trabajo de instalador de gas, tan natural, y un coche de fabricaci¨®n alemana para ir al campo con los ni?os los fines de semana. Si quiere que los jueces se den cuenta de su problema mental, tendr¨¢ que fingirse demente tambi¨¦n, tal como hab¨ªan previsto los asesinos de Carlos Moreno, tachados por algunos informes psicol¨®gicos de psic¨®patas que fingen estar locos. ?Acaso es m¨¢s saludable un loco que finge ser psic¨®pata?
El "violador de Pir¨¢mides" fue detenido en la casa de sus suegros normales y parece que suspir¨® con alivio mientras le esposaban. "Ya era hora", dijo. Seguramente no le cab¨ªa en la cabeza que hubieran tardado tanto tiempo en darse cuenta de esta afici¨®n a violar, a la que dedicaba una jornada laboral completa de lunes a viernes. Una parte de ¨¦l, en fin, deseaba que le cogieran, pero la otra continuaba ejerciendo de yerno, que constituye una de las formas de normalidad m¨¢s aceptada, junto a la de estudiante modelo. Los psiquiatras, a la vista de este vulgar curr¨ªculo dir¨¢n que se trata de un tipo corriente: un psic¨®pata con una afici¨®n desmedida al sexo violento.-?Pero c¨®mo va a ser normal un violador masivo de esta naturaleza? ?Acaso es compatible ser normal con merodear durante horas junt¨® al Vicente Calder¨®n en busca de mujeres a las que agredir antes de cenar unas verduras rehogadas en casa de los suegros?
-S¨ª, se?or, del mismo modo que se pueden compatibilizar 90 pu?aladas con una nota media alta en COU.
-Pero es que adem¨¢s de las 90 pu?aladas, le serraron la espina dorsal al cad¨¢ver y le arrancaron las cuerdas vocales.
-Eso era sin duda para aparentar que estaban locos, pero no son m¨¢s que dos pobres psic¨®patas de tres al cuarto.
Los informes de los forenses normales dejan siempre un poso inquietante en la conciencia. Javier Rosado, el cabecilla de las aventuras del rol, comprendi¨® esta paradoja y en lugar de hacerse el loco se hizo el normal durante todo el juicio. Por eso daba tanto miedo. Ahora habr¨¢ que ver si las leyes funcionan con normalidad o se ven en la obligaci¨®n de fingirse imparciales. No sabe uno qu¨¦ es peor.
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