Nuevos in¨¦ditos de Cort¨¢zar, a los 13 a?os de su muerte
Los textos han sido rescatados por Aurora Bern¨¢rdez y saldr¨¢n este a?o
Una de las razones que confirman la vitalidad de un escritor m¨¢s all¨¢ de su muerte es el cari?o de sus lectores. Los de Julio Cort¨¢zar no tendr¨¢n esta vez que rendirse a la nostalgia: una serie de textos in¨¦ditos, entre los que figura el poema que se publica en esta p¨¢gina, han sido rescatados por Aurora Bern¨¢rdez, su viuda y heredera. Alfaguara los publicar¨¢ a lo largo del a?o en una edici¨®n no venal destinada a los incondicionales del autor de Rayuela. Mientras tanto, la Biblioteca Cort¨¢zar sigue adelante con dos pr¨®ximos t¨ªtulos, Queremos tanto a Gl¨¦nda y Los premios, y las diez ediciones que se han hecho de sus Cuentos Completos en Espa?a y Am¨¦rica confirman que el escritor cautiva a las nuevas generaciones.
, El 12 de febrero de 1984, Julio Cort¨¢zar muri¨® en Par¨ªs. Una de esas cosas que pasan y que tan dif¨ªciles resultan de creer, sobre todo cuando, como fue su caso, conserv¨® hasta el final esos rasgos de adolescente que pase¨® siempre por el mundo, y esas ganas de apasionarse por todo para convertirlo despu¨¦s en literatura. En 1957, un mont¨®n de a?os antes, el que muri¨® fue Oliver Hardy, el Gordo. Cort¨¢zar escribi¨® entonces el poema, hasta ahora in¨¦dito, que se reproduce en estas p¨¢ginas. Fue tambi¨¦n otra de esas cosas que pasan y que no se pueden creer. Por eso escribi¨® Cort¨¢zar que seguro que el Gordo "se escapar¨¢ corriendo del velorio", para volver a hacer de las suyas, y "podamos re¨ªrnos todav¨ªa". Como Hardy, Cort¨¢zar fue todo el rato un fidel¨ªsimo c¨®mplice de la risa. Y sab¨ªa, desde ni?o, que cerca de la risa siempre anda merodeando la muerte. Lo escribi¨® en La vuelta al d¨ªa en ochenta mundos: "Entre las frases que m¨¢s am¨¦ premonitoriamente en la infancia figura la de un condisc¨ªpulo: '?Qu¨¦ risa, todos lloraban!'Quiz¨¢ lo correcto fuera, en un d¨ªa como hoy, llorar de nuevo la muerte del escritor argentino. Es muy posible, entonces, que desde el otro lado de la vida Julio Cort¨¢zar, tan incorrecto siempre, explotara en una carcajada. Y tendr¨ªa raz¨®n aquel condisc¨ªpulo de su ni?ez: con tantos libros en las pupilas de tantos lectores, con el alboroto que siguen armando sus textos, "?Qu¨¦ risa, todos lloraban!".
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