Luto con escamas
Quinientas personas entierran la sardina y el carnaval
, El ¨²ltimo d¨ªa del carnaval no s¨®lo se entierra un pescado, se entierra, adem¨¢s, el pecado. Hasta que acabe la Cuaresma. Pero son historias de abuelos que a?o tras a?o recuerdan los integrantes de la Alegre Cofrad¨ªa del Entierro de la Sardina. Son los encargados de animar el evento con charangas, colorido (en blanco y negro) y de "seguir la tradici¨®n". "Los cuatro gatos que ¨¦ramos antes nos hemos convertido en unos sesenta", seg¨²n uno de sus miembros.La tarde de ayer fue soleada aunque un molesto viento racheado mov¨ªa los velos de las desconsoladas pla?ideras, las capas de los cofrades y los estandartes de alegres colores que portaban. Otros aditamentos del vestuario eran los sombreros de copa y las insignias plateados con motivos de pescader¨ªa. La indumentaria de rigor (rigor mortis, se entiende) se completaba con pa?uelos blancos donde desahogar las penas y las gafas de sol para tapar el dolor. Tan falso como las l¨¢grimas pintadas en muchas mejillas.
Conscientes de la fugacidad del momento, muchos participantes de la pagana procesi¨®n se inmortalizaron con amplio despliegue de c¨¢maras fotogr¨¢ficas. Sobre todo al inicio, en la placeta entre las dos ermitas gemelas de San Antonio de La Florida. Desde all¨ª, una media hora despu¨¦s de lo previsto, partieron los cerca de quinientos enlutados. "?Con lo buena y rica que era!", se lamentaban recordando a la sardina. "?Qu¨¦ dolor, qu¨¦ mal trago!".
El alcohol convirti¨® la divisi¨®n entre espectadores y protagonistas en casi imperceptible. La comitiva absorb¨ªa a los curiosos: por las aceras, los disfrazados cofrades paseaban en busca de bares donde avituallarse. Los observadores, vecinos de la colonia del Manzanares en su mayor¨ªa, participaron con risas y bromas del desfile. "?D¨®nde vas con tanto colorido?", preguntaron a una figurante. "?C¨®mo crees que visten las viudas alegres, ni?a?", respondi¨® ¨¦sta. Todo, dentro de un carnavalesco desbarajuste.
Conforme progresaba el desfile, la charanga que iba en cabeza retroced¨ªa hacia la cola donde traqueteaba el cami¨®n de la cofrad¨ªa. Los instrumentistas preced¨ªan al diminuto ata¨²d transparente con el pescado azul. Con la m¨²sica de la canci¨®n Marina, entonaban: "Sardina, sardina, sardina/ sardina te vamos a enterrar / (¨ªdem) / jam¨¢s te podremos olvidar". Hasta el coche del 092 que abr¨ªa paso qued¨® integrado en la procesi¨®n. En la calle del Comandante Fortea, cuyos 900 metros de recorrido costaron unas dos horas, el sol fue cayendo. Las capas del enlutado uniforme comenzaron a hacerse necesarias. Casi tanto como las paradas en los bares, donde quedaban las primeras bajas. Muchos ni?os y comerciantes asomados a sus tiendas representaban la facci¨®n abstemia. El olor, que en momentos fue a puro, con el viento se convirti¨® en perfume a abono, a pescado podrido dando m¨¢s naturalidad al acto. Los carteles en las esquinas permit¨ªan adivinar el recorrido de la comitiva. Por donde ya hab¨ªa pasado, los confetis dejaron pruebas fehacientes en el suelo.
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