'El paciente ingl¨¦s' resucita el furor rom¨¢ntico
El brit¨¢nico Anthony Minghella escribi¨® y dirigi¨® el filme, que opta a 12 'oscars'
ENVIADO ESPECIAL La enorme expectaci¨®n ante la pel¨ªcula El paciente ingl¨¦s no es cosa de ahora (ha sido seleccionada para competir nada menos que por 12 oscars), sino que viene de m¨¢s atr¨¢s, del entusiasmo que despert¨®, tras encontrar dificultades de producci¨®n por la creciente miop¨ªa de Hollywood, en su paso por el festival de cine off Hollywood de Sundance. La Berlinale zanj¨® ayer esa expectaci¨®n ambiental con una clamorosa acogida. Venci¨® y convenci¨® de forma arrolladora esta resurrecci¨®n del viejo y dorable furor rom¨¢ntico del cine cl¨¢sico.
El paciente ingl¨¦s es una pel¨ªcula de gran vuelo, un vendaval de cine l¨ªrico y sentimental desmelenado, pero no obstante sin una sola ca¨ªda en la imprecisi¨®n y la exageraci¨®n o en un desfallecimiento en el -dificil¨ªsimo sostener durante casi cuatro ras, que se hacen cortas por ser esa la duraci¨®n que el complejo relato requiere- ritmo exterior y, sobre todo, interior, que est¨¢ lleno de inesperados giros, de zonas de pausa que son seguidas sin transici¨®n por zonas de aceleraci¨®n; de im¨¢genes de adelanto y presagio que luego son enriquecidas o desveladas por otras im¨¢genes complementarias de recuerdo y retroceso en el tiempo, lo que sacude al espectador con un vaiv¨¦n, y a veces con un zarandeo, emocional de gran estilo, matem¨¢tico pero suelto e imprevisible.
Minucioso
Todo el curso, a veces cadencioso y a veces trepidante, del filme est¨¢ medido al mil¨ªmetro por su escritor y director, el ingl¨¦s Anthony Minghella, debutante en ambas tareas a los 44 a?os, avanzada edad que en modo alguno es azarosa si es cierto lo que se cuenta por aqu¨ª de que el gui¨®n definitivo de la pel¨ªcula ha tenido a su escritor atado durante varios a?os a una pata de su mesa de trabajo. Y es que, con toda evidencia, la minuciosa y f¨¦rrea elaboraci¨®n para la pantalla de la novela de Michael Ondaatje, es de las que exige al guionista no s¨®lo quebraderos de cabeza, sino tambi¨¦n muchos codos de camisa gastados.La escritura de El paciente ingl¨¦s le sali¨® a Minghella tan redonda que lo que ocurri¨® posteriormente con ella no s¨®lo es ejemplar para la plaga de j¨®venes aspirantes a cineastas que quieren realizar en un mes lo que han (es un decir) escrito en otro (y as¨ª les sale la cosa cuando embaucan a alg¨²n productor analfabeto) sino tambi¨¦n para entender hasta qu¨¦ punto llega ese analfabetismo de los productores. Porque esta gran lecci¨®n de escritura cinematogr¨¢fica estuvo durante meses sobada por las manos de algunos encumbrados jefes de programaci¨®n de Hollywood, que debieron visualizar aquel mont¨®n de folios con tanta sagacidad que no arriesgaron por ¨¦l m¨¢s que una sonrisa de suficiencia perdonavidas a su autor.
Por suerte, estos linces (y en Espa?a abunda la especie) no lo compraron pues de haberlo hecho, el trabajo de Minghella hubiera ido a parar a las mismas estanter¨ªas del mismo s¨®tano donde hace 10 a?os Clint Eastwood rescat¨® bajo el polvo acumulado por las d¨¦cadas la maravilla del gui¨®n de Bird, que all¨ª descansaba en la paz de los cementerios de abortos de pel¨ªculas.
Y tambi¨¦n por suerte, Saul Zaentz, un productor de los pocos que saben leer guiones, se enamor¨® de la historia, se empe?¨® en sacarla adelante y se las ingenio en montar el alarde de inginier¨ªa financiera que requer¨ªa la puesta en marcha de un proyecto de superproducci¨®n promovido por un -aunque cuarent¨®n- novato. Hay dentro de esta apasionante pel¨ªcula, no una sino muchas pel¨ªculas. Es El paciente ingl¨¦s una obra de esas que s¨®lo son posibles en las manos y los ojos de quienes se han quemado las pesta?as en las cinematecas.
En la pantalla de El paciente ingl¨¦s encontramos resonancias completamente vivas de antiguos prodigios cinematogr¨¢ficos como Cumbres borrascosas, Jennie, La bella y la bestia, Casablanca, La momia, Peter Ibbetson y muchos m¨¢s monumentos de lo que los surrealistas llamaron amor loco, combinados con pasajes gen¨¦ricos de cine de aventura de desierto, de haza?a guerrera, de enigma de espionaje y de subterr¨¢neo, de melodrama, de western y de todo lo habido y por haber.
Y lo que en manos de un guionista y un director com¨²n ser¨ªa un batiburrillo de signos visuales amorfo, en El paciente ingl¨¦s contin¨²an encaramados en las alturas mitol¨®gicas de donde proceden y son fundidos y reordenados m¨¢gicamente por Minghella y sus prodigiosos actores (destaquemos a Ralpli Fienness y Juliette Binoche), en un ejercicio inolvidable de amor al cine, de pasi¨®n por su capacidad de contagio sentimental, pues esta hermosa pel¨ªcula enlaza las preguntas humanas de siempre con las respuestas humanas de ahora.
Babelia
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