El valor del agua
Publica el Financial Times un reportaje encantador sobre nuestro novelista canario, Alberto V¨¢zquez Figueroa. Desde la isla de Lanzarote, donde se refugia para fabular, ha lanzado al mundo financiero una sencilla idea suya para desalar el agua del mar con la que se abaratar¨ªa grandemente el coste de obtener agua potable. Si tiene ¨¦xito, ?se opondr¨ªa alguno de ustedes a que V¨¢zquez Figueroa se hiciera multimillonario con su invento?La desalinizaci¨®n es tan cara porque, o se destila el agua marina, o hay que utilizar unas bombas muy potentes para empujar las mol¨¦culas de agua a trav¨¦s de un filtro que no deje pasar la sal. En ambos casos, el gasto de energ¨ªa es casi prohibitivo.
V¨¢zquez Figueroa, dejando a un lado la destilaci¨®n, quiere crear la presi¨®n necesaria para el filtrado elevando el agua a cien metros por encima del nivel del, mar y colocando los filtros a 650 metros por debajo de la tierra. Puede ser una noveler¨ªa o resultar un fabuloso descubrimiento, pero por si acaso, nuestro escritor ha patentado su procedimiento.
Dos o tres bancos de negocios est¨¢n evaluando las posibilidades y el riesgo del negocio. Ellos tambi¨¦n tienen su papel que desempe?ar. Sus t¨¦cnicos examinar¨¢n la idea. Quiz¨¢ se decidan a financiar un prototipo. Luego tendr¨¢n que buscar unos capitalistas para organizar una compa?¨ªa que, si el invento resulta, acabar¨¢ cotizando en bolsa.
Los beneficios que entonces se obtuvieran indicar¨ªan que el inventor y los banqueros habr¨ªan contribuido a crear valor social. Habr¨ªan respondido a una gran necesidad con una idea luminosa y arriesgando dinero, cuando a muchos les parece m¨¢s f¨¢cil cortas el cup¨®n de la deuda p¨²blica.
Insisto en que la obtenci¨®n de beneficios por m¨¦todos leg¨ªtimos es la se?al de que se est¨¢ creando valor para la sociedad. En cambio, las p¨¦rdidas continuadas se?alan una destrucci¨®n de valor, como si la sustancia social se perdiera en un agujero negro.
El Cr¨¦dit Lyonnais acaba de solicitar al Gobierno franc¨¦s un subsidio por valor de 750.000 millones de pesetas. Deber¨ªa yo decir, "otro subsidio", pues hace poco recibi¨®, con permiso de la, Comisi¨®n Europea, m¨¢s de 120.000 millones.
El comisario Van Miert hace ruidos de enfado y sus subordinados dicen que esta vez s¨®lo se conceder¨¢ a los franceses permiso para ayudar a ese banco p¨²blico bajo condiciones muy estrictas. Las condiciones deber¨ªan haber sido la declaraci¨®n de quiebra del banco.
Es injusto para sus competidores el que se reflote as¨ª una instituci¨®n que puede ir al mercado con condiciones muy competitivas, porque no ha tenido que mirar su cuenta de resultados. De hecho, un banco privado competidor, la Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale, ha recurrido contra el primer subsidio y protesta ya por la mera contemplaci¨®n del segundo.
La ayuda p¨²blica no hace s¨®lo da?o a la competencia. Las p¨¦rdidas continuadas indican que todos los esfuerzos y trabajos perdidos de los gestores y empleados del banco tienen un efecto negativo sobre el bienestar social. Deber¨ªan esas personas estar empleadas en otras partes. La ' idea de salvaguardar puestos de trabajo. a cualquier precio es un grave, error desde el punto de vista del progreso social. Mejor ser¨ªa pagarles por no hacer nada.
Cuando alguien se hace rico con un invento, con un negocio, con una especulaci¨®n, me alegro socialmente hablando. Han contribuido a reducir nuestros costes de producci¨®n, han satisfecho una demanda latente, han contribuido a bajar los precios. Se?or inventor, ?que el agua sea muy dulce!
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