D¨®lar desafiante
LA ?LTIMA reuni¨®n celebrada en Berl¨ªn por el Grupo de los Siete, que congreg¨® a los ministros de Finanzas y responsables de los bancos centrales de los pa¨ªses m¨¢s industrializados, se dedic¨® exclusivamente a la relaci¨®n entre las divisas. El tipo de cambio del d¨®lar, tras dos a?os ininterrumpidos de apreciaci¨®n, hab¨ªa acelerado en los ¨²ltimos meses su escalada frente al marco alem¨¢n y el yen japon¨¦s. Aunque ninguna de las partes se mostraba manifiestamente inc¨®moda en tal situaci¨®n, al t¨¦rmino de la reuni¨®n se redact¨® un comunicado, bastante impreciso, en el que parec¨ªa asumirse que el nivel alcanzado era suficiente. Los mercados de divisas han puesto a prueba desde entonces ese tibio convencimiento de los m¨¢ximos responsables financieros.El caso es que la divisa estadounidense ha reforzado los atractivos diferenciales que todav¨ªa presentan los activos financieros denominados en d¨®lares. Adem¨¢s, la salud del billete verde ha demostrado que en estos momentos la posici¨®n econ¨®mica de EE UU es mucho m¨¢s s¨®lida que la de Alemania y Jap¨®n.
Tras 70 meses de crecimiento ininterrumpido, la econom¨ªa norteamericana sigue dando muestras de vitalidad, y lo hace en un marco de inflaci¨®n contenida. El ¨²ltimo dato de precios revela que no hay presiones inflacionistas, a pesar del nivel extremadamente reducido de su tasa de desempleo. Una buena combinaci¨®n que contrasta con la que exhiben las econom¨ªas japonesa y alemana. Sobre esta base, no es de extra?ar que a la demanda estructural de d¨®lares, puesto que todav¨ªa act¨²a como moneda vehicular y de reserva, se a?ada la derivada de las expectativas de apreciaci¨®n. Sobre esa demanda influyen tambi¨¦n otros factores de car¨¢cter esencialmente financiero, como el diferencial favorable de tipos de inter¨¦s y las expectativas de continuidad en la revalorizaci¨®n de aquel mercado burs¨¢til.
Si contin¨²a esa apreciaci¨®n, las implicaciones no se limitar¨¢n a las ganancias de competitividad de las exportaciones europeas, y en particular espa?olas, al ¨¢rea del d¨®lar. Mientras una parte decreciente de esas ventas se denomina en la moneda norteamericana, algunas importaciones de gran entidad siguen siendo facturadas en d¨®lares. Es el caso de la mayor¨ªa de las materias primas, en especial el petr¨®leo., del que la econom¨ªa espa?ola mantiene una dependencia muy r¨ªgida. Aun cuando el barril se mantenga en los precios actuales, la depreciaci¨®n de la peseta frente al d¨®lar da?a seriamente a nuestro sector exterior y, sobre todo, amenaza la estabilidad de los precios.
La situaci¨®n no es alarmante, pero s¨ª expresiva de alguna de las amenazas asociadas a ese elevado grado de integraci¨®n financiera internacional que se ha alcanzado y, en todo caso, a la ausencia de eficacia de ese Grupo de los Siete, que sigue arrog¨¢ndose la gobernaci¨®n de los asuntos monetarios y financieros internacionales sin representatividad suficiente para que los operadores financieros lo tomen m¨ªnimamente en consideraci¨®n.
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