Otra noche emotiva
Atl¨¦tico y Bar?a ofrecen su tradicional partido grande, vibrante e intenso

Como es de ley, Atl¨¦tico y Bar?a ofrecieron otro gran duelo, del mismo rango que anteriores duelos inolvidables. Aunque el juego fuera discreto en la primera parte, el partido rompi¨® a lo grande en la segunda. Pero antes, algunos jugadores se hab¨ªan adelantado a los acontecimientos. Guardiola en un lado y Kiko en el otro tuvieron una responsabilidad decisiva en la crecida del encuentro, que acab¨® entre emociones y sin vencendor, a la espera de otro duelo espl¨¦ndido, como obliga la tradici¨®n.Antes de que el encuentro subiera de nota, hubo algunos datos que mov¨ªan al pesimismo. El Barcelona se orden¨® seg¨²n un modelo decepcionante. A Robson se le vio en toda su peque?ez. Dispuso un marcaje al hombre, un s¨ªntoma de debilidad y complejo frente al Atl¨¦tico. Pr¨¢cticamente todos fueron de la manita con el colega de enfrente: Abelardo con Kiko, Sergi con Caminero, Guardiola con Pantic. El mensaje era p¨¦simo en todos los aspectos. Una persecuci¨®n de tal calibre pone las condiciones del juego en manos del adversario y adem¨¢s provoca un desorden inmediato.
En bastantes momentos se levantaron cuestiones m¨¢s habituales en el baloncesto que en el f¨²tbol. Por ejemplo, los c¨¦lebres aclarados que se producen cuando varios jugadores basculan hacia un lado para llevarse a sus marcadores, mientras otros aprovechan el espacio libre que dejan los defensas. El Atl¨¦tico no tuvo una gran habilidad para explotar las deficiencias defensivas del Bar?a, pero el partido corr¨ªa de su cuenta, porque si el equipo azulgrana recuperaba la pelota se encontraba con toda su gente fuera de cacho, todos perdidos, en lugares desacostumbrados: el zurdo en la derecha, el diestro en la izquierda, el medio centro en una banda, el extremo en cualquier sitio. Reorganizar todo eso era tarea de gigantes, y el Barca tuvo uno: Guardiola.
El Atl¨¦tico marc¨® con el primer arre¨®n. Presa del desconcierto, el Bar?a estaba condenado al estropicio. El gol del Atl¨¦tico fue muy respetuoso con las confusas condiciones del partido. Para mayor gloria de Floro, lleg¨® en un saque de banda. Era lo que ped¨ªa el encuentro en aquella fase.
Sin mucho, el Atl¨¦tico consigui¨® la ventaja y se dispuso a perforar un poco m¨¢s. Pero le falt¨® claridad para leer las numerosas imperfecciones de la defensa azulgrana. Y con el bal¨®n estuvo espeso, en gran medida. porque no funcionaron varios de sus mejores jugadores. Caminero fue el caso m¨¢s evidente. Siempre inspirado en los duelos con el Barcelona, esta vez Caminero pas¨® inadvertido. La impresi¨®n es que Caminero est¨¢ pesado, trist¨®n, sin chispa, sin la ligereza mental que le distingue. Pantic tampoco est¨¢ en la onda.
Como el Atl¨¦tico no entr¨® a matar, el Bar?a encontr¨® tiempo para respirar y poner orden en el gallinero. El gestor de la recuperaci¨®n fue Guardiola, como es costumbre. Robson tiene una mina en Guardiola. Se ha encontrado con un tipo que le arregla la casa, le pone los platos, el cuchillo, el tenedor y ese florero tan lindo, por que los detalles siempre son importantes. Su actuaci¨®n fue memorable, por calidad y car¨¢cter Gu¨¢rdiola se decidi¨® a cambiar el signo y lo hizo con tanta majestad que recibi¨® el reconocimiento de la gente del Manzanares,
A Guardiola se le a?adi¨® Figo, que puso en problemas a Aguilera por velocidad y regate. Con un pase de Guardiola y con una incursi¨®n de Figo, que fue derribado en el ¨¢rea, surgi¨® el primer empate. El Bar?a hab¨ªa venido de ninguna parte para agarrar el partido, que creci¨® de forma manifiesta en el segundo tiempo, hasta parecerse a los Atl¨¦tico-Bar?a de toda la vida, es decir, un partido descosido, vibrante, salpicado por las habilidades de ¨¦ste o aqu¨¦l (Guardiola y Kiko en este caso) y por la generosidad de casi todos, especialmente Simeone, due?o de una actividad contagiosa. Se coloc¨® frente a Guardiola para taponar al centrocampistas azulgrana. En est¨¦ aspecto, su ejercicio fue desigual, porque Guardiola continu¨® su magisterio. Pero la pujanza de Simeone result¨® decisiva en la embestida final del Atl¨¦tico. Hab¨ªa marcado Pizzi y el partido ten¨ªa mala pinta para los locales, que no desfallecieron y buscaron el cuerpo a cuerpo. Simeone es alguien en esto del combate. Pero su esfuerzo no era suficiente. Hab¨ªa que inventar algo. Caminero y Pantic no pod¨ªan, pero Kiko est¨¢ para todo. En los momentos m¨¢s duros, cuando el juego derrotaba m¨¢s hacia la crispaci¨®n que a otra cosa, Kiko hizo la posible y lo imposible. Cada una de sus intervenciones provocaron un incendio en la defensa del Barcelona, que comenz¨® a jugar con aprensi¨®n. Finalmente Kiko coron¨® su espl¨¦ndida noche con un gol p¨ªcaro: defendi¨® perfectamente la pelota, esper¨® con precisi¨®n el momento del remate y meti¨® un tiro de chuletilla que sorprendi¨® a Couto y Ba¨ªa.
El partido se rompi¨® en ese momento. El Atl¨¦tico entr¨® a la carga con determinaci¨®n y tuvo sus oportunidades. La gente se volv¨ªa loca porque ve¨ªa muy cerca la victoria, pero el Bar?a aguant¨® como pudo en un ¨²ltimo acto lleno de emoci¨®n y adrenalina, el ¨²ltimo cap¨ªtulo de un partido que afortunadamente termin¨® por parecerse a todos los Atl¨¦tico-Bar?a de los ¨²ltimos tiempos. Es decir, a un partido que llega al coraz¨®n y la memoria.
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