Voces del pasado
A finales del a?o pasado, cuando se publicaron los primeros sondeos de opini¨®n sobre la acci¨®n del Gobierno del PP y se constat¨® que este partido y sus m¨¢ximos dirigentes quedaban por detr¨¢s de los socialistas en las preferencias de voto de los ciudadanos, lo primero que pens¨¦ es que no pasar¨ªan muchos d¨ªas sin que la direcci¨®n del PP desencadenase una gran ofensiva medi¨¢tica para desprestigiar a los socialistas y destrozar a sus l¨ªderes principales.Desgraciadamente, esto es lo que ocurri¨®. Primero fueron los 200.000 millones supuestamente perdidos en beneficio de vaya usted a saber qu¨¦ amiguetes del PSOE. Despu¨¦s siguieron las miserables ofensivas pol¨ªtico-econ¨®mico-ideol¨®gicas sobre las plataformas digitales y el f¨²tbol. Y as¨ª un d¨ªa y otro hasta culminar, de momento, con la inconcebible querella judicial contra el propio Felipe Gonz¨¢lez. Y en medio de todo esto, el nombramiento de un director general de TVE, castigado por el uso indebido de su cargo, y el intento -hasta ahora- de otro nombramiento siniestro, el de un fiscal jefe de la Audiencia Nacional que hab¨ªa sido azote de dem¨®cratas en el Tribunal de Orden P¨²blico del franquismo. As¨ª estamos, de momento, mientras la mayor¨ªa de los ciudadanos deben preguntarse con estupor qu¨¦ tiene que ver todo el l¨ªo montado con sus intereses y sus necesidades reales.
Por desgracia, esto no es ninguna broma. Creo, por ejemplo, que este estallido de crispaci¨®n artificial no s¨®lo est¨¢ deteriorando nuestra, vida pol¨ªtica, sino tambi¨¦n nuestras instituciones representativas y muy particularmente la que yo m¨¢s conozco, el Congreso de los Diputados. Desde las primeras elecciones de la democracia, el Congreso ha vivido momentos de dura confrontaci¨®n, pero siempre ha existido en ¨¦l, incluso. en los momentos de mayor tensi¨®n, un clima de respeto entre los grupos parlamentarios y los diputados y diputadas. Tras la dur¨ªsima experiencia de la dictadura, lo que predominaba entre nosotros era el com¨²n af¨¢n de terminar con aquel terrible pasado, sacar adelante el pa¨ªs y fortalecer una democracia que nac¨ªa con tantas dificultades y tantas esperanzas.
El actual Congreso de los Diputados es muy distinto, sobre todo desde las elecciones de 1993, cuando el PP desencaden¨® una tremenda ofensiva contra un PSOE que hab¨ªa perdido la mayor¨ªa absoluta. Pero aunque fuese desagradable, la crispaci¨®n ten¨ªa su l¨®gica. Al Gobierno socialista se le hab¨ªan abierto algunos flancos muy graves y la oposici¨®n los aprovechaba para dar la vuelta a la situaci¨®n y ganar las elecciones siguientes. Fue muy duro, y la tensi¨®n lleg¨® a extremos casi insoportables, pero era una oposici¨®n que actuaba como tal.
Lo de ahora es diferente, porque la reacci¨®n del PP ante los sondeos desfavorables consisti¨® en intentar recuperar desde el Gobierno la misma l¨ªnea de. presi¨®n y de descalificaci¨®n que hab¨ªa usado desde la oposici¨®n. En el Congreso de los Diputados, esto ha trastocado las reglas del juego parlamentario, y ahora tenemos un Gobierno y un grupo parlamentario del PP que ejercen realmente de oposici¨®n a la oposici¨®n, con las mismas maneras y el mismo talante de la legislatura pasada.
Una de las funciones b¨¢sicas del Congreso de los Diputados es, por ejemplo, el control de la acci¨®n de gobierno. Es comprensible que el presidente del Gobierno y sus ministros intenten limitar este control con los instrumentos legales a su alcance, pero lo que est¨¢ ocurriendo ¨²ltimamente es otra cosa: es la transformaci¨®n del Congreso en ¨®rgano de control de la oposici¨®n por parte del Gobierno y su grupo parlamentario. Los diputados y las diputadas del PP transforman sus propias preguntas en tremendas diatribas contra el Grupo Socialista, y el ministro supuestamente interpelado se limita a confirmarlas a?adiendo toda la le?a posible al fuego desencadenado, mientras los dem¨¢s miembros del Grupo Popular aplauden a rabiar. El mi¨¦rcoles 26 de febrero escuchamos una pregunta del diputado del PP se?or Mart¨ªnez Pujalte -al que no tengo m¨¢s remedio que nombrar por la haza?a- que bati¨® sin duda el r¨¦cord mundial de esta perversi¨®n de la l¨®gica parlamentaria.
Pero esto, con ser triste, no es muy relevante. Lo realmente serio es que el presidente del Gobierno, los vicepresidentes y diversos ministros y ministras -no todos, afortunadamente- transforman la sesi¨®n de control en una negaci¨®n del derecho de los miembros del Grupo Socialista a interpelarlos. Si un diputado o una diputada socialista pregunta, por ejemplo, sobre el nombramiento del nuevo director de TVE, la respuesta es que no tiene derecho a preguntar y que mejor har¨ªa en callarse porque los socialistas han hecho lo mismo, o porque son todos corruptos, o porque confirmaron la entrada de Espa?a en la OTAN, o porque existieron los GAL, etc¨¦tera.
Durante muchos a?os, la dictadura franquista nos prohibi¨® ejercer nuestros derechos, pero lo que no pod¨ªa sospechar es que 20 a?os despu¨¦s de aquella pesadilla un presidente del Gobierno o un vicepresidente o un ministro de la Espa?a democr¨¢tica lanzar¨ªa a la cara de un compa?ero m¨ªo de esca?o una versi¨®n modernizada de aquel siniestro "?Usted se calla!" que tantas veces hab¨ªamos o¨ªdo en boca de prebostes falangistas y de funcionarios ultras del franquismo. Cre¨ªa que esto no lo oir¨ªa nunca m¨¢s, pero por lo que parece hay voces l¨²gubres del pasado que sobreviven en las entra?as mismas de la Espa?a profunda.
M¨¢s todav¨ªa. Los actuales gobernantes del PP pidieron el voto a los ciudadanos en nombre de la regeneraci¨®n de la pol¨ªtica espa?ola, vilipendiada, seg¨²n ellos, por los gobernantes socialistas. Pero cuando les pedimos ahora que expliquen la raz¨®n de tal decisi¨®n o de tal nombramiento escandaloso, su respuesta es que nosotros tambi¨¦n lo hac¨ªamos. O sea que est¨¢n ah¨ª no para regenerar, no para cambiar, no para abrir nuevas y mejores ventanas, seg¨²n pregonaban, sino para hacer exactamente lo mismo que nos achacan a nosotros. ?D¨®nde est¨¢ el supuesto cambio, d¨®nde la supuesta regeneraci¨®n? Para el votante socialista, esto no es m¨¢s que la confirmaci¨®n de una falsedad. Pero para el votante del PP tiene que ser forzosamente un fraude.
No s¨¦ si esto durar¨¢ mucho. Personalmente me sentir¨ªa muy aliviado si las instituciones y las empresas encargadas de los sondeos de opini¨®n tomasen la decisi¨®n de edulcorar los datos negativos para el PP y darles resultados m¨¢s favorables para ellos. S¨¦ que es mucho pedir, pero todos ganar¨ªamos en tranquilidad. Pienso, tambi¨¦n, que quiz¨¢ ser¨ªa ¨²til hacer un amplio llamamiento ciudadano para poner en com¨²n el sentido del humor de las mujeres y los hombres de nuestro pa¨ªs y combatir con la risa la crispaci¨®n artificial. Pero me temo que las voces l¨²gubres seguir¨¢n resonando y que m¨¢s de un fantasma del pasado volver¨¢ a recorrer Espa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.