Cinco a?os y l7 muertos despu¨¦s
Miles de soldados y cientos de civiles espa?oles han participado en misiones en Bosnia
A principios de 1992 apenas un pu?ado de periodistas y un par de profesores espa?oles hubieran sabido situar Bosnia-Herzegovina en un mapa mudo de Europa. Cinco a?os despu¨¦s cualquier lector de prensa o espectador de televisi¨®n est¨¢ familiarizado con ciudades como Sarajevo o Mostar, con r¨ªos como el Neretva o el Drina o con los conflictos entre serbios, musulmanes y croatas. En este ¨²ltimo lustro varios miles de soldados y centenares de civiles espa?oles han recorrido la escarpada geograf¨ªa de esta martirizada rep¨²blica de la antigua Yugoslavia.1 Oficiales y tropa, primero a las ¨®rdenes de la ONU y m¨¢s tarde de la OTAN; m¨¦dicos y cooperantes; diplom¨¢ticos y pol¨ªticos; periodistas y escritores, y hasta empresarios y comerciantes han pasado largas temporadas en los Balcanes. Bien por obligaciones profesionales, bien por motivos humanitarios. En muchos casos por ambas razones. As¨ª, Espa?a ha afrontado en Bosnia su misi¨®n internacional m¨¢s importante.
Alejados del escenario de la guerra y sin intereses hist¨®ricos en la zona, nuestros compatriotas han suscitado m¨¢s simpat¨ªas en la antigua Yugoslavia que brit¨¢nicos, alemanes o franceses, tradicionalmente alineados con unos u otros bandos durante un convulso siglo XX en Europa que algunos ensayistas abren y cierran en Sarajevo. Pero nuestra proximidad m¨¢s sentimental con Bosnia se resume en los 16 militares y una cooperante de M¨¦dicos del Mundo muertos en el transcurso de sus misiones.
La naturaleza de estas tareas en un ambiente b¨¦lico y plagado de peligros ha propiciado extra?as compa?¨ªas de viaje impensables en Madrid, en Andaluc¨ªa o en Catalu?a. De este modo, los coroneles han compartido mesa y mantel con objetores de conciencia o los periodistas han encontrado amigos de verdad entre esp¨ªas o guardias civiles. Porque junto a los nombres ilustres que se han acercado a Bosnia y que van desde Juan Goytisolo y Arturo P¨¦rez-Reverte a Pasqual Maragall y Ricard P¨¦rez Casado, pasando por Joan Manuel Serrat o Gervasio S¨¢nchez, muchos espa?oles an¨®nimos se enamoraron tanto del pa¨ªs que decidieron quedarse a vivir all¨ª. Es el caso de Javier Mier, un abogado santanderino que lleg¨® a Bosnia como objetor de conciencia para terminar como asesor jur¨ªdico de la Uni¨®n Europea en Mostar y emparejado con una periodista local.
Pero mientras la Espa?a real ha dado la talla, la Espa?a oficial s¨®lo ha buscado la foto en mete¨®ricas visitas a Bosnia. Tanto Felipe Gonz¨¢lez como Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar suscitaron las protestas de los espa?oles expatriados que les reprocharon que, con sus viajes, desearan m¨¢s un espacio en los telediarios que un acercamiento a la realidad bosnia. Prueba de ello es que cinco a?os y 17 muertos despu¨¦s Espa?a todav¨ªa no ha abierto una Embajada en Sarajevo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.