M¨¢s all¨¢ de la frontera humana
Wilson Kipketer consigue el segundo r¨¦cord mundial de 800 metros en tres d¨ªas
Esta vez lo hizo gratis. Cobr¨®, siete millones por la victoria, pero Wilson Kipketer quer¨ªa toda la gloria. En una carrera inolvidable, bati¨® por segunda vez en tres d¨ªas el r¨¦cord mundial de 800 metros, con un registro -1.42,68 minutos- que tiene magnitud de las marcas que definen una ¨¦poca: los 8,90 metros de Beamon en M¨¦xico 68, los 9,78 segundos de Ben Johnson en Se¨²l 88, los 19,32 segundos de Michael Johnson en Atlanta 96, incluso aquel lejano r¨¦cord de Sebastian Coe en el viejo estadio de Florencia una noche de primavera de 1981, cuando el mediofondista ingl¨¦s consigui¨® el r¨¦cord mundial de 800 metros -1.41,73 m-, el m¨¢s viejo entre los vigentes. Bien, Kipketer situ¨® su carrera y su registro a la altura de estas marcas memorables. Y no cobr¨® doble por batir dos r¨¦cords. Gan¨® 50.000 d¨®lares por la victoria y la misma cantidad por una de sus plusmarcas. As¨ª que su fabuloso r¨¦cord tiene algo de rom¨¢ntico, con el punto de desprendimiento que permite pensar en la verdadera motivaci¨®n de los grandes campeones: la gloria por la gloria.La extrapolaci¨®n de la marca de Kipketer indica que el atleta dan¨¦s de origen keniano est¨¢ en disposici¨®n de barrer el r¨¦cord mundial de Coe al aire libre. Por situar el registro en sus verdaderos t¨¦rminos: Kipketer ha rebajado en m¨¢s de dos segundos -1.42,67 m frente a 1.44,84- el r¨¦cord que ten¨ªa el keniano Paul Ereng desde 1989. En unas marcas de tanta excelencia, recortes de este calibre son casi impensables. S¨®lo est¨¢n al alcance de los mejores de la historia. Y Kipketer es uno de ellos. En Par¨ªs, en una pista de 200 metros, con las curvas muy cerradas, con sus peque?as recetas, con la dificultad para manejarse en un escenario poco natural, con demasiados atletas en la pista, Kipketer dej¨® el r¨¦cord mundial en pista cubierta a menos de un segundo de la plusmarca mundial al aire libre.
No hab¨ªa duda sobre su victoria. Desde hace tres temporadas domina sin problemas el circuito internacional. Dispone del talento de los mejores kenianos (Kiprugut en los a?os sesenta, Boit en los setenta, Koskei y Ereng en los ochenta) y de una disciplina europea. Siempre se ha tenido a los kenianos por atletas inconsistentes, de tendencias err¨¢ticas, incapaces de fijar con solidez sus objetivos, fiados como est¨¢n a sus fant¨¢sticas condiciones naturales. Kipketer, que reside desde hace seis a?os en Dinamarca, es de otra pasta. Riguroso en los entrenamientos, sometido al estricto h¨¢bitat escandinavo, y ajeno a las constantes disputas tribales que debilitan las carreras deportivas de los atletas kenianos, Kipketer dispone de todo el equipaje para derribar las barreras de la prueba de 800 metros. Y si no, ah¨ª est¨¢ su exhibici¨®n en Par¨ªs.
Se situ¨® en la primera posici¨®n para dirigir una carrera que tuvo dos historias: la que interpret¨® Kipketer y la que desempe?aron los dem¨¢s, demasiado humanos para apurar a un atleta que hizo de liebre de s¨ª mismo para conseguir su asombroso r¨¦cord. Con la referencia de los tiempos de. paso que consigui¨® el viernes en su primer a conquista del r¨¦cord mundial, Kipketer mejor¨® d¨¦cima a d¨¦cima los parciales -50.22 s frente a 50.77 en los 400 metros-, mientras perdi¨® de vista a sus rivales, que s¨®lo aguantaron el ataque de Kipketer durante las dos prime ras vueltas. Luego fue un recital en solitario, porque s¨®lo ¨¦l es capaz de cubrir la primera parte de la carrera en 50 segundos y la se gunda en 52. Eso es lo que hizo en Par¨ªs, con su zancada elegante y liger¨ªsima, como si dispusiera de un pie el¨¦ctrico. Ni tan siquiera en la ¨²ltima parte de la carrera, usando el ¨¢cido l¨¢ctico que ataca y agarrota los m¨²sculos, perdi¨® su ligereza. Fue una carrera hermos¨ªsima que puso a todo el mundo de pie, porque todos supieron que la haza?a de Wilson Kipketer pasar¨¢ a la historia: solo, sin otro enemigo que el cron¨®metro, sin la recompensa del dinero, traslad¨® el r¨¦cord de 800 metros m¨¢s all¨¢ de la frontera humana.
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