M¨¢s all¨¢ del espejismo
Seg¨²n cifras de 1995, Albania tiene s¨®lo 89 televisores por cada 1.000 habitantes, frente a los 162 de Macedonia o los 260 de Bulgaria, por citar datos de un par de pa¨ªses vecinos. Sin embargo, son m¨¢s que suficientes para que -desde la ca¨ªda del r¨¦gimen comunista- los albaneses quedaran fascinados por los h¨¢bitos de consumo occidentales, en concreto los de Italia, a escasos kil¨®metros de las costas de Albania.Hace un par de a?os pude ver en Tirana el efecto embriagador de la RAI italiana en la imaginaci¨®n de un pueblo donde los clanes a¨²n funcionan, con una renta per c¨¢pita de 80 d¨®lares y cuya inmensa mayor¨ªa no dispone de los medios de acceso a la realidad virtual servida por la televisi¨®n que llega del Oeste. Ello impuls¨® a muchos ciudadanos (250.000 en tres a?os) a atravesar, legalmente o no (m¨¢s bien lo segundo), el estrecho de Otranto en b¨²squeda del peculiar Eldorado transmitido por las ondas. El espejismo et¨¦reo de la m¨¢s grande e imaginaria riqueza jam¨¢s contada a los s¨²bditos del pa¨ªs real m¨¢s pobre de Europa ha terminado en un fantasmag¨®rico viaje desde la ilusi¨®n y la fantas¨ªa al escarnio de la cruda e imponente realidad. Multiplicada, ¨¦sta por el timo y la estafa de desaprensivos locales y extranjeros que -cuando menos con la aquiescencia gubernamental- han sumido en la ultramiseria -?cabe imaginarla?- a los millares de albaneses que no pudieron atravesar el charco adri¨¢tico. Aquellos que entregaron sus ahorros a los ladrones piramidales, que se han encargado de volatilizar en su propio beneficio las transferencias de los trabajadores emigrados, que en 1995 ascendieron a 385 millones de d¨®lares (55.000 millones de pesetas).
Ahora llaman "comunistas" a tantos de los 70.000 habitantes de Valona, en la regi¨®n sure?a menos pobre del pa¨ªs, que -?incautos, oportunistas?-, desde su no miseria relativa, prestaron subdesarrollados e ignorantes o¨ªdos al se?uelo del ciento por ciento de inter¨¦s para sus ahorros.
Dicen las cr¨®nicas que Lamberto Dini, ministro italiano de Exteriores, ha declarado que la revuelta en Albania "est¨¢ dirigida por bandas de delincuentes incitadas por extremistas de izquierda". No me cuadra que Dini haya dicho tal cosa. Los delincuentes est¨¢n m¨¢s bien en otra parte, en el entorno de Tirana. En todo caso, los "comunistas" -hartos del comunista real Enver Hoxa, felizmente desaparecido, y del dem¨®crata aparente Sal¨ª Berisha, todav¨ªa en escena-, v¨ªctimas del hambre y del caos, simplemente, han estallado.
Hasta ahora, EE UU y la UE -aun cuando sin despreocuparse por completo- han estado prestando atenci¨®n, con mayor o menor acierto, a la antigua Yugoslavia. En los Balcanes, Albania parec¨ªa estar bien encaminada, tanto como para pasar de un crecimiento negativo del producto interior bruto entre 1985 y 1994 a lograr un sorprendente 8,6% en 1995. Sin embargo, las previsiones sustentadas en par¨¢metros no suficientemente repetidos pueden devenir en espejismos, sobre todo si se prima la supuesta estabilidad sobre la conveniente democratizaci¨®n.
M¨¢s all¨¢ del apremiante caso alban¨¦s, se da hoy en los Balcanes un peligroso c¨®ctel a a?adir a la an¨¢rquica frustraci¨®n social, econ¨®mica y pol¨ªtica de Albania. De ¨¦l forma parte la vecina Macedonia, independizada de Yugoslavia en 1991. Hostigada por Grecia, que durante un tiempo se opuso a reconocerla, sosteniendo que la voz Macedonia es exclusiva del patrimonio hist¨®rico heleno. En la Macedonia independiente, casi un tercio de la poblaci¨®n es albanesa, y su ¨ªndice de natalidad triplica al de los eslavos. Kosov¨®, regi¨®n perteneciente a la actual Serbia, alberga una poblaci¨®n albanesa al 90%, de religi¨®n musulmana y cuyo crecimiento demogr¨¢fico es de los m¨¢s altos de Europa. Muchos de estos albaneses fuera de su pa¨ªs han so?ado durante a?os con una Gran Albania que emule las gestas de su h¨¦roe nacional del siglo XV, Skanderbeg. Agr¨¦guese a la mezcla la tensi¨®n greco-albanesa a causa de las reivindicaciones de la comunidad griega del sur de Albania. ?Qui¨¦n y d¨®nde encender¨¢ la pr¨®xima mecha?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.