Un puente a¨¦reo de 28 horas
El Atl¨¦tico estir¨® al m¨¢ximo su amenaza y vol¨® a Barcelona tres horas antes del inicio del partido
El Atl¨¦tico de Madrid estir¨® su amenaza lo que pudo, pero al final' viaj¨® a Barcelona. Aguant¨® el pulso toda la ma?ana de ayer, tal vez en un intento tan vano como desesperado por convencer al Comit¨¦ de Apelaci¨®n de que su advertencia de plante iba en serio, y a las seis de la tarde,, en el ¨²ltimo vuelo que le garantizaba llegar a tiempo al partido emprendi¨® el viaje. El Comit¨¦ de Apelaci¨®n mantuvo las sanciones impuestas el martes por el de Competici¨®n a sus jugadores Geli, Esn¨¢ider y Simeone, pero el club madrile?o se reserva emprender acciones legales y pedir a la federaci¨®n una indemnizaci¨®n.As¨ª se vivi¨® en el club rojiblanco el devenir del d¨ªa, tan ins¨®lito como el partido que deslumbr¨® por la noche.
"Bueno, un beso. En dos horas, cuando llegue a Barcelona, te llamo". La despedida de los jugadores del Atl¨¦tico. a sus se?oras fue tan natural y rutinaria como en cualquier otro desplazamiento.?Angelitos! Lo que son¨® a las dos horas fue el timbre de casa. Los jugadores, cumpliendo ¨®rdenes de Gil volv¨ªan a casa. No hab¨ªa viaje a Barcelona ni llamada telef¨®nica. O lo habr¨ªa, pero no con tanta celeridad como se imaginaban. Tardaron 28 horas en hacer el trayecto Madrid-Barcelona.
Con ropa normal, ya no vestidos con el uniforme oficial del equipo como el d¨ªa anterior, la plantilla regres¨® al Calder¨®n a las diez de la ma?ana. No sab¨ªan a¨²n si para viajar, ni si jugar¨ªan finalmente el partido de Copa en el Camp Nou. Lo que hicieron, tal vez para matar el tiempo, fue una sesi¨®n de entrenamiento de 45 minutos. Mientras, el bar del estadio se empezaba a poblar de periodistas y de aficionados, muchos de ellos en chandal, quiz¨¢ con la es peranza de que si Gil prohib¨ªa el viaje, Antic pudiera recurrir a alguno de ellos.
- "?Hay viaje?", preguntaban los jugadores al concluir la sesi¨®n de entrenamiento. "Todav¨ªa no lo sabemos, As¨ª que a casa, la ma?ana libre y aqu¨ª de nuevo a la hora de comer".
- 13.00 horas. La multitud de periodistas que abarrotan el bar salen disparados hacia las oficinas. Hay noticia. Un empleado aparece con flores y una inmensa tarta. No se sab¨ªa a¨²n, s¨®lo se sospechaba, si el equipo viajar¨ªa, pero ya se ten¨ªa la certeza de que durante el almuerzo se celebrar¨ªa el 64? cumplea?os de Jes¨²s Gil.
- 14.30. Llega Gil, con la misma camisa negra del d¨ªa anterior y el mismo pa?uelo granate rode¨¢ndole el cuello. Almuerza con los jugadores, conoce la negativa del Comit¨¦ de Apelaci¨®n a quitar las sanciones, y a las 16.30 anuncia en conferencia de prensa la marcha atr¨¢s: "Vamos al Camp Nou". ?Y eso? "Es que..., es que..."
- Apurado al m¨¢ximo el desplazamiento, el Atl¨¦tico confi¨® en que con salir a las seis de la tarde de Madrid llegar¨ªa con tiempo de sobra a Barcelona para estar en el Camp Nou, a la hora del partido. El susto lleg¨® cuando la expedici¨®n comprobaba c¨®mo su vuelo no sal¨ªa de Madrid y conoc¨ªa que otros estaban siendo desviados al aeropuerto de Valencia. Un aterrizaje de emergencia en el de Barcelona hab¨ªa llenado de espuma la pista y se estaban limitando las entradas. Con retraso, a las 18.45, el avi¨®n abandon¨® Madrid.
- 19.30. El Atl¨¦tico pisa suelo catal¨¢n, pero con el agua al cuello. A toda pastilla, escoltados por la polic¨ªa, los jugadores se subieron al autob¨²s rumbo al estadio. Sin equipajes, claro, que no estaba el asunto como para esperar a los utilleros. El equipo lleg¨® a las ocho al Camp Nou y sus uniformes 20 minutos m¨¢s tarde. Los tra¨ªan los utilleros en una furgoneta que nunca antes hab¨ªa corrido tan r¨¢pido. Los ciudadanos de Barcelona tampoco hab¨ªan vivido antes una experiencia similar: cinco motos de la polic¨ªa abriendo paso ruidosamente y cuando esperaban ver un coche que trasladaba a alg¨²n personaje importante, resulta que era la dichosa furgoneta con la equipaci¨®n rojiblanca. Fin del largo viaje.
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