Hechos diferenciales
Con su habitual astucia pol¨ªtica, el presidente de la Generalitat avanza con moderaci¨®n en el Senado un proyecto de soberan¨ªa compartida en temas que pudieran afectar a la identidad nacional de Catalu?a, basando su propuesta en el argumento de? hecho diferencial catal¨¢n. Y aunque comparto plenamente su opini¨®n de que se ha desdibujado la Constituci¨®n con la regla del caf¨¦ para todos que, iniciada por los socialistas en Andaluc¨ªa han continuado los populares, generando un mecanismo perverso de huida hacia adelante, me temo que su propuesta podr¨ªa llevarnos demasiado lejos. Pues hasta el m¨¢s desafortunado tiene alg¨²n hecho diferencial que exhibir.En un texto ya cl¨¢sico, el soci¨®logo Robert K. Merton analizaba los problemas de comprensi¨®n que existen con frecuencia entre quienes forman o no parte de un grupo social o categor¨ªa, la visi¨®n de los de "adentro" y la de los de "fuera". Y pon¨ªa como ejemplo la dificultad de comprensi¨®n entre negros y blancos. Puede ser cierto -se?alaba Merton- que la experiencia vital de los negros es tan radicalmente distinta a la (le los blancos que es imprescindible ser de color para poder comprender a los de color pues sus visiones del mundo son muy distintas. Quiz¨¢s, continuaba Merton. Pero si esto es as¨ª habr¨¢ que reconocer tambi¨¦n que la visi¨®n,y la experiencia vital de los negros africanos (que no han sufrido la esclavitud) es muy distinta -a la de los negros americanos, de modo que hace falta ser negro americano piara poder entender a los negros americanos; los africanos no podr¨ªan hacerlo. Quiz¨¢s, continuaba Merton. Pero entonces deberemos reconocer que la visi¨®n de los negros americanos del sur es muy distinta de la de los negros americanos del norte. Y siguiendo por el mismo camino, tambi¨¦n los, negros de Detroit son distintos a los de Nueva York; y, por supuesto, los de Harlem distintos a los de Manhattan. 0 tambi¨¦n -y cambiaba de tercio- los negros ancianos son muy distintos a los j¨®venes, y los hombres de color distintos de las mujeres de color. Y as¨ª -conclu¨ªa astutamente Merton- debemos aceptar finalmente que s¨®lo cada uno entiende a cada uno. Y eso con dificultad...
De modo que, si los vascos o los catalanes son distintos, tambi¨¦n lo son los vizca¨ªnos o los del Ampurd¨¢n.Y los de la margen izquierda lo son de los de la margen derecha. Y as¨ª sucesivamente. El problema pues no es si hay hechos diferenciales. Los hay a montones. El problema es de otro orden y se concreta en dos cuestiones: 1) Para comenzar, lo relevante no es el "dato" diferencial sino si la voluntad diferenciadora, voluntad de vivir aparte, algo total mente distinto y que va mucho m¨¢s all¨¢ de cualquier "hecho", natural o hist¨®rico. Pues la gente puede ser muy distinta pero querer vivir junta por compartir un proyecto pol¨ªtico o de convivencia; pero tambi¨¦n al re v¨¦s, puede ser igual o muy parecida y querer vivir separa da y eso (la voluntad, no el dato), es lo pol¨ªticamente relevante; 2) Pero incluso en el caso deque haya hecho y/ 0 voluntad diferenciadora, cabe preguntarse si es eso bastante para definir espacios de soberan¨ªa separados. En primer lugar porque, como sabemos, hay identidades pol¨ªticas (como la americana -al menos en parte- y, en gene ral, las derivadas de imperios como el austro-h¨²ngaro o el brit¨¢nico) que se basan en la diversidad de los ciudadanos y no en su homogeneidad. Adem¨¢s, someter - las fronteras de los Estados al albur de la voluntad diferenciadora de alg¨²n grupo de ciudadanos genera una inestabilidad per manente incompatible con la firmeza de toda arquitectura estatal, como lo prueba la ducha escocesa de los quebecqois, sometidos al refer¨¦ndum permanente. Finalmente, no parece que la tendencia racional oculta en la din¨¢mica real de este fin de milenio sea -como a principios de siglo- la de trazar fronteras all¨ª donde mudan identidades nacionales o lenguas sino, todo lo contrario, construir arquitecturas pol¨ªticas que saltan por encima de fronteras culturales. Pues la moraleja es que, por mucho que se diga que somos iguales, lo que la naturaleza muestra es que todos somos desiguales, singulares y ¨²nicos. Y por eso justamente ya hace a?os (1789, si no me equivoco) se invent¨® una f¨®rmula ¨²til: puesto que la naturaleza nos ha hecho distintos, establezcamos la obligaci¨®n moral y jur¨ªdica de ser tratados igualmente. Y eso es justamente lo que dice la Constituci¨®n.
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