Los Rosenberg eran inocentes
Un ex alto oficial del KGB confirma que el matrimonio jud¨ªo ejecutado en la silla el¨¦ctrica no revel¨® el secreto de la bomba at¨®mica
De nada valieron las protestas de la izquierda mundial y las peticiones de clemencia del Gobierno franc¨¦s y el p¨¢pa P¨ªo XII: a la hora del crep¨²sculo del 19 de junio de 1953, Julius y Ethel Rosenberg murieron achicharrados en la silla el¨¦ctrica del penal de Sing Sing. Los que protestaron, y no ¨²nicamente ellos, ten¨ªan serias dudas no s¨®lo acerca de la moralidad de la pena de muerte, sino sobre la culpabilidad misma de los Rosenberg. Pero EE UU viv¨ªa entonces el periodo m¨¢s caliente de la guerra fr¨ªa y el macartismo, la entonces dominante ideolog¨ªa anticomunista, necesitaba brujas que arrojar a la hoguera.Los Rosenberg fueron declarados culpables del delito de haber facilitado a la URSS el secreto de la fabricaci¨®n de la bomba at¨®mica norteamericana. Seg¨²n el juez Irving Kaufman, que dict¨® la sentencia, aquel matrimonio jud¨ªo de Nueva York "cambi¨® el curso de la historia de la humanidad"; seg¨²n John Edgar Hoover, el director del FBI, cometi¨® "el crimen del siglo".
Kaufman y Hoover no ten¨ªan raz¨®n. Alexandr Feklisov, un ex alto dirigente del KGB, acaba de confirmar que el matrimonio fue ejecutado injusta, mente. Ella nunca tuvo nada que ver con espionaje; ¨¦l., s¨ª, pero no con aquello que le cost¨® la vida. "Julius Rosenberg", dice Feklisov, "no entend¨ªa nada de la bomba at¨®mica y no pod¨ªa ayudamos en ese asunto. Y pese a todo, le mataron. Fue un asesinato a sangre fr¨ªa".
El pasado domingo, The New York Times y The Washington Post publicaron sendas entrevistas realizadas en Mosc¨² con Feklisov, de 82 a?os de edad. Felclisov no es un jubilado cualquiera: particip¨® durante la II Guerra Mundial en la organizaci¨®n de la red de esp¨ªas sovi¨¦ticos en territorio norteamericano; fue el enlace con el KGB de Julius Rosenberg entre 1943 y 1946, y m¨¢s tarde, a comienzos de los sesenta, el jefe oficial del servicio de inteligencia sovi¨¦tico en Washington e intermediario entre la Casa Blanca y el Kremlim durante la crisis de los misiles de 1962.Con su salud declinando, Feklisov cree Regado el momento de -"por lealtad a Julius Rosenberg"- contar la verdad sobre una de las m¨¢s. apasionadas controversias de la historia moderna norteamericana. Los Rosenberg fueron a la silla el¨¦ctrica proclamando su inocencia, afirmando que eran los chivos expiatorios del Gobierno de EE UU.
Feklisov, un joven esp¨ªa camuflado en el consulado sovi¨¦tico en Nueva York, se entrevist¨® clandestinamente con Julius Rosenberg, "un gran simpatizante de la URSS", unas 50 veces entre 1943 y 1946. Seg¨²n su testimonio, Julius, profesor de ingenier¨ªa e inspector civil de una empresa gubernamental de radioelectr¨®nica, le ayud¨® a crear una red de espionaje industrial para Mosc¨². Esa red obtuvo algunas importantes informaciones secretas sobre componentes electr¨®nicos militares de EE UU, en particular sobre el desarrollo del radar.
Pero Nikita Jruschov, dice Felclisov, fue "un est¨²pido" cuando escribi¨® en sus memorias que los Rosenberg hab¨ªan proporcionado a la URSS "una significativa ayuda en la producci¨®n de nuestra bomba at¨®rnica". Julius Rosenberg, cuenta Feklisov, tan s¨®lo le dio un "dibujo aproximativo" del " molde de una lente de una parte de la bomba", que hab¨ªa conseguido de su cu?ado. Seg¨²n el agente del KGB, a Mosc¨² no le sirvi¨® para nada. "Nos dio unos garabatos infantiles, completamente in¨²tiles".
Las declaraciones de Felclisov, seg¨²n The Washington Fost, coinciden con unas informaciones reci¨¦n desclasificadas del contraespionaje de EE UU: los llamados "documentos Venona". Julius Rosenberg, seg¨²n esos documentos, estuvo implicado en espionaje industrial, pero tuvo un "papel perif¨¦rico" en el asunto de la bomba at¨®mica. Los sovi¨¦ticos ten¨ªan "al menos tres agentes decisivos en el programa de energ¨ªa at¨®mica norteamericano".
Los Rosenberg fueron condenados bas¨¢ndose en el testimonio del hermano de Ethel, David Greenglass, que, tras ser detenido, confes¨® que hab¨ªa sido reclutado por su cu?ado para trabajar para los sovi¨¦ticos. Greenglass le pas¨® a Julius los "garabatos infantiles" que ¨¦ste entreg¨® a Feklisov. ?Y Ethel Rosenberg? "Nunca tuvo nada que ver con nosotros; era completamente inocente", dice Feklisov. "Creo que conoc¨ªa las actividades de su esposo, pero no por eso se mata a la gente".
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