Bonn pide ¨¢rnica
El patio se agita. Hasta el lunes, la doctrina alemana sobre la uni¨®n monetaria se resum¨ªa en un adjetivo, el estricto cumplimiento de los criterios de convergencia. Ese rigor provendr¨ªa de una interpretaci¨®n restrictiva de los techos num¨¦ricos establecidos (3% del PIB para el d¨¦ficit; 60% para la deuda), no en el cuerpo del Tratado (le Maiastricht, sino en su quinto protocolo. Alemania consideraba y oficialmente a¨²n sigue considerando m¨¢s importante la ortodoxia en la aplicaci¨®n de los criterios que la fecha de lanzamiento del euro (enero de 1999).Pero la actualizaci¨®n del programa alem¨¢n de convergencia presentada anteayer al Ecofin por el ministro Theo Waigel reconoce que "en 1996 puede producirse un desbordamiento del l¨ªmite del 60% [para la deuda], debido al alto d¨¦ficit y al crecimiento relativamente d¨¦bil del PIB". Y "en 1997, la ratio de la deuda, podr¨ªa aumentar todav¨ªa m¨¢s".
A los ecofines no les plujo t¨¦cnicamente el texto, por su escasa cuantificaci¨®n y porque ins¨®litamente carece de escenarios alternativos. Pero se deshicieron en elogios. Porque se veda a los marineros desairar al patr¨®n o porque percibieron en el asunto de la deuda alemana un intersticio por el que colar despu¨¦s sus propios, incumplimientos, una coartada para imponer una interpretaci¨®n flexible de los criterios. Si se ofrece magnanimidad al poderoso ?por qu¨¦ no al d¨¦bil?, se preguntaban algunos, parafraseando el principio de Derecho Romano seg¨²n el cual quien puede lo m¨¢s, puede lo menos.
Waigel se guard¨® de pedir directamente un trato m¨¢s favorable en el interior del Ecofin. Pero empez¨® a roturar el terreno para ello, desgranando, los cap¨ªtulos del "gigantesco esfuerzo financiero" derivado de la unificaci¨®n alemana. Ante los periodistas, adem¨¢s de cavar, sembr¨®: sostuvo que el examen de selectividad para la moneda ¨²nica, deber¨¢ juzgar "en paralelo" (??) el nivel de la deuda alemana con la "enorme contribuci¨®n" de Bonn al presupuesto comunitario (!!).
H¨¦te aqu¨ª c¨®mo empieza a quebrar la doctrina can¨®nica compuesta por la interpretaci¨®n rigurosa de los criterios y el latiguillo seg¨²n el cual debe aplicarse "el Tratado, todo el Tratado, pero s¨®lo el Tratado" en su cap¨ªtulo regulador de la uni¨®n monetaria. Ni por asomo los costes de la unificaci¨®n de Alemania (con los que, por cierto, pecharon todos sus socios, v¨ªa un largo delirio restrictivo de la pol¨ªtica monetaria) o su contribuci¨®n al presupuesto, figuran en ese cap¨ªtulo. Esta primera tentativa de obtener ¨¢rnica por adelantado abre el terreno para el an¨¢lisis del impacto asim¨¦trico del euro y de su Pacto de Estabilidad, comparativamente m¨¢s dificil de asumir por los socios econ¨®micamente d¨¦biles, los del Sur.
Pero ni la m¨¢s benevolente de las interpretaciones flexibles del art¨ªculo 104-C-2B del Tratado permite bendecir una deuda p¨²blica superior al 60% del PIB que est¨¦ en ascenso, justo lo que Alemania prev¨¦ para la suya. Al propio Waigel le enfurec¨ªa en 1995, como presidente de turno, otorgar a Irlanda el certificado de no incurrir en d¨¦ficit excesivo. Pero no pudo evitarlo, porque Dubl¨ªn, con deuda enorme -superior al 130%- la hab¨ªa ido rebajando "suficientemente", como exige ese art¨ªculo. No vale la lectura inversa. Si Bonn quiere acogerse a otra escapatoria (el desbordamiento s¨®lo "excepcional y temporal" del art¨ªculo 104-C-2A-2), aunque esta s¨®lo rige para el d¨¦ficit y no piara la deuda) los dem¨¢s podr¨¢n seguir su camino. Albricias para Espa?a.
Pedir ¨¢rnica para une, mismo y al mismo tiempo seguir postulando rigor para el resto suscita comentarios en el ¨¢mbito de la elegancia. Introduce nuevas sospechas de que el fin pretendido sea sacudirse a los pa¨ªses cuya compa?¨ªa en el grupo de vanguardia del euro quiere evitarse, como Italia, pero no s¨®lo ella. Y certifica la preocupante coyuntura de la econom¨ªa alemana y el desconcierto, ojal¨¢ que temporal, de sus rectores.
El patio est¨¢ movido. Si siguen los zarandeos, tomar¨¢n m¨¢s cuerpo las hip¨®tesis de que para evitar turbulencias conviene adelantar a oto?o la fecha de la criba, como quiere una minor¨ªa de expertos; o incluso avanzar un a?o -a enero de 1998- el lanzamiento del euro, seg¨²n ha sugerido Felipe Gonz¨¢lez. La otra salida, el retraso, s¨®lo entusiasma a los brit¨¢nicos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.