?Adi¨®s, Mobutu?
?RESISTIR? ZAIRE el fin de Mobutu? ?sta es la gran cuesti¨®n cuando el r¨¦gimen de Mobutu Sese Seko se desmorona bajo la presi¨®n de los rebeldes banyamulengues, liderados por Kabila. Abandonado por su salud y sus amigos internacionales, especialmente Estados Unidos, la imagen de un Mobutu gravemente enfermo en una cl¨ªnica del sur de Francia tiene un reflejo pat¨¦tico en la aparente agon¨ªa del r¨¦gimen que dirigi¨® dictatorialmente durante los ¨²ltimos 31 a?os.Las perspectivas podr¨ªan resultar alentadoras si el cambio impulsase una mayor libertad y democratizaci¨®n y limpiase la corrupci¨®n. Para un Estado con una superficie casi cinco veces la de Espa?a, con una complicada composici¨®n tribal y que limita nada menos que con nueve pa¨ªses, la cuesti¨®n de la viabilidad de Zaire como unidad pol¨ªtica no es balad¨ª. Una variaci¨®n en las fronteras de un Zaire ya de por s¨ª fraccionado plantear¨ªa la modificaci¨®n de todo el mapa pol¨ªtico centroafricano. Y, seguramente, no de modo pac¨ªfico.
Si Kabila fue derrotado hace m¨¢s de treinta a?os en Stanleyville, los ciudadanos de esta tercera urbe en importancia del pa¨ªs -que con la independencia recobr¨® el nombre de Kisangani- le han recibido ahora con j¨²bilo. Kabila y sus rebeldes se han apoderado ya de una quinta parte de Zaire. Y si estas fuerzas aparentan traer consigo el orden frente a la arbitrariedad y corrupci¨®n del Ej¨¦rcito zaire?o, Kabila debe ser consciente de que tambi¨¦n despierta ciertos recelos entre la poblaci¨®n zaire?a que lo considera poco tutsi y excesivamente vinculado a Uganda, Ruanda y Burundi.
De hecho, los pa¨ªses lim¨ªtrofes parecen haber impulsado -el movimiento de los rebeldes banyamulengues hacia el interior de Zaire para limpiar sus respectivas zonas fronterizas de posibles amenazas. Y el apoyo de Uganda ha resultado decisivo para la toma de Shaba, quiz¨¢s en venganza por el que le dio Mobutu al movimiento UNITA.
Detr¨¢s del nuevo impulso de Kabila se nota el brazo de Estados Unidos. Una vez superada la guerra fr¨ªa y los an¨¢lisis dictados por el anticomunismo, Washington ha dejado de valorar a Mobutu -especialmente tras la confirmaci¨®n de su grave enfermedad- y ha visto la oportunidad de configurar la zona apoyando la constituci¨®n de reg¨ªmenes afines a sus intereses. Aunque le pese a Francia, hasta ahora potencia en la zona, que se ha quedado pr¨¢cticamente sola tanto en el marco europeo como en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La m¨¢s que posible ca¨ªda del r¨¦gimen de Mobutu constituye una derrota para la pol¨ªtica africana de Francia, que se ha alejado de la realidad -y m¨¢s a¨²n de la moralidad- y que s¨®lo al final de la partida est¨¢ dejando caer al cruel dictador.
En el olvido de este nuevo episodio de crisis en los Grandes Lagos quedan los millares de refugiados hutus, abandonados por las Naciones Unidas y la comunidad internacional, y que Francia ha intentado utilizar para evitar la ca¨ªda de Kisangani. Sin gran ¨¦xito, pues la rebeli¨®n de Kabila avanza sin encontrar resistencia, mientras las ciudades van cayendo como Jeric¨®.
Mientras en la capital zaire?a el Gobierno y el Parlamento disputan sobre la legalidad del voto que ha destituido al primer ministro, el l¨ªder Kabila se permite ofrecer un alto el fuego, siempre y cuando Mobutu se avenga a un di¨¢logo directo. Tampoco cabr¨ªa excluir un golpe de Estado en Kinshasa para llevar al frente del pa¨ªs ¨¢ un nuevo liderazgo militar que recompusiera la lucha contra los rebeldes de un Ej¨¦rcito absolutamente corrupto y desmoralizado. Lo que agravar¨ªa la guerra, o al menos perpetuar¨ªa la actual divisi¨®n del pa¨ªs en dos.
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