Washington cree que habr¨¢ desacuerdo pese a las concesiones realizadas
En el juego de la ampliaci¨®n de la OTAN y las resistencias de Rusia hay un amplio margen de leyes de oferta y demanda que van desde asuntos concretos relacionados con la Alianza, como el compromiso de Bruselas de no instalar tropas en los nuevos pa¨ªses miembros, hasta bazas m¨¢s amplias, como la entrada de Rusia en el Grupo de los Siete. Antes de salir hacia Helsinki, el presidente Clinton dej¨® clara su estrategia: la ampliaci¨®n de la Alianza es prioritaria, pero no menos prioritaria es la "robusta relaci¨®n" entre Rusia y EE UU.
Esto no quiere decir que Washington vaya a ceder a amenazas o declaraciones subidas de tono: como advirti¨® ayer Sandy Berger, consejero nacional de Seguridad de la Casa Blanca, "vamos a estar en desacuerdo sobre la ampliaci¨®n. Yo no espero que ellos cambien sus puntos de vista, y ellos no deber¨ªan esperar que nosotros cambiemos los nuestros". Lo que EE UU est¨¢ decidido a impulsar es una pol¨ªtica y una serie de iniciativas que hagan m¨¢s tolerable el asunto.Grupo de los Siete. Es una de las grandes zanahorias que hacen moverse a los rusos. Clinton no puede garantizar el ingreso inmediato y pleno de Rusia en el exclusivo club de los pa¨ªses m¨¢s industrializados del mundo, pero s¨ª se comprometer¨¢ con Yeltsin en mantener su presencia en las sesiones pol¨ªticas del G-7, como antesala de un futuro ingreso, que llegar¨¢.
Expansi¨®n limitada. Frente a la presi¨®n que los parlamentarios rusos llevan a cabo sobre Yeltsin, son muy ¨²tiles los acuerdos como el del Consejo Atl¨¢ntico de la semana pasada -forjado por el secretario general, Javier Solana- seg¨²n el cual la OTAN se compromete a ampliar sus fronteras pol¨ªticas, pero no militares, y a no estacionar, en consecuencia, nuevas tropas en los pa¨ªses del Este que se unan a la organizaci¨®n, ni, desde luego, armas nucleares en esos pa¨ªses.
Nueva relaci¨®n. Clinton volver¨¢ a repasar con Yeltsin las iniciativas que se han esbozado en las ¨²ltimas semanas, iniciativas destinadas a incrementar la confianza entre Bruselas y Mosc¨². Entre ellas est¨¢ la sugerencia de Madeleine Albright, la secretaria de Estado, de poner en marcha una brigada conjunta de soldados rusos y aliados para operaciones de paz similares a la de Bosnia. Adem¨¢s, la Casa Blanca quiere firmar un nuevo tratado de reducci¨®n de armas estrat¨¦gicas (un START III que ahorre dinero a los rusos sin alterar el equilibrio conseguido).
M¨¢s ayuda. Clinton dir¨¢ que tiene grandes esperanzas en que el Congreso apruebe su petici¨®n de un paquete de ayudas por valor de 242 millones de d¨®lares (unos 35.000 millones de pesetas), una cantidad no excesivamente abultada, pero muy superior a los 95 millones de 1996.
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