Ejemplo social
El pacto social entre sindicatos y patronal en tomo al empleo ser¨ªa muy deseable aunque todav¨ªa est¨¢ en el alero, y pocos son los que no lo considerar¨ªan como extremadamente positivo. No tanto, a decir verdad, por su contenido, sino por el hecho mismo de ser un acuerdo responsable entre los grandes actores de las relaciones laborales, que augurar¨ªa paz social y clima de concordia. Por eso todos deber¨ªamos felicitamos de ello y felicitar a los negociadores, si llegara a buen puerto, y al Gobierno y, en particular, al ministro Arenas, que tan h¨¢bilmente ha sabido propiciar el di¨¢logo primero y est¨¢ propiciando el deseable acuerde, despu¨¦s.Ahora bien, si algo contrasta con el ambiente de consenso, social del que es, hito el pacto en ciernes, es la falta de un m¨ªnimo acuerdo entre las fuerzas pol¨ªticas. No lo hay entre el PP y el PSOE, el PP y el PNV se distancian cada d¨ªa m¨¢s y no falta quien todos los d¨ªas trata de erosionar las relaciones entre los populares y el nacionalismo catal¨¢n. Mientras la vida social se serena, las relaciones pol¨ªticas y sus prolongaciones org¨¢nicas en la opini¨®n se encrespan cada d¨ªa m¨¢s. C¨®mo org¨¢nicas en la opini¨®n se encrespan cada d¨ªa m¨¢s. Como anta?o, la Espa?a oficial no responde a la Espa?a real y no precisamente porque su nivel sea mejor y m¨¢s elevado.
?Por qu¨¦ patronos y sindicatos, con opciones mucho m¨¢s distantes y aun enfrentadas que las program¨¢ticas de los partidos pol¨ªticos pueden llegar a un acuerdo y aqu¨¦llos ni siquiera se molestan ya en buscarlo? Creo que por la percepci¨®n que unos y otros tienen de su propio inter¨¦s.
La patronal y los sindicatos, cuya endeblez cuantitativa es sobradamente conocida, saben que su ¨²nica baza de legitimaci¨®n es su capacidad para concordarse. Si llegan a acuerdos, cumplen una importante funci¨®n social y se legitiman ante sus hipot¨¦ticos representados, ante las instituciones pol¨ªticas y ante la propia sociedad global; si no llegan, no, y la deslegitimaci¨®n conduce inexorablemente a la extinci¨®n.
Por el contrario, las fuerzas pol¨ªticas consideran que su legitimaci¨®n ante sus electores depende de su capacidad de enfrentarse con los dem¨¢s, de marcar diferencias, de hacer reivindicaciones e imputaciones. Entienden la pol¨ªtica no para algo, sino frente a alguien. Y es evidente que gran parte de los autores de opini¨®n contribuyen a esta visi¨®n conflictiva de la vida p¨²blica, porque, a su vez, por unos u otros motivos, infra o s¨²per estructurales, econ¨®micos o ps¨ªquicos, tienen una visi¨®n dram¨¢tica de su cotidiana misimo.Curiosamente la misma sociedad que, con raz¨®n, aplaude la capacidad de di¨¢logo y pacto entre empresarios y sindicatos y que descalificar¨ªa a unos y otros si no fuesen capaces de llegar a entenderse, es la que, entre divertida y asustada, como el p¨²blico de una corrida de toros, aplaude el choque est¨¦ril de las fuerzas pol¨ªticas, entre s¨ª, bosteza ante sus t¨ªmidos intentos de aproximaci¨®n y se deja llevar por la falsa emoci¨®n de sus enfrentamientos. Por poner un ejemplo pl¨¢stico, los mismos periodistas que aplauden, y con raz¨®n, el talante de sindicalistas y empresarios a la hora de negociar sobre las condiciones del empleo, elogiaban la supuesta declaraci¨®n del gobernante seg¨²n la cual de di¨¢logo con la oposici¨®n nada.
As¨ª, la sociedad que es capaz de vivir con notable normalidad, y cuyas instituciones tradicionalmente m¨¢s conflictivas demuestran su responsabilidad a la hora de negociar y pactar, en lugar de transmitir su ejemplo a la esfera de la pol¨ªtica, fomenta las peores y m¨¢s negativas tendencias de ¨¦sta.
Pero la consecuencia no puede ser peor para unos y otros. Para la sociedad llamada civil y para la Espa?a oficial que se le superpone. Aqu¨¦lla, en vez de tener una clase pol¨ªtica plenamente fecunda a la hora de gobernar, representar y controlar, la tiene lastrada por el exceso de conflictividad, gran parte de cuyos esfuerzos resultan necesariamente est¨¦riles para la sociedad a la que debiera servir. Pero, a su vez, la clase pol¨ªtica, de cuyo escaso prestigio dan cuenta todas las encuestas -el aprobado raspado se considera ya un triunfo- se orienta cada d¨ªa m¨¢s hacia una espora progresivamente aislada de la vida social. Y el aislamiento y el desprestigio son la peor de las v¨ªas, en t¨¦rminos hist¨®ricos, los que importan m¨¢s all¨¢ de la pr¨®xima elecci¨®n y la inmediata encuesta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.