El extra?o nombre de la 'Memoria Vinculante'
El Tribunal Supremo reconoci¨® hace 20 a?os el derecho de los habitantes de Orcasitas a quedarse en su barrio, donde muchas calles recuerdan todav¨ªa aquella lucha vecinal
En la sede de la Audiencia Nacional de Madrid nunca se hab¨ªa visto un ambiente tan peculiar y colorista como el de aquel d¨ªa de octubre de 1973. En una de sus solemnes salas, mujeres con bolsas de la compra, jubilados con boina y garrotilla, y dirigentes vecinales vestidos de domingo escuchaban arrobados la disertaci¨®n del abogado Eduardo Garc¨ªa Enterr¨ªa, catedr¨¢tico de Derecho Administrativo, quien trataba de demostrar que la memoria de los planes de urbanismo es un documento m¨¢s del mismo y, por tanto, de obligado cumplimiento. Para los vecinos de la Meseta de Orcasitas, muchos de ellos analfabetos, las palabras del jurista eran pura poes¨ªa, lo mejor que hab¨ªan escuchado en sus vidas. De ellas depend¨ªa que pudieran permanecer en el barrio que les hab¨ªa acogido cuando llegaron a Madrid all¨¢ por los a?os cincuenta, en busca de un futuro mejor.El Plan Parcial para la remodelaci¨®n de la zona, aprobado en 1971, inclu¨ªa en su memoria que una vez concluidas las obras, los vecinos, que hab¨ªan sido realojados provisionalmente, ocupar¨ªan de nuevo las casas que all¨ª se iban a construir. El desaf¨ªo jur¨ªdico surgi¨® porque el Ayuntamiento se negaba a cumplir el compromiso. Pero la Audiencia les dio la raz¨®n y en junio de 1977 el Tribunal Supremo ratific¨® la sentencia que la Administraci¨®n municipal hab¨ªa recurrido. Cuando a?os despu¨¦s el barrio estaba terminado, los vecinos decidieron que una de sus plazas llevar¨ªa el nombre de la Memoria Vinculante. Quienes visiten Orcasitas podr¨¢n leer en los r¨®tulos de sus calles la historia resumida de aquella lucha que supuso un hito en el movimiento vecinal madrile?o: calle de los Retrasos, de los Encierros, de la Remodelaci¨®n, del Empleo Juvenil, de la Expropiaci¨®n, o las plazas de los Mil Delegados, de las Promesas o de la Solidaridad.
Cuando llevaron la propuesta para bautizar sus viales al Pleno de la Casa de la Villa, el entonces alcalde Enrique Tierno Galv¨¢n decidi¨® zanjar la pol¨¦mica que se desat¨® y dio el visto bueno a todos los nombres con una excepci¨®n: el erudito regidor no estaba dispuesto a pasar a la historia por haber permitido un mal uso del castellano y decidi¨® que la calle de la Despropiaci¨®n se llamar¨ªa Expropiaci¨®n.
Javier Delgado Barrio, presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, destaca la importancia de aquella sentencia desde el punto de vista jur¨ªdico y urban¨ªstico. "Hasta entonces, la memoria de los planes de urbanismo era un documento meramente literario. Aquella sentencia ha sido el cauce por el que el Supremo ha exigido no s¨®lo el cumplimiento, sino las motivaciones de las decisiones del planeamiento urban¨ªstico". El magistrado conserva una foto en la que aparece junto a sus colegas de la secci¨®n de Urbanismo en la plaza de la Memoria Vinculante.
En el arriesgado pulso que echaron al Ayuntamiento, los habitantes de Orcasitas no estuvieron solos. Jos¨¦ Manuel Bringas, un urbanista que tiene ahora 65 a?os, decidi¨® asumir el peso de las gestiones. Educado en el colegio del Pilar con la ¨¦lite de su generaci¨®n e hijo de un arquitecto del mismo nombre que hab¨ªa sido concejal del Ayuntamiento en los a?os cuarenta, recurri¨® a su apellido para colarse en los despachos, "y yo siempre pon¨ªa como condici¨®n que los vecinos entraran conmigo". Consigui¨® poner contra las cuerdas al entonces regidor Miguel ?ngel Garc¨ªa-Lomas, quien lleg¨® a decirle: "Est¨¢ bien, ir¨¦ de visita al barrio. Pero como me tiren piedras los mando fusilar a todos, eso s¨ª, confesados y comulgados".
Garc¨ªa-Lomas no dio finalmente la cara, pero s¨ª su sucesor, Juan de Arespacochaga. El panorama que este alcalde se encontr¨® hace menos de treinta a?os en el que es hoy uno de los barrios obreros mejor dotados de la capital -el primero dise?ado por los vecinos con la ayuda de sus propios t¨¦cnicos- fue un sucio barrizal donde se amontonaban m¨ªseras viviendas que carec¨ªan de agua, luz y cuarto de ba?o. La revista Cambio 16 public¨® en mayo de 1973 un art¨ªculo con este titular: 'Orcasitas ya tiene retrete'. Se refer¨ªa al primero del distrito y se instal¨® en la sede de la asociaci¨®n de vecinos. Pocos a?os antes, la televisi¨®n brit¨¢nica BBC hab¨ªa realizado un reportaje para mostrar la pobreza, la suciedad y el abandono en el que viv¨ªan sus gentes: el Tercer Mundo a las puertas de Madrid. "Arespacochaga entendi¨® el problema enseguida y asign¨® 5.000 millones para arreglar las calles de las chabolas y meter sanitarios y tendido el¨¦ctrico, aun sabiendo que la remodelaci¨®n estaba en marcha y que todo aquello desaparecer¨ªa", dice el urbanista.
"Lo que m¨¢s me impresion¨® de aquella lucha fue la solidaridad y participaci¨®n vecinal. Todo los mi¨¦rcoles del a?o, jugara o no jugara Cruyff, nos reun¨ªamos en asamblea para decidir entre todos, vecinos y t¨¦cnicos, lo que habr¨ªa que hacer. A pesar de la desconfianza de algunos arquitectos, las ideas que aportaban eran estupendas, aunque no todas factibles, como que en los parques se dise?aran sendas de olor para que los invidentes pudieran guiarse por el aroma de las flores". Admira muchas de las decisiones que tomaron aquellas gentes sencillas: "Cuando instalamos la t¨¦rmica para llevar la calefacci¨®n a las casas, decidieron que no habr¨ªa llaves individuales para que no se cortara al que no pudiera pagar".
"Detr¨¢s de este movimiento ciudadano no hubo ning¨²n partido pol¨ªtico", aclara Bringas, quien ha dedicado su vida a la remodelaci¨®n de los barrios obreros de Madrid. Tiene su estudio en la c¨¦ntrica calle del Almendro, donde se dedica sobre todo a la gesti¨®n de expropiaciones, " porque el planteamiento lo hacen los ayuntamientos".
No hay un d¨ªa que no se acerque a Orcasitas. "Los vecinos me llaman hasta para que les busque un notario. Estuve a punto de abrir una gestor¨ªa en el barrio, que tiene ahora unos problemas de desempleo y droga terribles. La gente vuelve de nuevo a recoger chatarra y cart¨®n". Le da pena que el movimiento vecinal "se haya quedado en la desesperanza. Luchan los antiguos, pero los j¨®venes no se movilizan. Si no se sigue un camino parecido, la clase necesitada no conseguir¨¢ viviendas baratas en Madrid".
'Del barro al barrio'
La historia de aquel suburbio pobre que era Orcasitas est¨¢ recogida en un libro apasionante, Del barro al barrio, escrito por el periodista Tom¨¢s Arnoriaga. Junto al recuerdo de la tragedia, como la de aquel lechero que cay¨® sobre el fango v¨ªctima de un infarto sin que nadie pudiera rescatarle, se narran tambi¨¦n los buenos momentos. Aparecen, adem¨¢s, muchos de los pioneros de la lucha: Antonio Circ¨¹endes, el peluquero, especialista en combinar la conspiraci¨®n con el arreglo de bigotes; el t¨ªo Molina, que hac¨ªa estraperlo, vend¨ªa fiao y animaba las asambleas con sus chascarrillos; o el combativo Casimiro Garc¨ªa, el primer presidente de la asociaci¨®n, y tantos otros. Todo eran emigrantes que se instalaron en aquella llanura situada entre las carreteras de Andaluc¨ªa y Toledo cuando Orcasitas ni siquiera pertenec¨ªa a Madrid (se incorpor¨® a, la capital en 1954) para vivir en la gran ciudad. Desde la meseta se divisaban los rascacielos y las luces de lo que ellos consideraban el para¨ªso, con sus escaparates, aceras, autobuses y confortables viviendas.Hab¨ªa tanto barro que en la entrada, en la calle de Juli¨¢n D¨ªaz Guerra, se instal¨® un quiosco para dejar las botas sucias y cambiarse de calzado. Un abono semanal costaba un duro, como ver la televisi¨®n en el ¨²nico bar, donde los vecinos siguieron en directo el triunfo de Massiel en Eurovisi¨®n y al Real Madrid proclamarse campe¨®n de Europa.
Despu¨¦s, cuando pudieron marcharse de all¨ª, ya no quisieron hacerlo: se hab¨ªan ganado a pulso aquella tierra dif¨ªcil en la que muchos dejaron su vida. Uno de aquellos pioneros es hoy concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Madrid, F¨¦lix L¨®pez Rey.
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