Tema del traidor que es el h¨¦roe

Cultivado con el primor de un jard¨ªn secreto, el tema de la mafia y su mundo, sus c¨®digos de conducta, sus desmanes y los desbarajustes mentales de sus miembros son tan frecuentes en el cine estadounidense contempor¨¢neo como para constituir por s¨ª solo casi un g¨¦nero de resonancias ¨¦picas, entre la negrura del cine criminal cl¨¢sico y la psicopatolog¨ªa contempor¨¢nea. Un retrato de bajos fondos que, en muchos casos, se ha constituido en la met¨¢fora por excelencia del gran t¨®tem de nuestro tiempo, el dinero y el enriquecimiento instant¨¢neo: de ah¨ª su impacto y su constante ¨¦xito.Cierto es que su cultivo suele te?ir muchos de los filmes individualmente considerados en cansinas copias de otros, o en el mejor de los casos, en obras que despiertan ecos pret¨¦ritos. Algo de eso ocurre con Donnie Brasco, un filme- sobre la traici¨®n y la amistad, pero tambi¨¦n sobre el hero¨ªsmo y las ruindades del orden. Muchas de las cosas que el filme propone han sido ya vistas, y muchas veces: el poli que se infiltra en la Cosa Nostra, los c¨®digos de comportamiento de los mafiosos, la vida familiar destrozada por un trabajo insano y en el fondo atroz, la crueldad de los asesinatos, el miedo a perder la vida por cosas que en el fondo se desconocen, la l¨®gica mezquina de los cuerpos represivos, que queman a sus hombres en aras del supuesto bien de la comunidad.

Amistad entre hombres

Pero si el filme no cae en la rutina es por algunas cosas un tanto peculiares en su desarrollo y por la suma de talentos empleados en su realizaci¨®n. Una de esas peculiaridades es el hecho de que desde el punto de vista de su funcionamiento dram¨¢tico- es menos un filme sobre los m¨¦todos operativos de la mafia que sobre la amistad entre dos hombres cuyo destino, por una u otra raz¨®n, est¨¢ indisolublemente unido. Otra, el tratamiento de esos personajes, un perdedor inexorable y un traidor abismalmente atra¨ªdo por el objeto de su traici¨®n, a quienes el gran Pacino y un Johnny Depp que mejora espectacularmente de pel¨ªcula en pel¨ªcula dotan de una formidable humanidad.No es menos importante, en todo caso, el trabajo del ingl¨¦s Mike Newell, un cineasta irregular que parece condenado a ser siempre el director de la agradable Cuatro bodas y un funeral. Newell retrata con precisi¨®n y un encomiable sentido del tempo dram¨¢tico esa relaci¨®n entre hombres en el l¨ªmite; su c¨¢mara profundiza en las oquedades de esos personajes con un acusado tinte realista: huelen, sudan, sufren, sangran siempre en un muy preciso naturalismo. Y, ya qued¨® dicho, Pacino y Depp aguantan sobre sus hombros toda la arquitectura del filme en un espl¨¦ndido duelo interpretativo.