Pobre escuela p¨²blica
EL GOBIERNO prefiere el destornillador a la excavadora como herramienta para desequilibrar la balanza educativa en favor de la ense?anza privada. Tocando un punto de aqu¨ª y otro de all¨ª, Esperanza Aguirre est¨¢ decidida a cumplir el aviso para navegantes que en diciembre lanz¨® de forma suavemente sibilina: "He recibido un sistema que tiene un 31 % de centros de titularidad privada, la gran mayor¨ªa concertados, y un 69% de titularidad p¨²blica. Mi intenci¨®n es que esta situaci¨®n evolucione conforme a las demandas sociales".En esa l¨ªnea de que la demanda privada evolucione a costa de una empobrecida oferta p¨²blica, el Gobierno ha aprobado un real decreto que modifica el r¨¦gimen de admisi¨®n de alumnos en los colegios e institutos financiados por el Estado (p¨²blicos y privados concertados) en las 10 comunidades que todav¨ªa administra. Lo que la ministra de Educaci¨®n pinta a todo color como un salto hacia la libertad de elecci¨®n de centro m¨¢s bien parece una zancadilla a la ense?anza p¨²blica.
El nuevo baremo de admisi¨®n, que entrar¨¢ en juego siempre que haya m¨¢s solicitudes que plazas disponibles, concede a los centros la capacidad de asignar a los alumnos un punto por "una circunstancia relevante apreciada justificadamente". Como vivir cerca del centro dejar¨¢ de ser relevante -porque se ampl¨ªan las zonas de influencia de colegios e institutos y se equipara el domicilio familiar y el lugar de trabajo-, este punto discrecional abrir¨¢ o cerrar¨¢ puertas, sobre todo, en los colegios concertados. Es decir, ese punto discrecional ser¨¢ en muchos de ellos el punto clave.
Los socialistas ya implantaron esta misma medida entre 1985 y 1993. Pero lo que convierte la libertad de elecci¨®n de las familias en capacidad de los centros para seleccionar a sus alumnos es el efecto combinado de dos cambios: la menor influencia de la proximidad, que igualar¨¢ a numerosos aspirantes, y la concesi¨®n del punto discrecional, que permitir¨¢ filtrar a los alumnos, por muy "objetivos y p¨²blicos" que sean los criterios elegidos. Favorecer el agrupamiento de los hermanos en el mismo colegio es razonable, pero, en el caso de los centros concertados abre otra v¨ªa de selecci¨®n: la familia que pueda pagar de su bolsillo la ense?anza de uno de sus hijos en los tramos no subvencionados (0-6 a?os y 16-18 a?os) obtiene un plus para que sus otros hijos accedan de forma preferente en los tramos financiados por el Estado.
Esperanza Aguirre gusta de gen¨¦ricas proclamas en favor de la competitividad, la calidad de la ense?anza y la libertad de elecci¨®n. Pero sus actuaciones parecen encaminadas a favorecer la ense?anza privada. ?Se avecina una red educativa de primera y otra de segunda? ?Es leg¨ªtimo segregar a los alumnos en un tramo de educaci¨®n obligatoria? Sin caer en un panorama dickensiano, basta un m¨ªnimo esfuerzo de adivinaci¨®n para saber ad¨®nde ir¨¢n los alumnos con especiales necesidades educativas, los discapacitados, los marginales, los de minor¨ªas ¨¦tnicas, los de familias desintegradas o, simplemente, los de malas notas. Se refugiar¨¢n en los centros p¨²blicos, a los que, por si fuera poco, se les est¨¢ quitando personal de apoyo, recursos, programas complementarios y todos esos peque?os detalles que configuran una educaci¨®n de calidad. En esas circunstancias, elegir un centro p¨²blico puede ser una especie de hero¨ªsmo social.
Ante la competencia que se avecina, los docentes p¨²blicos har¨¢n bien en no dormirse en los laureles, pero hay que reconocer que tienen dif¨ªcil impedir las fugas, porque la selecci¨®n ya est¨¢ en marcha. La ha hecho el Gobierno.
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