Reforma, ?para qui¨¦n?
Una reciente encuesta del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas pon¨ªa en evidencia la valoraci¨®n mayoritariamente negativa de la sociedad espa?ola -por encima del 55%- en cuanto a la influencia sobre nuestro sector agrario que se deriva de los cambios introducidos por la Uni¨®n Europea. De igual modo, casi un 40% de los espa?oles considera "poco" beneficiosa para la agricultura la pertenencia de Espa?a a la UE, casi el 50% cree que Espa?a influye "poco" en las decisiones que se toman en materia agraria en la UE y cerca de un 60% tiene una consideraci¨®n negativa respecto a la labor del Gobierno espa?ol en la UE.De estos resultados se desprende un preocupante estado de ¨¢nimo de los espa?oles a la hora de relacionar agricultura y Uni¨®n Europea, que ayuda a comprender, en buena medida, la incertidumbre y las respuestas contradictorias que est¨¢ provocando la Comisi¨®n Europea con su propuesta de reforma para el sector del aceite de oliva.
Por ello, parece conveniente una reflexi¨®n en tomo a este tema que contribuya, cuando menos, a aclarar algunos conceptos err¨®neos y desvelar zonas oscuras en el debate generado por los documentos elaborados hasta ahora por la Comisi¨®n Europea.
En primer lugar, y sin pretender ser exhaustivo, es necesario reflexionar sobre las principales cifras del aceite de oliva en Espa?a, porque de ellas se desprende, con gran claridad, la dimensi¨®n de este sector:
-El olivar es un cultivo con un fuerte y evidente car¨¢cter social: casi 400.000 explotaciones, con 120.000 puestos de trabajo aut¨®nomos, a los que hay que a?adir 46 millones de jornales que genera cada a?o y los 8.000 puestos de trabajo en almazaras e industrias de envasado.
- El olivar aporta el 5,2% de la producci¨®n final agraria espa?ola, el 25% de la andaluza y nada menos que el 80% de la de Ja¨¦n. Con una distribuci¨®n geogr¨¢fica que coincide con las zonas social y econ¨®micamente m¨¢s desfavorecidas.
- El sector del aceite de oliva en la UE es un sector equilibrado en el tiempo en cuanto a la producci¨®n y el consumo. No hay expectativas de excedentes para los pr¨®ximos a?os que no puedan ser absorbidos por el mercado. Sin olvidar, porque est¨¢ muy reciente, el desequilibrio que genera una sensaci¨®n de escasez de oferta como la generada hasta hace unos meses por la sequ¨ªa.
- Se trata de un producto de alta calidad, con unas posibilidades de futuro esperanzadoras de acuerdo con sus caracter¨ªsticas nutricionales y bromatol¨®gicas, lo que hace que su consumo est¨¦ en continuo aumento.
A partir de los datos b¨¢sicos del sector, y de acuerdo con la l¨®gica natural de la pol¨ªtica agraria com¨²n, s¨®lo se justifica la reforma de un sector cuando su organizaci¨®n com¨²n de mercado (OCM) no cumple los objetivos para los que fue creada. Algo que no sucede con el aceite de oliva, porque la OCM actual ha supuesto un avance espectacular en mejora de la calidad, el incremento del consumo, la garant¨ªa a los consumidores, y el mantenimiento de la renta de los agricultores. Adem¨¢s, tampoco hay en este caso la presi¨®n de terceros pa¨ªses por el control del mercado mundial, como el existente con otros productos tras los acuerdos del GATT y la nueva Organizaci¨®n Mundial del Comercio.
Sobre esta base, a la pregunta "reformar, ?por qu¨¦? s¨®lo cabe la respuesta que se desprende de los dos documentos elaborados al respecto por el comisario de Agricultura, Franz Fischler, el primero en 1996 (nou paper) y el segundo, denominado "de opciones", conocido en febrero pasado. En ambos casos, Fischler justifica la necesidad de reformar en un ¨²nico argumento: acabar con el fraude; un t¨¦rmino que se repite con obsesi¨®n, hasta convertirse en raz¨®n ¨²ltima de la propuesta de reforma y de su principal contenido: la sustituci¨®n de las actuales ayudas a la producci¨®n por ayudas al ¨¢rbol sobre el criterio de que "los ¨¢rboles se cuentan".
L¨®gicamente, contra el fraude estamos todos, y los peque?os agricultores espa?oles, de manera muy especial. Por tanto, nada habr¨ªa que objetar a esto si de verdad lo que se trata de conseguir con la propuesta de reforma es acabar realmente con el fraude o si, la reforma propuesta fuera la ¨²nica soluci¨®n posible. Sin embargo, la intenci¨®n que se esconde tras esta formulaci¨®n es la de utilizar el fraude para imponer una reforma no habiendo voluntad de acabar con el fraude, sino todo lo contrario, institucionalizarlo y consagrarlo para siempre, adem¨¢s de eludir responsabilidades, que la propia Comisi¨®n pueda tener hist¨®ricamente en la tolerancia de dicho fraude.
Se pone un gran ¨¦nfasis en la denuncia del fraude, pero parece como si se tuviera miedo de se?alar cu¨¢les son sus causas y d¨®nde se produce. En este sentido, cabe diferenciar dos tipos de fraude, el de funcionamiento, que es aqu¨¦l que es debido a la propia marcha de los mecanismos de la OCM, que se da en todos los sectores, con mayor o menor incidencia, seg¨²n la complejidad de la reglamentaci¨®n (para este sector, seg¨²n reconoci¨® el propio comisario ante el Parlamento Europeo, se cifra en un 2%, frente al 1,4% de fraude global), y el fraude de fondo, al que no se refiere el documento y el verdaderamente preocupante y alarmante. Es aqu¨¦l que se vale de resortes que deja sueltos la normativa para incrementar en una cuant¨ªa significativa la cantidad de aceite por la que se solicita ayuda.
Aceptada la necesidad de luchar contra el fraude debemos rechazar que para alcanzar ese objetivo sea necesario reformar la OCM del sector tal y como pretende la Comisi¨®n Europea, porque sus consecuencias se dejar¨¢n notar, a buen seguro, en la estabilidad socioecon¨®mica de todas las zonas olivareras de nuestro pa¨ªs, al tiempo que disminuir¨¢ la calidad del aceite de oliva y con ello desalentar¨ªa el consumo.
La meta no debe ser, por tanto, reformar el mercado para acabar con el fraude. Muy al contrario, la Comisi¨®n Europea tiene la responsabilidad de descubrir d¨®nde est¨¢ el fraude y qui¨¦n lo produce, para a continuaci¨®n aplicar medidas que conduzcan a su erradicaci¨®n.
De igual modo, el Gobierno espa?ol no puede aceptar bajo ning¨²n concepto que se sienten las bases de una reforma tan importante para Espa?a sin clarificar adecuadamente la situaci¨®n de partida; rechazando la pretensi¨®n de convertir este problema en un enfrentamiento entre los principales productores comunitarios, Espa?a e Italia, aceptando desde esta base la necesidad de negociar con Italia.
Como respuesta a esas pretensiones hay que apostar por v¨ªas de consenso, como ¨²nica garant¨ªa de futuro, uniendo intereses en defensa de un mercado transparente y competitivo, que apoye a los agricultores profesionales y evite el aprovechamiento de las ayudas, por parte de productores especulativos.
La mejor soluci¨®n, y la ¨²nica aceptable para los intereses espa?oles, pasa por acercar la pretendida reforma e intensificar los esfuerzos por clarificar la situaci¨®n. Es el momento de exigir a la Comisi¨®n que utilice todos los mecanismos para llegar a dibujar una realidad cierta, no sesgada y parcial como la que se desprende de los documentos elaborados hasta ahora por el comisario de Agricultura de la UE.
Porque nunca antes, desde el proceso de reforma de la pol¨ªtica agraria com¨²n iniciado en la primavera de 1992, se hab¨ªa partido de un documento de trabajo tan sesgado y parcial. No es casualidad que sea as¨ª, porque se trata de un instrumento que pretende, por una parte, el "borr¨®n y cuenta nueva" a la situaci¨®n actual -donde la Comisi¨®n e Italia tienen mucho que ocultar y temer-, y por otro lado, procurar un reparto lo m¨¢s f¨¢cil posible del dinero comunitario que evite posibles responsabilidades de la Comisi¨®n en el futuro, hasta concluir en una previsible institucionalizaci¨®n de una situaci¨®n absolutamente fraudulenta que, seg¨²n algunas fuentes, se cifra en un incremento de la producci¨®n de aceite de papel [aceite ya subvencionado que se vuelve a cobrar] de 200.000 a 250.000 toneladas para Italia.
Es dif¨ªcil creer que se pueda decir en una propuesta de esta importancia que Espa?a, con una superficie de olivar de casi el doble que Italia, produce una cantidad similar de aceite, y que Grecia, con tres millones de ¨¢rboles m¨¢s que Italia, produce un 30% menos de aceite.
Para Espa?a, sin entrar en el an¨¢lisis detallado, cualquier reforma que se plantee desde Bruselas, con un presupuesto congelado y basada en los datos hist¨®ricamente aceptados por la Comisi¨®n, es totalmente negativa, ya se trate de ayuda por ¨¢rbol o por producci¨®n real.
Ante ello, y como ¨²ltima reflexi¨®n, cabe preguntarse ?qu¨¦ hace el Gobierno espa?ol? Al parecer, convencido de que la ¨²nica forma de evitar una reforma contraria a los intereses de Espa?a pasa por negociar con los pa¨ªses productores, se est¨¢ metiendo en un proceso negociador con Italia cuyo resultado parece cantado desde antes de su inicio. Pues ?qu¨¦ raz¨®n puede tener Italia para negociar con Espa?a su principal competidor en el reparto del dinero comunitario, cuando las dos opciones de partida de la Comisi¨®n tienen como trasfondo preservar los intereses de Italia, cuando a la propuesta del comisario se le est¨¢ denominando la propuesta italiana? ?C¨®mo puede ser tan corto de perspectivas para sentarse a negociar diferentes formulaciones de la OCM cuando la situaci¨®n de partida es manifiestamente incierta y contraria a los intereses espa?oles? ?No ser¨ªa mejor congelar la propuesta de reforma y aparcarla, como se hizo en su d¨ªa con el vino, y paralelamente iniciar un proceso clasificador del sector para, en una segunda fase sentar unas bases s¨®lidas para la reforma?
La Uni¨®n de Peque?os Agricultores, convencida de que no se pueden plantear soluciones a un problema que a¨²n est¨¢ por definir, va a iniciar un proceso de movilizaciones para conseguir que algo tan importante no dependa de una arbitrariedad t¨¦cnica ni de una falta de previsi¨®n pol¨ªtica. Es mucho lo que el olivar espa?ol. se juega en este envite.
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