Una sentencia ejemplar
Me refiero, como se comprende, a la sentencia, la que condena al se?or Conde; tan ejemplar es que se ha puesto de ejemplo, en su integridad, en los medios de comunicaci¨®n de masas, sin faltar una coma, de donde resulta que no s¨®lo es ejemplar el fallo, sino todas y cada una de las palabras, incluso el DNI del procesado.Ejemplar y celebrada, si no por un¨¢nime consenso, s¨ª por notable mayor¨ªa de comentaristas, no tanto judiciales o legales como de pol¨ªtica general o pol¨ªticos: uno dijo que esta sentencia es ejemplar porque condena la "cultura del pelotazo", y otro que lo es porque queda bien claro que en el asunto discutido el PSOE hab¨ªa quedado impoluto, y otros que lo que hagan los jueces es siempre respetable, y as¨ª sucesivamente, y hay otra orientaci¨®n ejemplarizante, que deriva de la comparaci¨®n rico-pobre, pues si a un pobre se le condena a dos a?os por robar un televisor, ?qu¨¦ menos, que seis por apropiarse 600 millones de pesetas?
Si uno se separa de este gozoso coro puede decir, sin embargo, algunas cosas que quiz¨¢ pongan un contrapunto a esta fiesta equinocial de la justicia. Por ejemplo, que los juicios penales no est¨¢n para condenar. culturas de ninguna clase, sino personas, en su caso, en virtud de acciones u omisiones por ellas cometidas, pues un tribunal no condena a un s¨ªmbolo por simb¨®lico que sea; nadie debe ser, ante un tribunal penal, chivo expiatorio de culturas, clases, grupos u otras generalizaciones; un tribunal penal contempla, trata, maneja hechos de personas de carne y hueso que se enfrentan a sus actos.
Tambi¨¦n puede pensarse, que ni el tribunal ni, en su d¨ªa, el instructor han hecho mucho esfuerzo para averiguar a d¨®nde fueron a parar los 600 millones de marras, pues, descartada la pieza m¨¢s codiciada, como hubiera sido el. PSOE, que hubiera permitido una glorificaci¨®n mayor de la justicia, podr¨ªa quiz¨¢ haberse intentado penetrar el velo de Argentia Trust con b¨²squedas, comisiones rogatorias u otras medios. Pero tal b¨²squeda se cubre con un "no es posible" que el dinero se gastara en comisiones de colocaci¨®n y con una referencia a la "ingenier¨ªa financiera". Pero la opci¨®n era, al parecer: Conde con PSOE o Conde sin PSOE; y nada m¨¢s.
A pesar de que, el tribunal tiene tan pobre concepto de la "ingenier¨ªa financiera" como que la identifica con el giro de una factura por una sociedad extranjera a otra sociedad, extranjera, con precisa documentaci¨®n de la transferencia de dinero; algo as¨ª como llamar ingenier¨ªa civil a la colocaci¨®n de ladrillos, unos encima de otros, con argamasa entre ellos, para construir una valla de altura modesta.
Como puede decirse que la demostraci¨®n de que el se?or Conde se apropi¨® de 600 millones consiste en la no demostraci¨®n, por el se?or Conde, y seg¨²n el criterio del tribunal, de d¨®nde ha ido a parar el dinero, lo que se llama inversi¨®n de la carga de la prueba con desconocimiento de la presunci¨®n de inocencia que, casualmente, est¨¢ en la Constituci¨®n; es decir, que la apropiaci¨®n se presume y no se acredita.
Y tambi¨¦n puede decirse, qu¨¦ extra?a falsedad es la de una factura que origina un movimiento de fondos acreditado, y que no est¨¢ demostrada, sino presumida, ninguna relaci¨®n de Argentia Trust con el se?or Conde. Y m¨¢s cosas.
Pero ¨¦stas, puede pensarse, son a?agazas de abogado. (?O es que los abogados pueden probar que el se?or Conde no se llev¨® ese dinero?). La sentencia, ejemplar; hasta por su estilo literario, que prescinde de tecnicismos que s¨®lo sirven para oscurecer la justicia. Quiz¨¢ no se haya probado que el se?or Conde se llev¨® ese dinero. Pero seg¨²n se ha podido leer y o¨ªr, el procesado era culpable antes, durante y despu¨¦s del juicio; la sentencia ha sacado las l¨®gicas consecuencias. Y cuando se le condena, se restablece el orden perturbado.Y hasta ?a misma velocidad para sentenciar excepcional, y por ello ejemplar; y adem¨¢s esperaron para hacerla p¨²blica a que concluyera el juicio.
El tribunal no ha sido sordo a las incitaciones de la opini¨®n publicada; ?qu¨¦ m¨¢s podemos pedir? Como en aquel juicio antiguo, casi tan famoso como ¨¦ste, cuando dijeron los sacerdotes: "?Qu¨¦ necesidad tenemos de testigos?". Algunos nos hemos quedado sin saber, con mucha certeza, si el se?or Conde se qued¨®, con. esos 600 millones. Pero la sentencia es ejemplar. Tan ejemplar que del tribunal, dicho sea en su honor, se podr¨ªa proclamar, exagerando, que ha actuado como jurado popular, escabinado, eso s¨ª; como un jurado de lectores de prensa y radioyentes.
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