Armas para Am¨¦rica
LA AUTORIZACI?N de Washington para la venta de aviones F- 16 a Chile, por parte de la Lockheed, resulta inquietante. No tanto porque EE UU no pueda vender a ese pa¨ªs armas de alta tecnolog¨ªa, levantando de hecho un embargo que Jimmy Carter impuso en 1977 a los pa¨ªses de la zona dominados por dictaduras militares, sino porque puede provocar una carrera armamentista de efectos desestabilizadores. En consonancia con su influencia, Washington deber¨ªa obrar con una responsabilidad que tambi¨¦n hay que demandar a Europa. Que el Gobierno de EE UU levante de hecho el embargo de armamento de alta tecnolog¨ªa indica una mayor confianza democr¨¢tica en los pa¨ªses de la zona. Y efectivamente, el control civil de las Fuerzas Armadas ha progresado, aunque no haya llegado a un punto plenamente satisfactorio (recu¨¦rdese la presencia de Pinochet al frente del Ej¨¦rcito en Chile).Terminada la carrera de armamentos de la guerra fr¨ªa, EE UU busca nuevos mercados para sus armas. Y en esta decisi¨®n parecen haber pesado el Pent¨¢gono y los fabricantes. Tambi¨¦n los europeos intentan aprovechar el apetitoso mercado que suponen las Fuerzas Armadas de algunos pa¨ªses de Am¨¦rica Latina que, tras unos a?os de estancamiento, est¨¢n en proceso de modernizaci¨®n. Seg¨²n el SIPRI de Estocolmo, Am¨¦rica Latina se sit¨²a, con una media del 1,2% del PIB, en uno de los niveles m¨¢s bajos del mundo en gastos de defensa, aunque otras referencias, como la del IISS de Londres, cuestionan esta cifra.
Ahora bien, estos pa¨ªses, con algunas excepciones, como la del conflicto fronterizo entre Ecuador y Per¨², no est¨¢n amenazados por sus vecinos. Una carrera por el poder¨ªo militar podr¨ªa generar nuevas y no deseadas fricciones. Es preciso evitar tal carrera desestabilizadora en el Cono Sur y en otras partes de Am¨¦rica Latina. En un mundo altamente competitivo, en el que las armas procedentes de Rusia y otros pa¨ªses ex sovi¨¦ticos est¨¢n al alcance de cualquier bolsillo, lo sensato ser¨ªa que Estados Unidos y Europa, lejos de lanzarse sobre esa regi¨®n en busca de nuevos mercados para su industria b¨¦lica, utilizaran su influencia para evitar que se desate una carrera armament¨ªstica.
Hay un argumento adicional: es dif¨ªcilmente comprensible que un subcontinente emergente como el latinoamericano, al que todav¨ªa le falta bastante para llegar al pleno desarrollo y con graves problemas de extrema pobreza que afectan a un porcentaje alto de sus ciudadanos, dedique parte de su renta al armamentismo. La tentaci¨®n de acompa?ar el crecimiento econ¨®mico con el militar est¨¢ presente otra vez. Ser¨ªa un camino equivocado hacia la plena normalidad.
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