D¨¢vila Miura pide paso
Eduardo D¨¢vila Miura, un joven torero pr¨¢cticamente in¨¦dito en la Maestranza y otras c¨¢tedras, tom¨® la alternativa y dio el aldabonazo.?Pom, pom! Dos golpes de aldaba y D¨¢vila Miura ya ped¨ªa paso; ya andaba pidiendo aqu¨ª estoy yo, eso de ah¨ª no es un toro que es una burra, esto de ac¨¢ es torear.
Porque, sobre los muchos m¨¦ritos de su faena, sobresalieron el pundonor y el temperamento, el arte y la valent¨ªa para sacarle pases a aquel toro con vocaci¨®n de burra. Y, adem¨¢s, lig¨¢rselos. Y construir una faena con orden y concierto, desarrollada en progresi¨®n ascendente, hasta el punto de que al final de ella lleg¨® a cuajar los mejores muletazos de la tarde.
Tore¨® de muleta D¨¢vila Miura a ese toro tal cual la tauromaquia manda y ense?aron sus grandes maestros. Esto fue, naturalmente, no hoy, sino tiempo atr¨¢s: cuando a¨²n hab¨ªa maestros en tauromaquia. Ya ha llovido.
Jandilla / Mu?oz, Puerto, D¨¢vila
Toros de Jandilla, discretos de presencia, flojos, amoruchados. Emilio Mu?¨®z: bajonazo infamante (silencio); bajonazo escandaloso; se le perdon¨® un aviso (silencio).-Victor Puerto: estocada (petici¨®n y vuelta); bajonazo descarado y rueda insistente de peones; se le perdon¨® un aviso (aplausos y sale al tercio). D¨¢vila Miura, que tom¨® la alternativa: estocada trasera, descabello aviso con mucho retraso, dos descabellos y se echa el toro (vuelta); estocada perdiendo la muleta (ovaci¨®n y saludos). Plaza de la Maestranza, 10 de abril. 5? corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
He aqu¨ª un misterio a resolver: si D¨¢vila Miura es torero muy joven y maestros no quedan, convendr¨ªa averiguar de d¨®nde sac¨® el fundamento y el aroma, la regla y la esencia del aut¨¦ntico arte de torear. De la manga no iba a ser.
D¨¢vila Miura es nieto del fallecido Eduardo Miura, titular del legendario hierro del mismo nombre. Pero este antecedente gen¨¦tico explicar¨ªa el don de criar reses bravas; no el de interpretar los c¨¢nones del toreo.
Quiz¨¢ fue que el joven matador ahora alternativado -toricantano lo llaman- se fijaba en aquellos diestros de escuela que acud¨ªan a hacer el tentadero en la finca Zahariche donde pastan los miuras; principalmente el maestro Pepe Luis, gloria viviente de la torer¨ªa.
Sea como fuere, en el albero de la Maestranza dej¨® constancia el toricantano de su entereza y de su clasicismo, desplegado en estupendas tandas de redondos y naturales, con los debidos remates de pecho o en trinchera y, principalmente, en la tanda ¨²ltima al natural, donde aun¨® hondura y gracia, temple y mando, genio y figura.
Pudo cortar la oreja: el p¨²blico lo aclamaba. Y si no la cort¨®, esa es su culpa: cobr¨® trasera la estocada, demor¨® el descabello y, al decidirse, fall¨®. Lo que pudo ser triunfo de clamor qued¨® en aviso y vuelta al ruedo. As¨ª es la vida: las oportunidades hay que aprovecharlas. Al aparecer el sexto, el tren hab¨ªa pasado ya. Con el sexto no pudo haber desquite. El sexto pertenec¨ªa al g¨¦nero asnal y D¨¢vila Miura hubo de limitarse a demostrar que es diestro votuntarioso y valiente.
Los toros constituyeron una desesperaci¨®n. V¨ªctor Puerto recibi¨® a su primero con tres emocionantes largas cambiadas de rodillas y ver¨®nicas bien ce?idas, y pronto se comprob¨® que aquel animal de granja no merec¨ªa ni tanta exposici¨®n ni tanto empe?o. Ni aquel ni ninguno. Arrimarse de firme, adelantar la muleta, aguantar parones, consentir topetazos, porfiar a derechas y a izquierdas, ofrecer las suertes de frente o de espaldas... Todo lo intent¨® V¨ªctor Puerto con cabeza y coraz¨®n; todo, derrochando hasta vaciarla cuanta torer¨ªa lleva en el alma. La generosidad de su entrega qued¨® patente, mas en el fondo apenas sirvi¨® de nada. Era como pegarle pases a un armario.
De similar fuste resultaron los toros de Emilio Mu?oz, que se desanim¨® en el segundo, consigui¨® algunos derechazos de fina factura en el cuarto y all¨ª se acabaron las embestidas.
Los jandillas m¨¢s prefer¨ªan escarbar y buscar hierba -y s¨®lo hab¨ªa arena; si ser¨ªan burros- que embestir. As¨ª est¨¢n las ganader¨ªas favoritas del monopolio taurino. Y no se crea que les perjudica tanto. Antes al contrario, con el toro que sacan se justifican las figuras establecidas; y a los que piden paso y vienen pegando no les queda otro remedio que apuntarse en la lista de espera.
Babelia
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