De camisas de fuerza y cinturones de castidad
Tiene la sensaci¨®n (?real?) de que muchos de sus cr¨ªticos no han le¨ªdo el discurso que ley¨® en Zacatecas (M¨¦xico), y que contestan a lo que dicen que dijo. Esta reacci¨®n confirma el poder de la palabra, a la que hizo menci¨®n: "Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisi¨®n, el cine, el tel¨¦fono, los altavoces p¨²blicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al o¨ªdo en las penumbras del amor". El Premio Nobel de Literatura Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez intervino en la apertura del Primer Congreso Internacional de la Lengua Espa?ola y sus ideas crearon una formidable pol¨¦mica que ha traspasado el mundo de los expertos y de los gram¨¢ticos y se ha ampliado a los que leen o escriben. EL PA?S le pidi¨® que escribiera un art¨ªculo explic¨¢ndose, matizando o reafirm¨¢ndose, pero Garc¨ªa M¨¢rquez no desea participar en debates. Sin embargo, antes de partir hacia La Habana acept¨® mantener una conversaci¨®n sobre el asunto con el director de la Escuela de Periodismo Univers¨ªdad Aut¨®noma de MadrId/ EL PA?S, Joaqu¨ªn Estefan¨ªa, de la que ¨¦l es profesor.
El escritor Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez considera "natural" la reacci¨®n de los gram¨¢ticos, ling¨¹istas y acad¨¦micos a su discurso de Zacatecas (Botella al mar para el dios de las palabras, EL PA?S del pasado martes 8 de abril): "Ser¨ªa absurdo que los que guardan la virginidad de la lengua estuvieran contra s¨ª mismos. Pero la mayor¨ªa parece haber hablado sin conocer el texto completo de mi discurso, sino s¨®lo fragmentos m¨¢s o menos desfigurados en despachos de agencias. En todo caso es incre¨ªble que a la hora de la verdad hasta los m¨¢s liberales sean tan conservadores".Estos d¨ªas hemos o¨ªdo en muchas ocasiones que el escritor colombiano hab¨ªa pedido suprimir la gram¨¢tica. Su discurso no lo dice.
"Dije que la gram¨¢tica deber¨ªa simplificarse, y este verbo, seg¨²n el Diccionario de la Academia, significa 'hacer m¨¢s sencilla, m¨¢s f¨¢cil o menos complicada una cosa'. Pasando por alto el hecho de que esa definici¨®n dice tres veces lo mismo, es muy distinto lo que dije que lo que dicen que dije. Tambi¨¦n dije que humanicemos las leyes , de la gram¨¢tica. Y humanizar, seg¨²n el mismo diccionario, tiene dos acepciones. La primera: 'hacer a alguien o algo humano, familiar o afable'. La segunda, en pronominal: 'Ablandarse, desenojarse, hacerse benigno'. "?D¨®nde est¨¢ el pecado?", se pregunta.
El siguiente punto de contestaci¨®n a las palabras de Garc¨ªa M¨¢rquez es el ortogr¨¢fico. Parte del supuesto de que si a ¨¦l le hiciesen un examen de gram¨¢tica, le reprobar¨ªan "en toda l¨ªnea".
"Adem¨¢s, mi ortograf¨ªa me la corrigen los correctores de pruebas. Si fuera un hombre de mala fe dir¨ªa que ¨¦sta es una demostraci¨®n m¨¢s de que la gram¨¢tica no sirve para nada. Sin embargo la justicia es otra: si cometo pocos errores gramaticales es porque he aprendido. a escribir leyendo al derecho y al rev¨¦s a los autores que inventaron la literatura espa?ola y a los que siguen invent¨¢ndola porque aprendieron con aquellos. No hay otra manera de aprender a escribir".
En toda la conversaci¨®n, el Nobel de Literatura reivindica su papel de escritor y como tal, piensa "m¨¢s en el sufrimiento de la gente que en la pureza del lenguaje".
"Por eso dije y repito que deber¨ªa jubilarse la ortograf¨ªa. Me refiero, por supuesto, a la ortograf¨ªa vigente, como una consecuencia inmediata de la humanizaci¨®n general de la gram¨¢tica. No dije que se elimine la letra hache, sino las haches rupestres. Es decir, las que nos vienen de la edad de piedra. No muchas otras, que todav¨ªa tienen alg¨²n sentido, o alguna funci¨®n importante, como en la conformaci¨®n del sonido che, que por fortuna desapareci¨® como letra independiente".
Quiz¨¢ el mayor esc¨¢ndalo se ha formado con sus propuestas respecto a las bes y las uves, y con los acentos.
Sobre las primeras, dice: "No faltan los cursis de sal¨®n o de radio y televisi¨®n que pronuncian la be y la ve como labiales o labidentales, al igual que en las otras letras romances. Pero nunca dije que se eliminara una de las dos, sino que se?al¨¦ el caso con la esperanza de que se busque alg¨²n remedio para otro de los m¨¢s grandes tormentos de la escuela. Tampoco dije que se eliminara la ge o la jota. Juan Ram¨®n Jim¨¦nez reemplaz¨® la ge por la jota, cuando sonaba como tal, y no sirvi¨® de nada. Lo que suger¨ª es m¨¢s dif¨ªcil de hacer pero m¨¢s necesario: que se firme un tratado de l¨ªmites entre las dos para que se sepa d¨®nde va cada una".
En cuanto los acentos, ir¨®nico, explica.
"Creo que lo m¨¢s conservador que he dicho en mi vida fue lo que dije sobre ellos: pongamos m¨¢s uso de raz¨®n en los acentos escritos. Como est¨¢n hoy, con perd¨®n de los se?ores puristas, no tienen ninguna l¨®gica. Y lo ¨²nico que se est¨¢ logrando con estas leyes marciales es que los estudiantes odien el idioma".
Garc¨ªa M¨¢rquez opina que los gram¨¢tIcos y los escritores son oficios distintos. Su diferente dial¨¦ctica es la que ha generado el debate.
"La ra¨ªz de esta falsa pol¨¦mica es que somos los escritores, y no los gram¨¢ticos y ling¨¹istas, quienes tenemos el oficio feliz de enfrentarnos y embarrarnos con el lenguaje todos los d¨ªas de nuestras vidas. Somos los que sufrimos con sus camisas de fuerza y cinturones de castidad. A veces nos asfixiamos, y nos salimos por la tangente con algo que parece arbitrario, o apelamos a la sabidur¨ªa callejera".
"Por ejemplo: he dicho en mi discurso que la palabra condoliente no existe. Existen el verbo condoler y el sustantivo doliente, que es el que recibe las condolencias. Pero los que las dan no tienen nombre. Yo lo resolv¨ª para m¨ª en El General en su laberinto con -una palabra sin inventar: condolientes. Se me ha reprochado tambi¨¦n que en tres libros he usado la palabra ¨¢timo, que es italiana derivada del lat¨ªn, pero que no pas¨® al castellano. Adem¨¢s, en mis ¨²ltimos seis libros no he usado un s¨®lo adverbio de modo terminado en mente, porque me parecen feos, largos y f¨¢ciles, y casi siempre que se eluden se encuentran formas bellas y originales".
El escritor, que est¨¢ de excelente humor, concluye la conversaci¨®n de un modo muy expresivo.
"El deber de los escritores no es conservar el lenguaje sino abrirle camino en la historia. Los gram¨¢ticos revientan de ira con nuestros desatinos pero los del siglo siguiente los recogen como genialidades de la lengua. De modo que tranquilos todos: no hay pleito. Nos vemos en el tercer milenio".
Y reitera sus palabras de Zacatecas: "Simplifiquemos la gram¨¢tica antes de que la gram¨¢tica termine por simplificarnos a nosotros".
Babelia
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