Coraz¨®n
Madrid fue siempre el coraz¨®n de Espa?a. En la actualidad es la braga y la bragueta de la naci¨®n. Vas a los entrenamientos de los futbolistas, y all¨ª est¨¢n apostados como buitres los voceros de la prensa rosa. Vas a Las Ventas, y aquello parece un aquelarre de manceb¨ªa; enciendes la televisi¨®n a cualquier hora, y te salta una cortesana de post¨ªn contando las haza?as de su concurrida pelvis. Se calcula que cada semana hojean la prensa del coraz¨®n unos 12 millones de ciudadanos.Espa?a, antes portadora de balones eternos, se ha convertido en una petarda de tomo y lomo. Esto es un corral de cabras locas, gallinas cluecas, zorrones, loros, arp¨ªas, v¨ªboras y especialistas en adulterios. Las comadres m¨¢s desvergonzadas tienen m¨¢s predicamento que Cervantes y Calder¨®n. El culo y las tetas han desbancado a la cabeza. Nos estamos descerebrando.
Hace un siglo, con la generaci¨®n del 98, esto era un muermo. Ahora se ha conseguido convertir en muermo a la mism¨ªsima lujuria.
Entre los noct¨¢mbulos adictos al chismorreo corre de boca en boca un diccionario ap¨®crifo de la Real Academia del Coraz¨®n. Todos ellos conocen a La Enana, al Ni?o del Tesoro, a la Chochorri, a las alegres divorciadas de Windsor, a las canaperas, a la panda del parque jur¨¢sico, al Orejas, al hortera Cano, al Falopio, a Anto?ita la Fant¨¢stica... La cosa tiene su gracia, porque son los propios coreadores de la frivolidad quienes masacran con m¨¢s encono a los famosos.
Bueno, pues ya hay gente que est¨¢ hasta las narices de tanta leche y tanta insensatez.
Algunos est¨¢n cabreados; otros optan por apantojarse, neologismo acu?ado por la periodista Julia Rivera, experta en toros y coautora del libro Corazones de papel. Apantojarse es "cabrearse con tron¨ªo, con alardes de cante jondo, agitando los brazos y dando bolsazos, como hace la Pantoja cuando se pone flamenca".
Ya est¨¢ bien de tanta mierda, se?ores. Primero nos prostituyeron la palabra libertad, ahora le ha tocado el turno al coraz¨®n.
?Por qu¨¦ llam¨¢is coraz¨®n a la bragueta, bellacos? No me quieras matar, braguet¨®n.
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