Veinticinco a?os despu¨¦s
Veinticinco a?os despu¨¦s, los trabajadores despedidos de la Perkins nos hemos reunido para recordar nuestra lucha. Comenzaba el a?o 1972. Los conflictos eran generalizados en el mundo laboral, muy especialmente en la siderometalurgia. El ministro de Trabajo de la dictadura enviaba a los grandes patrones una famosa carta en la que daba instrucciones a las direcciones de las empresas para que se deshicieran, v¨ªa despido, de todos los trabajadores molestos -enti¨¦ndase, principalmente, los representantes sindicales- Aquel documento, del que realmente se ha hablado bastante poco, oficializ¨® la limpia, sobre todo, en las empresas m¨¢s conflictivas, como la f¨¢brica madrile?a Perkins-Motor Ib¨¦rica.Coincidi¨® entonces la puesta en libertad de nuestro compa?ero y representante sindical, Marcelino Camacho. T¨¦ngase en cuenta que, durante su encarcelamiento y gracias a las negociaciones del jurado de empresa, Motor Ib¨¦rica no le dio de baja, y figur¨® en todo momento como trabajador de alta sin remuneraci¨®n.
Pero lleg¨® el d¨ªa de la sorpresa. Hab¨ªan puesto a Marcelino en libertad y, cuando sus compa?eros le esperaban en la f¨¢brica, la direcci¨®n comunica al jurado de empresa que Camacho hab¨ªa sido despedido. Inmediatamente, los representantes sindicales se re¨²nen con la direcci¨®n para pedir explicaciones, pero la f¨¢brica ya se hab¨ªa paralizado totalmente en solidaridad con el despido. La totalidad de los trabajadores se manten¨ªan en asamblea general, esperando noticias de dicha reuni¨®n.
Las noticias se adelantaron: la f¨¢brica fue tomada por la polic¨ªa -los actuales antidisturbios-, y posteriormente desalojada sin incidentes. La huelga dur¨® tres d¨ªas. Todas las ma?anas, el personal se reun¨ªa en asamblea en el exterior de la f¨¢brica, por si hubiera novedades.
A poca memoria hist¨®rica que tengamos -y no hace falta mucha- es f¨¢cil recordar que entonces las presiones de la direcci¨®n de la empresa no eran nada comparadas con las de la polic¨ªa, que utilizaba m¨¦todos mucho m¨¢s contundentes, pues se prestaba incluso a repartir panfletos de la empresa, invitando a la entrada al puesto de trabajo y amenazando a quienes se negaban a hacerlo.
Recordemos tambi¨¦n el pasillo que los grises y la Pol¨ªtico-social formaban para que desde el exterior responsables de la empresa y de la direcci¨®n de personal, despu¨¦s incluso de coacciones telef¨®nicas a los domicilios de los trabajadores, lograran introducir en la f¨¢brica a sus parientes, amigos y recomendados, cogiditos de la mano, convirti¨¦ndoles en esquiroles. Algunos, nos consta, no se lo han perdonado. Tiempos aqu¨¦llos.
Es la cr¨®nica de unos acontecimientos que hoy se rememoran, 25 a?os despu¨¦s. De una lucha por los derechos laborales que en aquel momento era la lucha por la dignidad de toda la clase trabajadora pisoteada por la dictadura.-
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