Un devoto de Al Capone
Ladr¨®n de l¨¢pidas, secuestrador, asesino, narcotraficante, diputado electo. La ficha que la polic¨ªa colombiana conserva de Pablo Escobar describe as¨ª al personaje que lleg¨® a convertirse en una pesadilla internacional, pero al que muchos llegaron a considerar el Robin Hood de Latinoam¨¦rica. La cadena de Canal Sat¨¦lite Documan¨ªa emite hoy (21.05) un reportaje de la BBC en el que se muestran ins¨®litas y desconocidas im¨¢genes de Escobar.Conocido fuera de Colombia como el m¨¢s sanguinario narcotraficante, no todos en su pa¨ªs alimentan ese sentimiento. En su ciudad natal, Medell¨ªn, su sepultura del cementerio Jardines Montesacro es visitada diariamente por personas que se apresuran a tocar la l¨¢pida con los dedos y llev¨¢rselos a la boca mientras piden suerte. El documental de la BBC arranca precisamente con una excursi¨®n de maestros desfilando ante la tumba de Escobar. Unas declaraciones de la madre, Hermilda Gaviria, dan paso al cuento de c¨®mo un chico de la escasa clase media baja colombiana empez¨® a delinquir hacia los 18 a?os hasta llegar a convertirse en multimillonario en d¨®lares.
Amante de la familia, juerguista y muy listo, Escobar aspiraba a ser como Al Capone (un coche del famoso g¨¢nster adornaba su hacienda). Estaba convencido de que el negocio de la coca¨ªna terminiar¨ªa siendo legal, como ocurri¨® con el alcohol y, entonces, su familia y ¨¦l se convertir¨ªan en los Kennedy de Latinoam¨¦rica. Cuando entr¨® en el negocio de la coca, s¨®lo preocupaban la hero¨ªna y la marihuana.
Una vez dentro del negocio, tard¨® muy poco en hacerse con el control de todas las peque?as bandas ya introducidas en el circuito. De la mano de los hermanos Ochoa, organiz¨® el cartel de Medell¨ªn. Contrat¨® expertos pilotos norteamericanos que desde la jungla colombiana pilotaban jets que dejaban caer su cargamento en la costa de Florida; soborn¨® a incontables funcionarios norteamericanos para que hicieran la vista gorda cuando entraba la mercanc¨ªa; logr¨® que la guerrilla marxista protegiera Tranquilandia, el gran complejo industrial donde se procesaba la pasta de coca y que estaba situado en medio de la selva colombiana. El documental muestra im¨¢genes, tomadas por la CIA desde los aparatos que transportaban la carga, en las que los aviones aterrizan y despegan a su antojo en las pistas de la Nicaragua sandinista. El dinero que manejan llega a ser tanto y entra a tal velocidad que, en lugar de contarlo, pesan los fajos de d¨®lares.
Cuando las cosas se ponen feas a partir de las presiones de Estados Unidos, Escobar entra en la pol¨ªtica y se sienta en el Parlamento como diputado liberal en 1982. La extorsi¨®n, el soborno y los asesinatos aumentan tanto que con ¨¦l se empieza a hablar de narcoterrorismo: jueces, periodistas, pol¨ªticos y familias completas caen desangrados en plena calle por pistoleros de Escobar.
EE UU exige su extradici¨®n, que Escobar logra capear construyendo su propia c¨¢rcel, La catedral, en una finca suya. Desde all¨ª sigue dirigiendo sus negocios hasta que el Gobierno decide ir a por ¨¦l. Tras una larga persecuci¨®n de casi un a?o, el 3 de febrero de 1993 Escobar fue localizado por la polic¨ªa mientras hablaba por tel¨¦fono con su hijo Juan Pablo. S¨®lo le acompa?aba su guardaespaldas. Fueron acribillados a balazos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.