De la misma madera
Las sanciones acordadas el pasado jueves por el fiscal general del Estado contra cuatro fiscales de la Audiencia Nacional, sometidos a expediente disciplinario tras los correspondientes informes de los servicios de inspecci¨®n, han dejado insatisfechos a tirios y a troyanos; hasta Juan Ortiz ?rculo confesaba el pasado domingo a una piadosa periodista sus escr¨²pulos de conciencia por la decisi¨®n adoptada y ofrece ahora a los afectados el cumplimiento a la carta de las sanciones. El Consejo Fiscal -consultado sin car¨¢cter vinculante- hab¨ªa recomendado un¨¢nimente un castigo m¨¢s severo, acorde con las propuestas del instructor; las dos asociaciones de fiscales (una conservadora y otra progresista) tambi¨¦n criticaron la lenidad del castigo. En contraste con la benevolencia aplicada a los expedientados, el fiscal general del Estado no hab¨ªa vacilado meses antes en ordenar el traslado de Jos¨¦ Aranda, el fiscal jefe de la Audiencia Nacional que fue v¨ªctima de los impertinentes desplantes de estos cuatro fiscales te¨®ricamente sometidos -seg¨²n la Constituci¨®n- a "los principios de unidad de actuaci¨®n y dependencia jer¨¢rquica".Conscientes de que no hay peor cu?a que la de la misma madera, algunos de los sancionados trataron de organizar una protesta corporativa; Ignacio Gordillo (suspendido un mes de empleo y sueldo) hizo p¨²blico su prop¨®sito de abandonar la Audiencia Nacional en solidaridad con Mar¨ªa Dolores M¨¢rquez de Prado (castigada con el traslado forzoso) y anunci¨® la futura renuncia de sus compa?eros Eduardo Fungairi?o y Pedro Rubira (sancionados s¨®lo con una multa). El tono provocativo del gesto -orientado a intimidar a la ministra de Justicia ya forzar al Gobierno a levantar o suavizar las sanciones- era tan evidente que la fiscal M¨¢rquez de Prado se vio obligada anteayer a desautorizar el conato de algarada con una nota p¨²blica.
Superando las barreras del sentido del rid¨ªculo y de la verg¨¹enza ajena, los cuatro fiscales aceptaron complacidos en su d¨ªa el r¨®tulo de los indomables, asociado a la lucha contra el crimen organizado de Al Capone emprendida por los incorruptibles polic¨ªas de Eliot Ness en el Chicago de la Ley Seca; los adulatorios piropos derramados sobre los indomables por los diarios Abc y El Mundo y por la Radio de los Obispos suenan casi tan imp¨²dicos como los ruborizantes elogios propinados al juez G¨®mez de Lia?o por los mismos columnistas y tertulianos. No faltan motivos para agradecer a la Fiscal¨ªa de la Audiencia Nacional su valiente papel en la persecuci¨®n del terrorismo, una firme actitud que le cost¨® la vida a Carmen Tagle; sin embargo, los fiscales sancionados comparten esos m¨¦ritos con sus compa?eros del ministerio p¨²blico y con los magistrados que instruyen y juzgan esos delitos. Por lo dem¨¢s, el inconvincente argumento seg¨²n el cual la deuda de la sociedad espa?ola con los fiscales amenazados por ETA les habr¨ªa facilitado un cheque en blanco para cualquier abuso de autoridad fue ya manejado con id¨¦ntica sinraz¨®n por los defensores de Barrionuevo, Vera y Rodr¨ªguez Galindo.
En realidad, la historia de los indomables comenz¨® con las interferencias producidas en la Fiscal¨ªa de la Audiencia Nacional por los sumarios relacionados con las nuevas formas de delincuencia econ¨®mica. En su libro Vendetta (Plaza y Jan¨¦s, 1996, cap¨ªtulo 20), Ernesto Ek¨¢izer narra el enfado b¨ªblico de Mar¨ªa Dolores M¨¢rquez de Prado con Jos¨¦ Aranda despu¨¦s de que el fiscal jefe presentase la querella contra Mario Conde en el caso Banesto sin d¨¢rsela a conocer al resto de los fiscales, a fin de prevenir eventuales filtraciones; poco despu¨¦s de ese desagradable choque, Javier G¨®mez de Lia?o (entonces vocal del Consejo General del Poder Judicial) criticar¨ªa a Jos¨¦ Aranda por haber interpuesto esa querella -condenada al fracaso, seg¨²n su criterio- a espaldas de Mar¨ªa Dolores M¨¢rquez de Prado y de sus compa?eros: "Has cometido un grave error, Pepe. Has perdido la confianza de la Fiscal¨ªa".
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