Museos y ciudad
El autor compara los dos museos dedicados a exponer la historia de Madrid: el Municipal y el de la Ciudad
El 5 de abril se publicaba en esta secci¨®n un art¨ªculo de opini¨®n firmado por el director del Museo de la Ciudad, en el que analizaba algunas de las funciones que deben cumplir los museos en este final de siglo. Sin entrar a comentar las ideas expuestas, quiero continuar analizando lamuse¨ªstica madrile?a y lo que me parece una cierta contradicci¨®n entre lo expuesto por el director del Museo de la Ciudad y la realidad del museo que dirige.
Antes de comentar algunas particularidades del mencionado museo, conviene aclarar que en Madrid existen dos museos dedicados a exponer y difundir su historia: el Museo Municipal y el Museo de la Ciudad. El primero funciona desde 1929 en el antiguo hospicio de la calle de Fuencarral, y el segundo se abri¨® al calor de la capitalidad cultural de Madrid en 1992 en un nuevo edificio, construido a tal fin, en la calle del Pr¨ªncipe de Vergara. ?Era necesario un nuevo museo de la ciudad cuando ya exist¨ªa uno que recog¨ªa su evoluci¨®n hist¨®rica desde el paleol¨ªtico hasta comienzos del siglo XX? ?sta es la primera pregunta que uno se hace. En el supuesto de que la respuesta fuese afirmativa, cosa harto dudosa, seguir¨ªamos preguntando: ?no ser¨ªa l¨®gico que, en aras de una mayor claridad, coherencia informativa y rentabilidad econ¨®mica, se hubiesen planteado como algo complementario? ?No ser¨ªa l¨®gico que ambos dependiesen del mismo ¨®rgano ejecutivo municipal? No ha sido as¨ª. Aunque ambos dependen del Ayuntamiento, uno, el Municipal, est¨¢ vinculado al ¨¢rea de Cultura, mientras el otro depende del ¨¢rea de Vivienda e Infrastructuras. ?Por qu¨¦?
Pasemos a comentar su cont¨¦nido y el modo de exposici¨®n. Est¨¢ claro que en el Municipal el criterio elegido es el cronol¨®gico. Los ¨²tiles, objetos, piezas diversas y cuadros desde el comienzo hasta el final siguen el mencionado criterio; adem¨¢s, lo expuesto se corresponde en su totalidad con el periodo hist¨®rico que tratan de ilustrar, salvo algunas maquetas o planos que completan la informaci¨®n. Entre sus fondos hay elementos muy valiosos, como no pod¨ªa ser de otra forma en una ciudad con la historia y la importancia de Madrid.
En el caso del Museo de la Ciudad cabe preguntarse: ?cu¨¢l ha sido el criterio elegido para exponer sus fondos? Es muy dif¨ªcil responder. Hay una planta, la segunda, dedicada en su totalidad a exhibir diferentes equipamientos e infraestructuras de la ciudad, pero m¨¢s desde el punto de las empresas que los proporcionan que desde la de los usuarios. ?Por qu¨¦ si no hay que separar electricidad y alumbrado? ?Por qu¨¦ s¨®lo se hace referencia al gas natural? ?Qu¨¦ particularidad tiene la ciudad de Madrid con relaci¨®n a la Telef¨®nica, aparte de la informaci¨®n sobre la construcci¨®n de su sede? M¨¢s parece esta planta un lugar donde cada empresa hace propaganda de s¨ª misma, aunque debamos reconocer que hay informaciones muy ¨²tiles e interesantes.
Centr¨¢ndonos ya en la historia de Madrid, que ocupa la tercera y la cuarta plantas, tampoco podemos afirmar que siga un criterio cronol¨®gico ni tem¨¢tico. Encontramos, por ejemplo, bajo el apartado de ?poca de los Austrias, un par de trajes del siglo XIX, seg¨²n reza en el cartel de los mismos, al lado de una foto de un taller medieval y junto a un plano de la ¨¦poca de los Austrias. Es esto un simple detalle, puefla mezcla de objetos de diferentes siglos es frecuente.
El espacio dedicado a la historia de la ciudad, desde la prehistoria hasta finales del siglo XVIII, ocupa menos espacio que el dedicado a los servicios anteriormente mencionados. No queremos con ello afirmar que lo expuesto en la segunda planta no sea interesante, ni mucho menos. ¨²nicamente resaltar que durante los siglos mencionados la historia de nuestra ciudad pasa por momentos tan importantes como su fundaci¨®n, su capitalidad, su embellecimiento, etc¨¦tera. Es una cuesti¨®n de proporcionalidad y criterio de exposici¨®n.
Otra cosa salta a la vista en este museo: la ausencia de objetos de la ¨¦poca hist¨®rica que se pretende ilustrar. Apenas unos cuantos libros del siglo XVIII; algunos objetos de hierro como llaves, pesas, carlancas o espuelas; objetos de adorno y vestidos, adem¨¢s de unos cuantos elementos castizos como trajes de chulapa y chulapo, torero, abanicos, etc¨¦tera. No llegan a 10 los cuadros expuestos en el museo, y todos, salvo uno cedido por el Museo Municipal y otro de Alvaro Delgado, son de peque?o tama?o y de segunda fila.
?No hay, entonces, nada interesante en el Museo de la Ciudad? Por supuesto que s¨ª. Hay algunas maquetas dediferentes tipos de casas (romana, medieval, a la malicia, en la ¨¦poca de Felipe II y corrala) que nos permiten aproximarnos al espacio en el que desarrollaban su vida los madrile?os que nos precedieron. Hay tambi¨¦n otra maqueta de una tienda. ?Por qu¨¦ no se ha profundizado m¨¢s en esos temas? ?Por qu¨¦ no se ha tratado de ilustrar otros elementos de la vida diaria como la alimentaci¨®n, el juego, el trabajo o la fiesta de nuestra ciudad? Ejemplos de ellos hay en algunos museos de otras ciudades espa?olas y europeas.
Se exponen multitud de maquetas. Algunas de toda la ciudad, otras de algunas de las partes centrales o importantes de la misma. Ninguna de ellas se puede comparar a la de Le¨®n Gil de Palacio expuesta en el Municipal, aunque no cabe duda qu¨¦ algunas de las expuestas en el de la Ciudad permiten observaciones interesantes. En todo caso, da la impresi¨®n, probablemente equivocada, de que cada edificaci¨®n importante que se ha hecho en los ¨²ltimos a?os ha llevado aparejada una maqueta para exponer en este museo. ?Por qu¨¦ si no est¨¢ la F¨¢brica de Gas de Manoteras y no est¨¢ el Museo del Prado? ?Por qu¨¦ est¨¢ la estufa fr¨ªa o el Imax y no est¨¢ el Pirul¨ª o la estaci¨®n de Atocha?
Es conveniente que despu¨¦s de cinco anos de existencia del Museo de la Ciudad, y al margen de su montaje inicial precipitado, el Ayuntamiento de la ciudad y sus responsables definan mejor los objetivos fundamentales y los criterios de exposici¨®n en la l¨ªnea que su director propon¨ªa en el mencionado art¨ªculo. De esa forma, el museo podr¨¢ contribuir m¨¢s y mejor al conocimiento de la historia de Madrid y a un mayor disfrute de ciudadanos y visitantes.
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