"C¨¦sar" Fujimori
El presidente recupera la gloria de hombre duro al que aplaude el pueblo
Nada dispuesta la gran mayor¨ªa de los peruanos a la clemencia con el terrorismo, el golpetazo asestado al Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) devuelve al presidente Alberto Fujimori la perdida gloria. Subido en un estribo del autob¨²s que conduc¨ªa a los rehenes liberados al Hospital Militar, gritando, crecido, "?Per¨² es libre, Per¨² es libre!", el jefe de gobierno no cab¨ªa en s¨ª de gozo porque resuelve satisfactoriamente la crisis m¨¢s grave de su mandato, y lo hace en t¨¦rminos aplaudidos por el grueso de sus compatriotas. La audacia de Fujimori -tambi¨¦n demostrada en episodios pol¨ªticos poco edificantes, el m¨¢s notable de los cuales fue el autogolpe de 1992-, se puso nuevamente de manifiesto al ejecutar, y asumir los costes, de una operaci¨®n castrense de alto riesgo. De haber fracasado, se hubiera enfrentado a una crisis de consecuencias imprevisibles y sus ambiciones de reelecci¨®n quedaban seriamente comprometidas.Entre otras razones, el golpe de hace cinco a?os fue popular porque permiti¨® a Fujimori dotarse de mecanismos jur¨ªdicos y militares para combatir sin contemplaciones al mao¨ªsta Sendero Luminoso y al MRTA. Que algunos de los resortes aplicados en aquella cruenta lucha fueran de dudosa legimitidad, cuando no denunciables, no incomod¨® a los peruanos porque eran mucho m¨¢s insufribles los diarios cortes de energ¨ªa el¨¦ctrica y las bombas plantadas en Lima por las fanatizadas huestes de Abimael Guzm¨¢n que las imputaciones sobre vulneraci¨®n de derechos humanos en las incursiones castrenses por Ayacucho u otras canteras sublevadas. En aquel Estado amenazado por la desintegraci¨®n, se hac¨ªa imposible establecer un programa de recuperaci¨®n econ¨®mica.
Instalado en una constitucionalidad a la medida, Fujimori abati¨® la hiperinflaci¨®n, encarcel¨® al presidente Gonzalo, cabeza de Sendero, captur¨® despu¨¦s a V¨ªctor Polay Campos, fundador del MRTA, oblig¨® a la desbandada de las columnas restantes, y gan¨® las elecciones. La toma de la residencia del embajador japon¨¦s en Lima desasoseg¨® otra vez a la sociedad peruana,, regresaron los fantasmas del pasado y envenen¨® pol¨ªticamente el ambiente pues coincidi¨® con un creciente descontento social, consecuencia de los masivos despidos y costes de una apertura econ¨®mica que orden¨® las cuentas macroecon¨®micas, pero no llega a los bolsillos de la mayor¨ªa. Las encuestas registraron una ca¨ªda de popularidad del 70% aI 30%.
Fujimori nunca estuvo dispuesto a ceder, sabedor de que con ello traicionaba uno de los activos m¨¢s apreciados de su biograf¨ªa pol¨ªtica, el autoritarismo, y de, que se corr¨ªa el riesgo de sentar un peligroso precedente. Ma?ana, otro comando de Sendero Luminoso podr¨ªa tomar rehenes y se volv¨ªa a las mismas.
Ya le cost¨® ofrecer a Cerpa Cartolini refugio en Cuba, probablemente con un millonario rescate japon¨¦s, pero en ning¨²n momento estuvo dispuesto a la liberaci¨®n de los presos del MRTA. Nunca hubo un acercamiento de posiciones porque tambi¨¦n el comandante Evaristo iba a por todas. Termina satisfactoriamente para los intereses generales una crisis muy dif¨ªcil para Fujimori, porque adem¨¢s de ponerle contra las cuerdas, tuvo a su hermano Pedro entre los rehenes. Quienes le ten¨ªan por un hombre sin entra?as le vieron llorar cuando inform¨® sobre la muerte de un reh¨¦n y dos oficiales. Tambi¨¦n lloran las familias de los 14 miembros de MRTA, que anuncia represalias.
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