Las dos muchachas rebeldes gritaron "nos rendimos" antes de ser abatidas a tiros
ENVIADO ESPECIALLa fulminante operaci¨®n contra el comando del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) atrincherado con 72 rehenes en la residencia del embajador japon¨¦s en Lima desde hac¨ªa 126 d¨ªas ha sido militarmente un ¨¦xito, pero presenta un flanco comprometedor: al menos tres guerrilleros, entre ellos una de las dos adolescentes, fueron abatidos tras rendirse. El diario La Rep¨²blica, que cita a un agente de los servicios secretos, revela que las dos muchachas del MRTA pidieron a gritos que no las dispararan: "?Nos rendimos, nos rendimos!".
Dos ex rehenes nipones revelaron al diario Asahi que pese a rendirse, brazos en alto, algunos guerrilleros fueron abatidos por el grupo de ¨¦lite del Ej¨¦rcito peruano que el martes desaloj¨® a bombazos la mansi¨®n. "Vi un asesinato", denunci¨® uno de los liberados al rotativo de Tokio. El otro asegur¨® haber visto a varios militares llevarse, vivo, a un emerretista. "Me di cuenta de que ese rebelde detenido hab¨ªa sido asesinado cuando o¨ª que hab¨ªan muerto los 14 miembros del comando en el asalto". Fuentes oficiales subrayaron la peligrosidad de una operaci¨®n contra un grupo fuertemenete armado, y la necesidad de no dejarse sorprender por el enemigo.Nadie quiere poner su nombre junto a la grave imputaci¨®n, pero fuentes japonesas consultadas por este corresponsal agravan la versi¨®n del diario de Tokio. Ser¨ªan al menos tres miembros del grupo guerrillero, entre ellos una de las dos adolescentes, los que se rindieron, sorprendidos por el asalto. El diario local La Rep¨²blica cita a un agente de los servicios de inteligencia peruanos asignado a la unidad de escucha electr¨®nica: "Pudo o¨ªr que Cerpa gritaba: '?Nos jodimos, nos jodimos!' ( ... ) Las chicas terroristas gritaban que no dispararan, ped¨ªan auxilio. '?Nos rendimos, nos rendimos!'. Pero ya era tarde". Seg¨²n el rotativo lime?o Cerpa recibi¨® dos balazos en la cabeza, y con la fuerte explosi¨®n de la planta baja saltaron por los aires tres hombres. Uno de ellos era Rolly Rojas, El ?rabe. ?ste y Cerpa fueron los interlocutores de la Comisi¨®n de Garantes que, integrada por Canad¨¢, Santa Sede, Jap¨®n y Cruz Roja, trat¨® de llegar una soluci¨®n pacifica y ayer se distanciaba de la generalizada euforia. Otros cuerpos presentaban tambi¨¦n una herida perforante en la cabeza.
El presidente Alberto Fujimori declar¨® el mi¨¦rcoles que los cuatro kilos de explosivo pl¨¢stico que abrieron una entrada al sal¨®n donde jugaban futbito entre ocho y diez miembros del MRTA acabaron con la vida de varios, y el resto no pudo empu?ar las armas, desparramadas por la onda expansiva.
Desencajado, un guardi¨¢n del MRTA irrumpi¨®, metralleta en mano en la habitaci¨®n donde el ministro de Agr¨ªcultura, Rodolfo Mu?ante, y otros 19 rehenes rezaban por la feliz culminaci¨®n del rescate. "Nos apunt¨®... pero no dispar¨®. ?Por qu¨¦ no? Porque Dios es grande. Creo que este muchacho estaba muy cerca de nosotros y entonces decidi¨® no disparar".
Respaldo popular
La gran mayor¨ªa de la sociedad peruana celebra la operaci¨®n pese a la sangre corrida. Fujimori cosech¨® el ¨¦xito: queda reforzada su alianza con las Fuerzas Armadas, que exig¨ªan mano dura, y sube como la espuma en las encuestas de opini¨®n. Las familias de los muertos del MRTA, temiendo represalias, se acercan discretamente al Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR) para reclamar los cuerpos de los muertos.
El jefe de Estado inspeccion¨® ayer la destruida residencia, cuyos aposentos acusaban los destrozos causados del asalto.
Cerpa Cartolini y otros corrieron hacia la escalera de acceso al segundo piso cuando entr¨® el comando de asalto. Fujimori tambi¨¦n subi¨® por ellas y se detuvo en el tramo donde cay¨® el l¨ªder guerrillero. Su cad¨¢ver yac¨ªa a los pies del jefe de Estado, junto a un lugarteniente con el torso desnudo, acribillados ambos por el pelot¨®n castrense que les sali¨® al paso desde arriba. El Comandante Evaristo qued¨® tendido boca arriba, con la camisa clara, las zapatillas y el pantal¨®n corto del partidillo de la siesta.
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