Maridos y mujeres
La primera certeza que se obtiene tras la visi¨®n de Party, la hasta ahora ¨²ltima pel¨ªcula del casi nonagenario Manoel de Oliveira, es algo ya sabido: vuelven sus pel¨ªculas, m¨¢s singularmente zumbonas, pero tambi¨¦n de escritura m¨¢s simple, m¨¢s lineal, menos atada a cualquier norma o convencionalismo. De ah¨ª que, tras ver lo que en t¨¦rminos de Oliveira se dir¨ªa, casi un entrem¨¦s c¨®mico -apenas llega a la hora y media de duraci¨®n-, la sensaci¨®n dominante sea la de haber asistido a un espect¨¢culo no ya singular, sino virtualmente ajeno a toda norma.Confusi¨®n
Esa sensaci¨®n se refuerza cuando se repasa mentalmente lo visto. Dos ¨²nicas macrosecuencias, un exterior y un interior recargado y barroco; cuatro personajes -Piccoli, Papas / Silveira, Samora, ejemplo de dos parejas unidas por v¨ªnculos del todo diferentes- hablando constantemente, unos di¨¢logos nacidos de la fruct¨ªfera relaci¨®n entre el cineasta y la novelista Agustina B¨¦ssa-Lu¨ªs; una filosof¨ªa de la vida, el donjuanismo y el amor matrimonial, ir¨®nicamente anclada en sofismas aparentemente incontestables, y una disecci¨®n brutal de las relaciones entre hombres y mujeres.
Party
Direcci¨®n: Manoel de Oliveira. Gui¨®n:M. de Oliveira, con di¨¢logos de Agustina B¨¦ssa-Lu¨ªs. Fotograf¨ªa: Renato Be rta. Producci¨®n: Paulo Branco. PortugalFrancia, 1996. Int¨¦rpretes: Michel Piccoli, Irene Papas, Leonor Silveira y Rog¨¦rio Samora. Estreno en Madrid:Ideal (V. O. S.).
Con estos elementos, Oliveira traza una ficci¨®n cuyo despojamiento evidente y su libertad de escritura la hacen instant¨¢neamente respetable, pero cuya funcional¨ªdad se resiente no poco. Por una parte, por unos di¨¢logos construidos a partir de sentencias constantes, un enrevesado cruce de aforismos y afirmaciones no siempre comprensible.
Y por lo dem¨¢s, despojamiento formal es aqu¨ª sin¨®nimo, y siento decirlo, de un desconcertante abandono de las posibilidades de la imagen cinematogr¨¢fica: si la especificidad del medio deriva de lo que todos sabemos, la conjunci¨®n de imagen, di¨¢logos, m¨²sica y ruidos, Party podr¨ªa ser sin ning¨²n dem¨¦rito un radiodrama o una obra teatral, adem¨¢s considerablemente, est¨¢tica.
No niega a Oliveira quien esto firma el derecho a prescindir de lo superfluo, innegable marca de identidad y de estilo a que suelen llegar en su madurez creativa s¨®lo unos pocos maestros. Pero a condici¨®n de que no confunda lo superfluo con lo elemental, algo con lo que parece haber tropezado en esta desgraciadamente prescindible pel¨ªcula.
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