Contra el poder
Alfonso Armada sostiene su obra -un di¨¢logo: un mon¨®logo partido en dos personajes- sobre dos citas, una de Kafka de la que se extrae que "la mentira se convierte en el orden universal", y otra de Galeano: "El poder est¨¢ en guerra contra los poderes que genera". Los medios de comunicaci¨®n -desarrolla esta ¨²ltima frase- "tiene por c¨®mplices a los medios de comunicaci¨®n, que mienten callando acaso tanto como mienten diciendo". Alfonso Armada est¨¢ dentro de los medios de comunicaci¨®n: la prensa y el teatro.Alfonso Armada es enviado especial de este peri¨®dico a los puntos conflictivos de ?frica. Lo que nosotros vemos en r¨¢fagas de televisi¨®n, con la advertencia previa de que son "im¨¢genes demasiado duras" para que nuestra culpabilidad tenga tiempo de extinguirlas, ¨¦l lo ha vivido, lo vive. Sus cr¨®nicas en este peri¨®dico son claras, directas, extraordinariamente descriptivas. Quiz¨¢ esa contemplaci¨®n y ese trabajo de contar o de explicar lo que realmente pasa a un mundo confuso le haya radicalizado: su teatro era m¨¢s ¨ªntimo, m¨¢s amatorio, o existencialista, o extramuros, y en esta obra, El alma de los objetos, se hace directamente pol¨ªtico. Hasta el punto de que en un momento los dos personajes, hombre y mujer -Anne Serrano, Juli¨¢n L. Montero, habituales de sus trabajos, y de su compa?¨ªa-, pueden llamarse Carmen y Ana, Felipe y Jos¨¦ Mar¨ªa, como si fueran intercambiables.
El alma de los objetos
De Alfonso Armada. Int¨¦rpretes: Anne Serrano y Juli¨¢n L. Montero. Compa?¨ªa Koyaanisqatsi. Director: Alfonso Armada. Sala Cuarta Pared.
Elijo lo m¨¢s ostensible para que se advierta que su sentido de la pol¨ªtica es el del poder, sea quien sea quien lo desempe?a. Estos dos personajes venden objetos que traen en un enorme ba¨²l: los venden como sea, a quien sea y para lo que sea, y esto es un s¨ªmbolo del mercado libre, o del capitalismo salvaje.
Toda la obra tiene un sentido. La vanguardia pierde sus valores cr¨ªpticos, se esclarece: todo dentro de los l¨ªmites de un autor creado en ese g¨¦nero. O mejor que de los l¨ªmites, de lo contrario, de la apertura hacia todo, del campo abierto.
No s¨¦, entre los aplausos, cu¨¢ntos atribuir al p¨²blico habitual de. Alfonso Armada, de su compa?¨ªa, Koyaanisqatsi, de estos dos actores o de la sala; y cu¨¢ntos a la recepci¨®n del mensaje. Supongo que los hab¨ªa de doble efecto. En todo caso, la idea llega, su escenificaci¨®n tambi¨¦n y el brillante trabajo de los dialoguistas-monologuistas da peso esc¨¦nico a lo que pod¨ªa ser un manifiesto, un largo poema, una pesadilla de hombre honesto.
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