El mayor circo cinematogr¨¢fico del mundo se multiplica al cumplir 50 a?os
El 'glamour', aguado por el mediocre filme franc¨¦s inaugural
ENVIADO ESPECIAL Didier Benoit, jefe del sindicato de hoteleros de Cannes, la ciudad m¨¢s productiva del turismo franc¨¦s, dijo ayer: "En los pr¨®ximos 15 d¨ªas nuestra cifra de ingresos alcanzar¨¢ el 15% del total del a?o". La reducci¨®n a n¨²meros redondos de esta frase marea un poco: un festival cuyo presupuesto ronda los 1.500 millones de pesetas proporciona a la ciudad -s¨®lo a la ciudad, sin contar lo que mueve fuera, que es much¨ªsimo m¨¢s- una inyecci¨®n de entre 18.000 y 20.000 millones de pesetas. Pues bien, este monumental negocio comenz¨® anoche el festejo de su 50? aniversario ofreciendo una ensalada inaugural tan indigesta que dio pena verla. La pel¨ªcula se titula El quinto elemento y es espantosa.
El quinto elemento es la d¨¦cima pel¨ªcula del todav¨ªa joven Luc Besson que, aqu¨ª llaman cari?osamente "el m¨¢s americano de los cineastas franceses". Es una mediocre superproducci¨®n a lo Hollywood, un alarde de efectos inform¨¢ticos aplicado a una mal¨ªsima aventura de ficci¨®n cient¨ªfica, completamente tediosa, que busca hacer delicias combinando terror y humor, pero le sale el tiro por la culata y nos abruma con una solemnidad, cursilona, boba e impotente. Pero esto es lo de menos: ya est¨¢ colocada en todo el mundo. Inaugur¨® Cannes en su 50? aniversario y eso equivale a convertirla en un fetiche de consumo mundial garantizado.Sin embargo, aunque est¨¦ colocada por decreto, es m¨¢s que previsible que el p¨²blico descoloque con su indiferencia a este El quinto elemento, pues el bodrio toma sin permiso demasiadas cosas prestadas de joyas del cine (como la vieja Metr¨®polis y las recientes Alien, Blade Runner e Indiana Jones) y, como la gente tiene memoria y televisiones, el pr¨¦stamo cantar¨¢ lo que es: pura y simple depredaci¨®n, imitaci¨®n torpe y pretenciosa, fuera de ritmo y con la soser¨ªa multiplicada por las ins¨ªpidas presencias de Bruce Willis y Gary Oldman, que lo hacen rematadamente mal.
En el caso de Bruce Willis conviene matizar un poco, ya que su oscuridad como estrella inauguradora del festival est¨¢ compensada por su brillante astucia como vendedor. Parece ser que aprovecha esta inauguraci¨®n ajena para hacer una inauguraci¨®n propia: la apertura de un (por lo visto enorme) restaurante en el que tiene, seg¨²n cuentan, intereses m¨¢s que promocionales y que casi est¨¢ ya a punto para estropear el perfume de lavanda silvestre de la Costa Azul con el tufo del ketchup y variantes. De paso, Willis nos regal¨® la guapa presencia de su se?ora, Demi Moore, que ayer tuvo durante horas atascada la circulaci¨®n del centro de la ciudad, pues es una chica a la que le gusta la bulla y se pas¨® el d¨ªa de boutique en boutique, perseguida por un reba?o de delirantes fans. Del peligro de que los aullidos de estos se convirtieran en empellones y sobos, la protegi¨® un destacamento de gendarmes que la blindaron de forma pintoresca: haciendo corro a su alrededor por donde pasaba.
Mientras tanto, corri¨® el rumor de que Willis est¨¢ generoso y quiere contribuir a la fiesta del Festival de Cannes ofreciendo gratis a la afici¨®n un concierto de rock, regalo envenenado que, si no mortal, puede ser disuasorio, como ocurri¨® hace dos a?os en Berl¨ªn, pues si como actor a Willis le falta mucho que aprender, como cantante le falta todo.
Por lo apuntado y por muchas cosas m¨¢s que se perciben y anuncian, estas bodas de oro de Cannes son fieles a la literalidad de la palabra: el oro (y no el celuloide) es lo que manda en ella; y el sagrado y desde ayer cincuent¨®n templo de la cinefilia europea se ha convertido en un profano mercadillo, en el que cada cual intenta donde puede hacerse ver e instalar su tenderete. Eso es. lo que est¨¢ haciendo de forma descarada la guapa y megaloman¨ªaca estrella francesa Isabelle Adjani, presidenta del jurado, en la que se observa una irrefrenable tendencia a dejar caer en las m¨²ltiples entrevistas a que se somete que ella es el ombligo de este tinglado cinematogr¨¢fico en el que por ahora el cine es el ¨²ltimo mono.
Variedades y utilidades
Cinco mil cronistas e informadores y 230 cadenas de televisi¨®n de todo el mundo est¨¢n acreditados en Cannes, al tiempo que 20.000 profesionales de la industria audiovisual y 200.000 cin¨¦filos, curiosos, mit¨®manos y visitantes de esta feria tienen los motores de sus autom¨®viles, trenes y aviones, orientados hacia el cogollo de la ciudad, La Croisette, convertida durante dos semanas en el monumental escenario de una comedia de vanidades y utilidades.Luego, a medida que los d¨ªas pasen, el circo ir¨¢ ocupando un segundo t¨¦rmino y el cine se adue?ar¨¢ poco a poco del proscenio; pues no en vano hay aqu¨ª 22 pantallas abiertas en las que desfilar¨¢n, en el filo de lo inabarcable, cerca de un millar de pel¨ªculas procedentes de las cuatro esquinas del planeta.
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