'Agur, lehendakari'
NO Es habitual que un dirigente pol¨ªtico renuncie a prolongar su carrera si tiene ocasi¨®n de elegir. El lehendakari Jos¨¦ Antonio Ardanza ha anunciado su despedida a?o y medio antes de que termine su mandato, con el que habr¨¢ cumplido cerca de 14 a?os al frente del Gobierno vasco. Los dos primeros, como recambio de urgencia de Carlos Garaikoetxea, forzado a dimitir por la direcci¨®n del PNV, y los siguientes, como cabeza de lista de su partido y ganador de tres elecciones sucesivas. La decisi¨®n de Ardanza, que, seg¨²n dijo en su comparecencia p¨²blica del martes, ya hab¨ªa planteado a su partido antes de las elecciones auton¨®micas de 1994, es digna de. elogio desde todos los puntos de vista. Muchos dicen estar dispuestos a irse, pero casi todos encuentran coartadas para no hacerlo. De haberlo pretendido, el actual lehendakari habr¨ªa tenido grandes probabilidades de continuar en Ajuria Enea hasta el 2002, habida cuenta de la rigidez del escenario electoral vasco y del espacio central que en ¨¦l sigue ocupando el PNV.Justamente si puede caber alguna duda sobre el signo del futuro Gobierno vasco, ello se debe a la inc¨®gnita de si el PNV ser¨¢ capaz de encontrar un candidato con capacidad de arrastre comparable a la de Ardanza entre sectores moderados del electorado: esos votantes que en las elecciones generales pueden votar al PP o a otro partido, pero que en las auton¨®micas han venido apoyando, antes que a unas siglas concretas, a Jos¨¦ Antonio Ardanza. El anuncio de su retirada abre un proceso de elecci¨®n desde la base del futuro candidato del PNV. El sistema no es tan incontrolado como pudiera pensarse, porque la c¨²pula del partido e reserva la definici¨®n del perfil del candidato y la pen¨²ltima palabra para proponerlo, pero en ¨²ltima instancia incorpora procedimientos democr¨¢ticos inhabituales en otras siglas pol¨ªticas.
La decisi¨®n del lehendakari es un digno colof¨®n a una larga etapa de gobierno. Sus cualidades de moderaci¨®n y capacidad de di¨¢logo fueron las que se tomaron en cuenta para llamarle en 1985, cuando, tras el enfrentamiento Arzalluz-Garaikoetxea, la divisi¨®n del partido y su grupo parlamentario se daban por seguras. Esas cualidades se pusieron a prueba con resultado positivo cuando el PNV, tras hacerse efectiva la ruptura, se vio obligado a gobernar en coalici¨®n con los socialistas. Hubo un momento, poco despu¨¦s de la escisi¨®n, en las europeas de 1987, en que la distancia entre el PNV y el partido de Garaikoetxea se redujo a menos de 40.000 votos. Siete a?os despu¨¦s, en las auton¨®micas de 1994, la diferencia era ya de 200.000. Ello se debe, en buena medida, a la imagen de sensatez y moderaci¨®n transmitida por Ardanza entre esas dos fechas, uno de cuyos hitos fue la constituci¨®n, en 1988, de la Mesa de Ajuria Enea. Est¨¢ por comprobar si la radicalizaci¨®n del PNV en los dos o tres ¨²ltimos ¨²ltimos y la relativizaci¨®n de ese pacto tendr¨¢n efectos electorales.
Ardanza ha tenido que hacer equilibrios dif¨ªciles para encontrar una s¨ªntesis entre su condici¨®n de presidente de todos los vascos (y d¨¦ Gobiernos de coalici¨®n) y la de representante de un partido muy celoso de su autoridad.. Durante a?os, el estilo conciliador del lehendakari ha reforzado su imagen institucional dentro y fuera de Euskadi. La recuperaci¨®n de protagonismo por la direcci¨®n del PNV a partir de 1992 ha limitado su proyecci¨®n y seguramente tambi¨¦n su capacidad de liderazgo de las fuerzas democr¨¢ticas contra la violencia. No tiene, por qu¨¦ verificarse, sin embargo, el augurio de socialistas y populares de que el anuncio anticipado de la retirada de Ardanza vaya a ser un factor debilitador del pacto., S¨ª puede adeptarse, en cambio, que introduce en la pol¨ªtica vasca una din¨¢mica preelectoral.
Ardanza se despide, pero no se retira. Ha dicho que s¨®lo se plantear¨¢ su futuro el d¨ªa que abandone Ajuria Enea. Cuadra, pues, decirle agur, que en euskera es palabra a la vez de saludo y de despedida.
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