Verg¨¹enza

Recientemente tuve la ocasi¨®n de presenciar un hecho que me llen¨® de verg¨¹enza y sobre todo de rabia e impotencia. Dicho suceso tuvo lugar en el Rastro de nuestra querida capital espa?ola. Todos sabemos lo tradicional de esta feria y el encanto que en s¨ª representa. Pues bien, en plena calle nos topamos con un hombre disfrazado de juglar del siglo XV o XVI que empez¨® a relatar en historia una poes¨ªa de lo m¨¢s pintoresca y divertida. Todos los presentes gozamos y nos maravillamos de lo bien que actuaba este personaje.L¨®gicamente, despu¨¦s de recibir un merecido aplauso de todos los presentes, pas¨® su gorro por el p¨²blico.

De repente, y con sorpresa de todo el mundo, aparecieron cinco polic¨ªas municipales como si de la Gestapo se tratara, confiscaron todos los haberes del buen hombre y, con sutil violencia y mala educaci¨®n, le ordenaron devolver todas las monedas recaudadas y marcharse del lugar. Y encima, sin rechistar.

?No ten¨ªan otra cosa mejor que hacer estos cinco polic¨ªas? Su comportamiento me pareci¨® de lo m¨¢s fascista y represor de la libertad humana.

No tengo nada en contra de la Polic¨ªa Municipal; seguro que respond¨ªan a ¨®rdenes de sus superiores. Ya nos tiene acostumbrados el se?or Manzano a situaciones de este tipo. Para m¨¢s inri, una de mis acompa?antes era danesa y tuvo, que presenciar un ejemplo de lo m¨¢s representativo de la Espa?a democr¨¢tica. Estoy indignado.-