El Kurdist¨¢n, la herida de Turqu¨ªa
Los generales turcos admiten la falta de apoyo popular para luchar contra la guerrilla
ENVIADO ESPECIAL Tiene 40 a?os, ocho hijos y est¨¢ furioso con el mundo. "?A qui¨¦n le importa c¨®mo me llamo? ?Se van a preocupar de mi familia en Europa si les digo mi nombre?". Sentado en cuclillas ante una chabola de las afueras de Diyarbakir (sureste de Anatolia) narra con desgana su desesperaci¨®n: "Me echaron a la fuerza de mi casa de Silvan [90 kil¨®metros al este de Diyarbakir]; las otras 100 casas tambi¨¦n fueron derribadas y quemadas". Ahora recoge chatarra para dar de comer a los suyos al menos una vez al d¨ªa, mientras sus vi?as y frutales se est¨¢n pudriendo. Es kurdo, como la quinta parte de la poblaci¨®n de Turqu¨ªa. Y junto a decenas de miles de desplazados, este campesino es el ¨²nico derrotado visible en la guerra no declarada entre el Ej¨¦rcito y la guerrilla independentista kurda.
M¨¢s de 22.000 personas han muerto desde que el separatista Partido de los Trabajadores del Kurdist¨¢n (PKK) se alz¨® en armas hace 13 a?os. Sus 10.000 guerrilleros y 50.000 militantes activos se enfrentan a 200.000 soldados y 70.000 campesinos armados por los militares: los guardas rurales. El conflicto le cuesta a Ankara casi 600 millones de pesetas diarios.
"Creemos que en el clima que se ha logrado en la regi¨®n [Kurdist¨¢n turco] ser¨ªa posible aplicar las reformas sociales y econ¨®micas que son imprescindibles para prevenir el terrorismo". No es una declaraci¨®n de Amnist¨ªa Internacional ni de observadores exteriores bienintencionados. Lo anunciaron hace dos semanas los altos mandos del Ej¨¦rcito, aunque pas¨® inadvertido en medio del trasiego de amenazas castrenses contra el islamismo.
Los generales reconocen impl¨ªcitamente su fracaso al admitir que no cuentan con el apoyo de la poblaci¨®n kurda en su lucha contra la guerrilla: "Nos tememos que la lucha contra el terrorismo no podr¨¢ tener ¨¦xito sin el apoyo de la gente. Creemos que los problemas que est¨¢n en la base de todo esto [la rebeli¨®n armada contra el Estado] distan mucho de haber sido liquidados".?Miedo? Un d¨ªa en mi pueblo es peor que 100 a?os en una chabola", explica el campesino de Silvan. "Claro que dimos ayuda y cobijo a los guerrilleros. ?Qu¨¦ pod¨ªamos hacer si ellos ten¨ªan armas nosotros no?". El investigador Mehet Al¨ª Kisdale, uno de los pocos turcos que se han atrevido a abordar con independencia la cuesti¨®n kurda, argumenta que el Ej¨¦rcito se equivoc¨® al calificar desde un principio la rebeli¨®n del PKK como un "conflicto de baja intensidad"."Los generales de Ankara aplicaron la misma estrategia que los brit¨¢nicos durante las revueltas kurdas de 1920: guerra a campo abierto. Pero Turqu¨ªa no estaba preparada para que el enfrentamiento durara tanto tiempo", argumenta Kisdale. La respuesta fue declarar el estado de excepci¨®n e implantar la ley marcial, que a¨²n susbsisten en el sureste de Anatolia, y desarrollar desde comienzos de los noventa una pol¨ªtica de tierra quemada para privar a la guerrilla de apoyo log¨ªstico: un millar de pueblos arrasados, y sus habitantes, forzados a marcharse si no se sumaban a los guardas rurales. "El Estado Mayor cree que ahora existe un estado de violencia asumible en el sureste e intenta una salida pol¨ªtica mediante medidas econ¨®micas, sociales y culturales, para que la poblaci¨®n vea al PKK como ¨²nico responsable de la violencia", explica el experto de Ankara.
Mientras los monjes de Deru Zafran rezan su salmodia en arameo, una sustancia m¨¢s antigua que la historia se apodera del monasterio cristiano de rito asirio, en el precipicio de Mardin (90 kil¨®metros al sur de Diyarbakir) que domina la llanura de Mesopotamia y la legendaria Ruta de la Seda. "Soy asuriano [as¨ª se llaman a s¨ª mismos los seguidores del evangelio seg¨²n san Marcos] y kurdo, aunque en mi pasaporte pone que soy turco", dice con sorna el prior del monasterio, protegido por 1.500 a?os de muros de siller¨ªa que se asientan sobre una gruta inmemorial en la que se rend¨ªa culto a Zoroastro. A muy pocos kil¨®metros del santuario cristiano, las fuerzas de seguridad han abandonado algunos de los puestos de control que anta?o salpicaban la carretera.
Los residentes en la zona consultados por EL PA?S confirmaron que, como todas las primaveras en los ¨²ltimos cinco a?os, el Ej¨¦rcito turco ha concentrado tropas desde hace dos semanas en la frontera iraqu¨ª, donde el PKK cuenta con bases de apoyo en zonas controladas por las milicias kurdas del norte de Irak, cuyo territorio escapa al control de las fuerzas de Sadam Husein tras su derrota en la guerra del Golfo.
Cuando este enviado especial v¨ªaj¨® hace dos a?os Diyarbakir, con la permanente sombra de la pol¨ªcia secreta tras sus pasos, los responsables de la Asociaci¨®n de Derechos Humanos (IHD) y el prokurdo Partido de la Democraia del Pueblo (Hadep) estaban entre rejas. A pesar de las tanquetas que un siguen emplazadas ante la Gran Mezquita de Diyarbaquir, un antiguo templo cristiano y emblema espiritual del Kurdist¨¢n turco, el escenario de la ciudad parece haber cambiado: los observa dores ya no son descaradamente observados, la animaci¨®n nocturna de los caf¨¦s ha hecho olvidar el toque de queda y los dirigentes de IHD y Hadep pueden hacer gala de la hospitalidad oriental ofreciendo t¨¦ a los visitantes extranjeros.
Abdul¨¢ Akin, secretario del Hadep en Diyarbakir, insiste en que "el di¨¢logo es la ¨²nica alternativa". "No hay signos de que haya avances por parte del Gobierno de Erbakan, pero empieza a ser visible que en Ankara se est¨¢ buscando un camino para hallar soluciones, a pesar de haber fomentado entre los turcos la idea de que un sistema federal implicar¨ªa la divisi¨®n del pa¨ªs", intenta explicar Akin mediante rebuscadas f¨®rmulas, como la que le lleva a responder: "No es posible decir que Hadep es el ala pol¨ªtica del PKK, pero es evidente que tiene apoyo popular".
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