Felipe II
La CIA ha debido ordenar que los investigadores se dediquen a rehabilitar la figura de Felipe II, que est¨¢n entregados todos afanosamente. Dentro de dos o tres siglos se har¨¢ lo mismo con el presidente del Atl¨¦tico de Madrid, Jes¨²s Gil. La persona entregada a esta restauraci¨®n es Henry Kamen, que ha manejado no se sabe qu¨¦ documentos. Lo que s¨ª est¨¢ claro es que no ten¨ªa un pelo de tonto, y probablemente haya sido el m¨¢s listo de todos, y hasta el m¨¢s inteligente, para no dejar rastro apenas de s¨ª mismo. Felipe II quemaba todo cuanto ca¨ªa en sus manos que pudiera comprometerle. Escribo de recuerdos, y el primero que me llega es el de Luis de Zapata, autor de un poema turiferario a la obra y las acciones de Carlos I de Espa?a, que apenas de nada le vali¨®, pues dio con sus huesos en la c¨¢rcel por orden de Felipe II, y de all¨ª no volvi¨® a salir m¨¢s; en una historia confusa en que el odio de Felipe II hacia Luis de Zapata estaba basado sobre todo en las grandes dotes amatorias de este personaje ¨²nico.Estamos ahora en esta estela que nos lleva hacia Felipe II, que tiene algo de Alfonso Guerra y ?lvarez Cascos. Los tres son grandes amadores de mujeres; los tres han dejado memoria gr¨¢fica de amor por sus hijos. Coinciden los tres en un f¨¦rreo control de la informaci¨®n, que en Felipe II se hac¨ªa a trav¨¦s de los confesores, que era de donde part¨ªa la mejor informaci¨®n, y ahora con ?lvarez Cascos en el Cesid, con gran horror por nuestra parte.
Pero donde Felipe II fue un maestro fue en el arte de controlarlo todo. A la muerte de su sobrino don Sebasti¨¢n, rey de Portugal, el heredero directo era ¨¦l. Queriendo el cardenal don Enrique sucederle por v¨ªa tambi¨¦n sangu¨ªnea, Felipe II le escribi¨® una carta antol¨®gica, transcrita por Cabrera, de C¨®rdoba, donde le apercib¨ªa que de querer tener descendencia, ¨¦sta ser¨ªa siempre dudosa, dado que a su edad lo mejor era estar a verduras.
Felipe II est¨¢ de moda y quiz¨¢ detr¨¢s de todo esto est¨¦ ?lvarez Cascos.-
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