Rotterdam alumbra otro Bar?a campe¨®n
Ronaldo transform¨® el penalti que dio el cuarto t¨ªtulo al equipo azulgrana en la Recopa
![Ramon Besa](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F042b42c5-ca63-411a-883d-cb74d8d0d911.jpg?auth=3ea973647cbe92600acf20aba2329a6d83143025ecc0001b5b83e4d6be68bb1e&width=100&height=100&smart=true)
Rotterdam sepult¨® el recuerdo de Atenas y el Bar?a volvi¨® a cantar victoria como no ocurr¨ªa desde Wembley. Tiene ya el club azulgrana un punto de partida para proseguir su historia sin dependencia de la leyenda de Johan Cruyff. El equipo de Robson levant¨® su primer trofeo en su primera final. No fall¨® en otro encuentro sin vuelta un colectivo pre?ado de cuentas pendientes y ansioso de confirmar que est¨¢ en la ¨¦lite con un t¨ªtulo.Ha sido as¨ª todo el curso. El esp¨ªritu de supervivencia le ha puesto a salvo de cualquier inclemencia. La adversidad le ha permitido forjarse un car¨¢cter indomable. Fiel a su patr¨®n, a su forma de entender el juego, levant¨® su trofeo con un partido gris, con una acci¨®n a bal¨®n parado, con un penalti, firmado por Ronaldo, el n¨²mero uno del mundo. Nada mejor que una Recopa, de momento, para poder justificar un a?o de transici¨®n y de dif¨ªcil gobierno. Justo ahora comienza la que puede ser una luna de miel. Pese a que como en todas las finales no fue un partido para tirar cohetes, la Liga aguarda para un ¨²ltimo esfuerzo y queda la final de Copa.
Dispone Robson de un material humano de primer orden para afrontar cualquier envite. Incluso puede improvisar sobre la marcha, como anoche. Giovanni pas¨® de la cancha al banquillo -que no a la grada- tras comprobar las secuelas del tackle de Roberto Carlos. No estaba para jugar una final de salida y, sin embargo, Robson crey¨® que le conven¨ªa en el banquillo antes que cualquier otro suplente para corregir disfunciones. Los dolores de Giovanni le sirvieron de coartada al t¨¦cnico para darle el brazalete de capit¨¢n a Popescu, santo y se?a del robsonismo.
Volv¨ªa el Barca de los tres centrales, el equipo del espinazo duro, del f¨²tbol directo, dispuesto a ir al choque, al encuentro de otro rival con otra columna vertebral muy armada, sin brazos, con volantes de contenci¨®n m¨¢s que de apertura, muy pendiente del serpentear de Leonardo y de las maniobras de Ra¨ª en busca de los desmarques de Loko. El PSG acus¨® tanto como el Bar?a el juego viril de Popescu. Iv¨¢n tuvo que echarse unos metros m¨¢s hacia adelante, Guardiola perdi¨® ¨¢ngulo de visi¨®n y a los azulgrana les cost¨® retener la pelota, ponerla en circulaci¨®n, conectar con Ronaldo. No ligaron mucho el juego. Tuvieron, sin embargo, el control del partido. Los franceses acusaron la marca de Popescu sobre Ra¨ª. Le crujieron los huesos al brasile?o y el PSG apareci¨® como un grupo blando, aseado y bien plantado en su campo, pero con pocos recursos. Le bastaba con esperar cualquier p¨¦rdida de bal¨®n del rival para ir viviendo.
El Bar?a, sin embargo, dispone de m¨¢s futbolistas decisivos para romper el f¨²tbol especulativo que se impone por norma en el arranque de las finales. Figo sabe rentabilizar las bandas (marr¨® un remate de gol tras tirar una pared con Ronaldo). Los centrales son expertos en las jugadas de estrategia (el ¨¢rbitro le anul¨® un gol a Couto en un saque de esquina por una falta de Popescu). Y Ronaldo intimida con su carrera (NGotti le tumb¨® y el brasile?o no perdon¨®). El PSG se tap¨® bien. No tuvo, sin embargo, ni salida ni llegada.
El partido se rompi¨® con la retirada de Popescu y el arranque del segundo tiempo. Renqueante el capit¨¢n, le cedi¨® los galones a Amor y el Barcelona recuper¨® toque, control y dinamismo a cambio de ceder m¨¢s terreno al PSG.
El marcador no ofrec¨ªa otra alternativa al campe¨®n que dar la cara. Qued¨® parado de esta manera un choque m¨¢s abierto y vivo. Ambos equipos llegaron al ¨¢rea con determinaci¨®n. Cauet abri¨® un camino de ataque por el margen izquierdo franc¨¦s, Leonardo gan¨® la espalda a los medio centro azulgrana y Ra¨ª marc¨® un pase a Loko que s¨®lo el poste neutraliz¨®.
Hab¨ªa perdido el Barcelona presencia en su campo a cambio de alargar su figura hasta el terreno ajeno. Se le fue a Amor un remate precioso a la cruceta y perdi¨® Iv¨¢n una asistencia para Ronaldo. Iba y ven¨ªa el encuentro con ritmo. No les conven¨ªa a los azulgrana una partida tan acelerada. Parec¨ªa mejor guardar el bal¨®n y enfriar la contienda. La ansiedad por ganar les llev¨® a la precipitaci¨®n, a sufrir el acoso de un contrario m¨¢s fiero por la entrada de Valdes. Hasta Ronaldo retrocedi¨® para achicar balones.
Les quemaba la pelota a los azulgrana y se les iba tambi¨¦n a los franceses en un ¨²ltimo tramo nada tranquilizante. No iba el Bar?a hacia adelante y sufr¨ªa para atr¨¢s ante la impasibilidad de Robson. El t¨¦cnico esper¨® hasta que quedaban seis minutos de partido para romper el ritmo del PSG con la entrada de Stoichkov.
¨²nicamente el larguero le neg¨® el gol a Figo en la primera apertura del b¨²lgaro. La acci¨®n marc¨® un punto de inflexi¨®n, pese a un ¨²ltimo intento del zurdo Leonardo con un derechazo, y la final muri¨® para goce de toda la gent blaugrana. Nace un nuevo Bari;a, un equipo al que se le supone m¨¢s encanto del que suele mostrar, un grupo de futbolistas tremendo, capaz de ser campe¨®n con Robson, un t¨¦cnico interino, un entrenador de paso que se ha ganado el aprecio m¨¢s por los agravios que ha recibido que por sus m¨¦ritos. Todo es posible en este Bar?a que ayer vio la luz en una radiante noche en Rotterdam. El Barga de Cruyff comenz¨® precisamente su historia en Berna con una Recopa.
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